09 Febrero 2015
FINAL GLORIOSO. El pueblo de Lourdes saluda a María que se aparece en lo alto, en todo su esplendor. la gaceta / fotos de magena valentie
El broche de oro con que cerró “El Mensaje de Lourdes” no estaba en el libreto. El sábado por la noche, unos 20.000 fieles seguían con pañuelo en mano la megaescenificación del Grupo de Lourdes, sobre el escenario natural de la ruta de ingreso a San Pedro de Colalao. La última vez que habían mirado el cielo, las estrellas brillaban entre unas pocas nubes y hasta la luna asomaba detrás del cerro. La multitud seguía con atención los milagros que se producían con el agua, símbolo de limpieza y purificación, en aquel sencillo pueblo de Lourdes de 1858. Y al final, cuando todos levantaron la cara para mirar los fuegos artificiales que iluminaron el cielo, este respondió con un fuerte aguacero que cayó de golpe, sin anticiparse con truenos ni con relámpagos.
La desconcentración fue tan veloz como divertida. Pero con el mal momento que pasaron los organizadores porque algunos aprovecharon las sillas que se habían colocado para el espectáculo (más de 6.000) para protegerse de la lluvia. Así, muchos espectadores salieron corriendo con las sillas en sus cabezas, sin escuchar las súplicas que en vano se hacían por micrófono.
“¡Fue el final hermoso! ¡Como si hubiera estado programado! ¡Yo sentí que la Virgen nos estaba bendiciendo con agua bendita”, dijo Estela Mamamí, que visitó la villa turística junto a toda su familia. “El agua siempre está presente en Lourdes. El mensaje es claro. El agua nos limpia por dentro y por fuera. No es casual que hayamos tenido los 10 confesionarios llenos de gente, con colas de 50 personas”, explicó Patricio de Angelis, del Grupo de Lourdes. Anoche, el signo del agua se reeditó en la gruta de la Virgen, con una ceremonia de renovación de las promesas matrimoniales. Se bendijeron las familias y los vientres de las embarazadas. Hoy también habrá varios actos (ver “La fiesta continúa”), hasta el miércoles, día de la fiesta de la Virgen de Lourdes.
Tanto el viernes como ayer por la mañana, se oró especialmente por los enfermos. Allí estaba Yolanda Ester Albornoz, junto a su esposo Walter. “Hace cinco años me detectaron un cáncer de colon. Tengo tres hijos y dos nietos. Le hemos pedido tanto a la Virgen que Ella nos ha escuchado. El médico me dijo que si al quinto año los estudios me dan bien, me puede dar de alta. El quinto año se cumplirá en octubre”, contó con una débil sonrisa.
Liliana Navarro, vecina de Burruyacu, no vino a la gruta a buscar salud para el cuerpo, sino para su alma. “Mi hija de 19 años falleció y nos ha dejado desconsolados. Vengo a pedirle a la Señora que nos dé resignación porque su partida nos duele mucho”, contó. Liliana sintió que la lluvia del sábado fue una bendición para todos los presentes. “La primera gota me cayó aquí”, dijo señalando un tatuaje en el dorso de su antebrazo que representa la inicial de su hija Belén.
Frente al altar, Ernesto Quiroga no dejaba de llorar. Sus lágrimas eran lo único que tenía para demostrarle a la Virgen lo agradecido que estaba con Ella. “Estuve grave, me moría, pero la Madre me salvó”. Ernesto quiere que la gente que él ama conozca a la Virgen por eso llevó a su señora, a sus cuatro hijas y nietos a orar juntos frente al altar.
La desconcentración fue tan veloz como divertida. Pero con el mal momento que pasaron los organizadores porque algunos aprovecharon las sillas que se habían colocado para el espectáculo (más de 6.000) para protegerse de la lluvia. Así, muchos espectadores salieron corriendo con las sillas en sus cabezas, sin escuchar las súplicas que en vano se hacían por micrófono.
“¡Fue el final hermoso! ¡Como si hubiera estado programado! ¡Yo sentí que la Virgen nos estaba bendiciendo con agua bendita”, dijo Estela Mamamí, que visitó la villa turística junto a toda su familia. “El agua siempre está presente en Lourdes. El mensaje es claro. El agua nos limpia por dentro y por fuera. No es casual que hayamos tenido los 10 confesionarios llenos de gente, con colas de 50 personas”, explicó Patricio de Angelis, del Grupo de Lourdes. Anoche, el signo del agua se reeditó en la gruta de la Virgen, con una ceremonia de renovación de las promesas matrimoniales. Se bendijeron las familias y los vientres de las embarazadas. Hoy también habrá varios actos (ver “La fiesta continúa”), hasta el miércoles, día de la fiesta de la Virgen de Lourdes.
Tanto el viernes como ayer por la mañana, se oró especialmente por los enfermos. Allí estaba Yolanda Ester Albornoz, junto a su esposo Walter. “Hace cinco años me detectaron un cáncer de colon. Tengo tres hijos y dos nietos. Le hemos pedido tanto a la Virgen que Ella nos ha escuchado. El médico me dijo que si al quinto año los estudios me dan bien, me puede dar de alta. El quinto año se cumplirá en octubre”, contó con una débil sonrisa.
Liliana Navarro, vecina de Burruyacu, no vino a la gruta a buscar salud para el cuerpo, sino para su alma. “Mi hija de 19 años falleció y nos ha dejado desconsolados. Vengo a pedirle a la Señora que nos dé resignación porque su partida nos duele mucho”, contó. Liliana sintió que la lluvia del sábado fue una bendición para todos los presentes. “La primera gota me cayó aquí”, dijo señalando un tatuaje en el dorso de su antebrazo que representa la inicial de su hija Belén.
Frente al altar, Ernesto Quiroga no dejaba de llorar. Sus lágrimas eran lo único que tenía para demostrarle a la Virgen lo agradecido que estaba con Ella. “Estuve grave, me moría, pero la Madre me salvó”. Ernesto quiere que la gente que él ama conozca a la Virgen por eso llevó a su señora, a sus cuatro hijas y nietos a orar juntos frente al altar.
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San Pedro de Colalao