Breves contratiempos del viaje gasolero

Llegan amontonados en ómnibus de larga distancia de origen incierto. El precio del pasaje es tentador para los jóvenes y sus padres: $1.500 de Tucumán a Villa Gesell, ida y vuelta (un poco más a Mar del Plata). Acuerdan por Facebook o Whatsapp la salida, que puede ser desde el parque Avellaneda o el 9 de Julio, y por Whatsapp acordarán el punto de encuentro en las ciudades costeras para el regreso.

- ¿Pero qué empresa los trajo? ¿Tenía inscripción el ómnibus? ¿Tenía seguro? - les preguntamos.

- Dicen que tiene seguro. El viaje lo organizó un chico amigo, hijo de un empresario. Tiene mucha plata. Se compró dos colectivos para invertir - nos responden.

De acuerdo a los viajeros, en el parque Avellaneda había cinco colectivos de dos pisos, cargados de adolescentes entusiastas y de parejas -algunas con bebés- en busca de vacaciones accesibles en la playa.

Pero hay que estar dispuesto a la coyuntura de la travesía. Apenas arranca el colectivo, los más adolescentes, ubicados en la parte alta, comienzan a cantar y las botellas de Fernet y coca aparecen como por arte de magia. Cantos y risas acompañan todo el recorrido hasta que, en medio de la noche, el chofer detiene el vehículo y les da una advertencia: -¡Se bajan todos! ¡Esto no es un viaje de estudiantes! ¡No seguimos si no se callan! - Hace bajar seis cajones de bebidas, los adolescentes se mandan a silencio y terminan durmiéndose hasta entrada la mañana.

Sólo hay dos descansos en paradores. No se sabe si son acuerdos de los empresarios o de los chofes, pero están esperando a los viajeros. Comida buffet según el peso, por $ 20 los 100 gramos, con una pequeña trampa: los platos de losa se incluyen en la balanza, por lo que los jóvenes hambrientos se llevan la sorpresa y pagan con resignación unos $ 200 por plato. Igual había que comer en un viaje de 21 horas, pero -dicen- adiós ahorros antes de llegar.

A la siesta es la llegada. Las playas están llenas de policías por el Operativo Sol. Y en las entradas a cada ciudad en la ruta 11 tienen contingentes de control a automovilistas. Son atentos con los turistas y condescendientes con los ómnibus atestados de juventud bulliciosa. Pero no falta el aprovechador que sube al colectivo y por el micrófono da la advertencia: - Una nueva ordenanza de Villa Gesell prohíbe llevar botellas en los bolsos. Así que si no quieren que se haga una revisión de valijas tienen que pagar una multa - les dice.

Los chicos deciden hacer a vaquita. Unos 40 viajeros ponen $20 cada uno, entregan la “multa” y siguen viaje hasta la rotonda de Buenos Aires y boulevard, donde de verdad comenzarán las vacaciones.

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