Federalizar el fútbol

Por Ezequiel Fernández Moores.

Federalizar el fútbol
Como Carlitos Tevez pide por lo menos año y medio de espera, Boca se agarra por ahora a Daniel Osvaldo, su fichaje estrella, y le ofrece un contrato casi a la altura de Juan Román Riquelme, un dato que suena casi como una afrenta para el ídolo retirado. Boca, en realidad, incorporó una decena de jugadores. Suma 33 jugadores en el plantel. No piensa en otra cosa que en volver a ganar algún título. Hay que contrarrestar al River ahora dominador. El presidente Daniel Angelici sabe además que 2015 es año electoral. Porque hay elecciones en Boca. Hay elecciones en la AFA. Y también hay elecciones en el país. Un equipo campeón ayudaría en los tres frentes. A seguir en el club y a posicionarse en la AFA por un lado. Pero Angelici también es un hombre político. Pertenece al PRO y sabe que un Boca campeón puede ayudar tal vez a una visibilidad mayor para Mauricio Macri, especialmente en el interior del país. Un torneo más federal, está claro, no ayuda sólo al oficialismo y a la televisación del Fútbol Para Todos. Al carro de la pelota se suben todos. Nadie quiere quedar afuera.

Es cierto que el torneo no será todo lo federal que algunos imaginaban. Sobre 30 equipos, 21 clubes (es decir, el 70%) son de Capital Federal o provincia de Buenos Aires, cinco (16,66%) están en Santa Fe y los cuatro restantes (13,33%) se encuentran en cuatro provincias diferentes: Mendoza, San Juan, Misiones y Córdoba.

En el extremo oeste están Godoy Cruz y San Martín de San Juan, en el centro está Belgrano y los otros 27 se ubican en el Este del país. El más norteño es Crucero del Norte y el más austral Olimpo de Bahía Blanca, con Aldosivi de Mar del Plata casi vecino. El nuevo torneo se jugará sólo en siete de las 24 provincias que tiene la Argentina (29%).

Algunos resultados del último Nacional B, hay que decirlo, conspiraron contra el proyecto de que este nuevo torneo pudiera ser más federal. Tucumán y Jujuy quedaron afuera y Córdoba tendrá apenas un equipo. Por eso, para muchos, el verdadero federalismo sigue siendo el Nacional B, con 22 equipos divididos por todo el país, con 11 provincias representadas y sólo 4 clubes que son de Capital y el conurbano bonaerense. Paradójicamente, el torneo más federal del fútbol argentino perderá espacio mediático. El torneo de 30 exigirá más luces.

Se pueden citar diversas razones sobre por qué el nuevo torneo de Primera será menos federal de lo que se esperaba. Y, además, habría que aceptar también que hay provincias que casi no tienen chances de competir en el alto nivel. Por ejemplo: Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut, Río Negro, La Pampa, Santiago del Estero, Catamarca, Neuquén, La Rioja, San Luis y Formosa. Y la lista podría incluir también a Salta, Chaco o Entre Ríos. Surgen jugadores en todo el país, claro, pero los mejores se van rápido a Rosario, Córdoba, Santa Fe o Buenos Aires. Competencias por zonas, me dice un colega, acaso podrían ayudar a fortalecer a cada región. El cuadro imagina al noroeste con Chaco For Ever, Boca Unidos, Gimnasia de Concepción, Guaraní Antonio Franco, Sportivo Patria junto a Newell’s, Central, Belgrano, Talleres, Instituto, Colon, Union, Rafaela. El sur con Aldosivi, Alvarado, Cipoletti, Deportivo Roca, CAI de Comodoro, Brown de Madryn.

El mapa de un torneo por regiones, me apunta un especialista, marcaría sur, noreste, noroeste y metro, con 16 equipos por zonas, para ir avanzando de fase hasta llegar a la gran final. Y un punto más: en el llamado interior, muchos hinchas no son de sus clubes más cercanos. River y Boca, por lo que fuere, tienen arrastre propio en todo el país. Y en la propia CABA hoy hay hinchas que, si su equipo y Barcelona juegan a la misma hora, eligen quedarse en casa, poner el cable y ver a Leo Messi. Son tiempos de pelota globalizada.

La pregunta es la de siempre. ¿Cómo jugar un fútbol más federal en un país poco federal? ¿Qué diría la Ciudad de Buenos Aires si, por hacer un torneo más federal, le quedan entonces en Primera sólo River y Boca, porque habría que dejar espacio para el resto? Los clubes argentinos no son franquicias al estilo NBA. Nadie se imagina a Banfield, por ejemplo, representando a Santiago del Estero. O a Lanús representando a La Rioja. Alguna vez, en tiempo de vacas flacas, un dirigente llevó a Racing a jugar en Mendoza. Y Argentinos también jugó en Mendoza una década atrás, de la mano de Torneos y Competencias. No funcionó. El que sí funcionó fue Godoy Cruz: en 15 torneos cortos logró 2 terceros puestos, 1 cuarto puesto y 2 quintos puestos. También quedó en la 18ª posición (2 veces) y en otras 17, 16 y 14. No es ni más ni menos que cualquier histórico de los clubes chicos de CABA. Les juega de igual a igual.

Plazas como Salta supieron tener tiempo atrás a equipos con buen rendimiento en Primera, como Gimnasia y Tiro, Juventud Antoniana y Central Norte. Ya no es así. Colegas de Salta me dicen que las razones de la debacle incluyen a dirigentes que sólo buscaron hacer negocios personales y al poder de barras que se pelean para ganar espacio. Suena atrevido que, desde Buenos Aires, cuente en esta columna por qué Tucumán sigue ausente de la Primera, aún con la inmejorable oportunidad de ascenso que ofreció este campeonato de 30 equipos.

Años atrás, Torneos intentó armar a dedo un torneo más federal. Le convenía también al negocio de la TV, claro. El propio Carlos Avila mencionó a los clubes de CABA que, según él, “sobraban”. No pudo avanzar. El fútbol argentino, fue dicho, no es la NBA. Hay que ganar dentro de la cancha el derecho a jugar en Primera. Además, el análisis crítico sobre cuán federal o no es el nuevo torneo acaso debería recordar que el cuarenta por ciento de la población argentina vive en CABA y GBA. Subimos al setenta por ciento si incluímos a Rosario, Cordoba y Mendoza con alrededores. ¿Puede cambiar la pelota doscientos años de historia? Si el análisis no se hace por región, sino por población, tal vez se advierta entonces que el torneo sí está representado mejor de lo que muchos dicen. Pero Argentina no es Brasil, que es más grande, tiene más población y muchas otras ciudades de peso, no sólo San Pablo y Río. El fútbol no tiene la culpa de que el país, desde su fundación, haya sido pensado para unos pocos. De lo que sí puede hacerse responsable el fútbol es de jugar mejor. Ojalá que la primavera de 2014, el River de Gallardo y otros que se animaron a jugar más que a pelear, haya sido sólo el inicio.

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