Denuncian que venden drogas en el patio de una capilla

Luego de un asalto frustrado el párroco de la comunidad habló sobre la grave situación El sacerdote Néstor Álvarez y los fieles relataron la inseguridad con la que deben convivir. Falta de vigilancia policial

PREOCUPADO. El sacerdote muestra la denuncia del último robo del que fueron víctimas en la capilla. la gaceta / fotos de diego aráoz PREOCUPADO. El sacerdote muestra la denuncia del último robo del que fueron víctimas en la capilla. la gaceta / fotos de diego aráoz
09 Febrero 2015
Ni las iglesias están a resguardo de la inseguridad. La parroquia San Francisco Solano, en Banda del Río Salí, tiene 16 capillas a su cargo y al menos cinco de estos lugares de oración, según dijo el sacerdote Néstor Álvarez, son saqueadas periódicamente. Las denuncias en la Policía, de acuerdo con la opinión del párroco, no resuelven nada mientras que la vigilancia policial y los patrullajes después de que se comete un robo duran sólo uno o dos días.

Esta es la situación en la que viven los feligreses de la capilla Sagrado Corazón de Jesús, ubicada en el barrio Capitán Candelaria, en donde el viernes doblaron las rejas de una de las ventanas para intentar robar un ventilador. “Cada tres meses somos víctimas de un robo. En la sacristía, por causa de otro asalto, tuvimos que hacer soldar una reja y después sellar la puerta para que no puedan volver a entrar”, explicó Luis Fernández, uno de los feligreses de esta comunidad católica. Pero robos son sólo una de las preocupaciones de los fieles de esta capilla en donde, según dijeron, hace tiempo que venden droga.

Norma Nieva es una de las catequistas de esta comunidad y alarmada dijo que los niños que asisten a la capilla para hacer la catequesis siempre encuentran las pipetas que los adictos utilizan para fumar las drogas que les venden.

Miedo de hablar

La capilla tiene al lado del templo un amplio patio cubierto de césped. Toda la propiedad está rodeada por verjas y tapias pero ni los hierros ni el ladrillo pueden detener a los hombres que entran, según dijo el sacerdote Néstor Álvarez, a jugar al fútbol y consumir drogas. “La gente tiene miedo. Ahora mismo puedo notar que la gente tiene miedo. Todos están mirando pero nadie se acerca para hablar. Tienen miedo de lo que les puede llegar a pasar si hablan. Porque todos son vecinos de la zona. Si estoy acá es porque tengo responsabilidad de hacerlo pero la gente tiene miedo de que los marquen. Hace ya bastante tiempo que se dice que acá entra una persona que les vende drogas a los hombres que se meten a jugar a la pelota en el predio”, afirmó el cura.

También explicó que, como la capilla está en el límite entre Banda del Río Salí y Alderetes los policías se “tiran la pelotita” para investigar los robos. “Acá no hay vigilancia. Los comisarios anteriores dijeron que iban a hacer una ronda pero, como ocurre en todas partes, pasan uno o dos días y después no vuelven. Yo tengo las capillas en La Costanera, en Güemes, en La Milagrosa, en San Antonio del Bajo, y en todas me pasa siempre lo mismo. Las que están más desoladas siempre son asaltadas. Por eso en todas las capillas los fieles se llevan todas las cosas de bronce y los equipos de audio a sus casas porque ya sabemos que los van a robar”, continuó el sacerdote.

Esta situación supera las posibilidades de esta comunidad religiosa que, según el cura, la expuso en reiteradas ocasiones ante la Policía y las autoridades municipales. “La respuestas que me dieron fue que ponga rejas más seguras y hasta me preguntaron si no podíamos poner vigilancia privada cuando a estas capillas asiste gente de bajos recursos. En esta capilla (por el Sagrado Corazón de Jesús) tuvimos que soportar hasta una profanación al sagrario”, afirmó preocupado.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios