Suiza y Villa Nougués

El paisaje traía recuerdos a Juan B. Terán

JUAN B. TERÁN. Detalle de la fotografía que lo retrató en Europa, en algún momento de su viaje de 1926. la gaceta / archivo JUAN B. TERÁN. Detalle de la fotografía que lo retrató en Europa, en algún momento de su viaje de 1926. la gaceta / archivo
En 1926, el doctor Juan B. Terán (1880-1938) realizó su primer y único viaje a Europa. El 7 de julio, desde Interlaken, Suiza, escribió a sus hijos. El paisaje le había traído a la memoria su casa de veraneo, en el cerro tucumano.

En ese momento, estaba lloviendo. “El recuerdo de nuestra Villa Nougués evocado vivamente por la semejanza de los aspectos que hemos revistado hoy al venir desde Montreux y Zoreisminen, se vuelve más completo al sentir el ruido de las gotas que caen en la terraza y contemplar, en lo alto de la montaña, las luces de las viviendas”, escribía.

Dedicaba varios párrafos a los hijos que habían permanecido en Tucumán. Pensaba que se reuniría con todos a fin de año, y agradecía a la montaña suiza el intenso recuerdo que le provocó. “Mi alma de montañés se ha despertado vigorosamente al contacto de estas tierras encantadas”, aseguraba. “En Montreux, era la grandeza de Dios. Al hacer el viaje desde Montreux a Interlaken, es la grandeza del hombre”.

Describía. “El tren salva un precipicio, a cuyo fondo se despeña un río, bordea el abismo, corre a lo largo de una garganta y desfila, serpenteando, por entre las columnas de los pinos y las encinas, para desaparecer por las tinieblas de un túnel horadado en la entraña de la roca, y asomarse después sobre otro abismo, cuya voz es el trueno del nuevo torrente”.

Recomendaba a los hijos: “Escriban, escriban. Es deber y es gimnasia. Escriban sencilla y claramente. Den interés a lo que escriban. Recuérdennos. De nosotros ya saben; nuestros mensajes, cargados de votos de inquietud y de bendiciones, atraviesan todos los días el mar hacia los hijos ausentes a quienes bendigo”.

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