“El Gobierno ha perdido todos los límites”

El escritor analiza los servicios de inteligencia.

01 Marzo 2015
Juan Bautista Yofre (1946) es periodista, escritor e integró la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) desde 1989 a 1990, durante el primer gobierno de Carlos Menem. Conocedor de la estructura integrada por espías, Yofre opinó sobre la dudosa muerte del ex fiscal Alberto Nisman. Aseguró que ese hecho afecta considerablemente la credibilidad del Gobierno. Graficó que la Presidenta se inmiscuyó en un tema sensible (los servicios de inteligencia) y que “pisó un hormiguero” sin percatarse de las consecuencias. La semana pasada, Yofre disertó en Tucumán en un evento organizado por la Fundación Federalismo y Libertad. Durante su estadía, dialogó con LA GACETA.

- ¿Cómo ve al país después de la muerte de Nisman?

- Es un final a toda orquesta del gobierno de Cristina Kirchner. Afecta aún más la credibilidad del Gobierno y demuestra a gran parte de la sociedad que acá se han perdido los limites. Porque este Gobierno que ha hecho de los derechos humanos una bandera para acumular poder, termina amparando a un determinado grupo de gente que en las sombras han cometido un asesinato al hombre que debió ser el más custodiado de la Argentina.

- El Gobierno dice que le ofreció a Nisman reforzar la custodia…

- Bueno, a uno le pueden ofrecer custodia y considera que la que tiene está más que bien. El problema es que la custodia no apareció, y cuando lo hizo fue 10 horas más tarde. La custodia no está, las cámaras de seguridad no funcionaban y así una serie de protocolos que no fueron cumplidos. Al departamento entraron 50 personas, comían medialunas y tomaban mate, según una testigo. Entró el secretario de Seguridad y dijo que habló con la Presidenta cuando ella horas más tarde dice que habló con la ministra de Seguridad. Y que se enteró cerca de las 2 de la mañana cuando todo el mundo sabía por las redes sociales que había muerto el fiscal Nisman. Es todo muy confuso y contradictorio.

- Como ex titular de la SIDE, ¿por qué cree que está sucediendo todo esto?

- Creo que se está llegando al fin de la impunidad. Este es un acto que puede permanecer impune, pero esto se va a acabar.

- ¿Piensa que se va a esclarecer la muerte?

- No, no creo que se esclarezca. Pero la gente salió a la calle y reaccionó. Puede ocurrir otro hecho terrible, uno o dos hechos más. Pero esto se va a terminar. Y va a ser un final muy triste y muy duro. Un hombre del Gobierno ha dicho que va a ser una campaña electoral muy violenta. En el caso de Alfonsín en el 85 hubo un estado de sitio que sirvió para una campaña electoral. Hubo algunas bombas pero no hubo ningún muerto. Acá hay un muerto, y es un fiscal.

- ¿Cree que una parte importante de la sociedad ha perdido toda la credibilidad en el Gobierno?

- Bueno, el 70% de la gente no cree en Cristina cuando dice lo que dice. Es más, el 70% considera que ha habido un asesinato, un magnicidio. Y entonces sí, va perdiendo credibilidad. Yo hago una comparación. El otro día vi a (Nicolás) Maduro en una suerte de galpón con unas 300 personas y allí Maduro se encargó de comunicarle a la sociedad venezolana que había sido detenido el alcalde de Caracas. Y me hizo acordar a los actos de Cristina cuando se reúne en el Patio de las Palmeras, llevan 400 o 500 chicos que se sabe que son todos pagos y les habla como si estuviera en otro país. Los chicos gritan “patria sí, colonia no”, pero al mismo tiempo el gobierno entrega parte del territorio nacional a los chinos, en donde no se va a poder entrar y va a ser un lugar con inmunidad diplomática.

- Usted estuvo al lado de Menem, ¿cómo se manejaba él?

- Me acuerdo que en noviembre del 89 le di un memorando al presidente Menem y el presidente se equivocó y le entregó ese memorando al gabinete. Allí yo le informaba que se le caía su plan económico. Y quien firmaba eso eran sus dos aliados estratégicos, a quienes yo debía cuidar. Durante una semana me aplicaron el frio. El viernes de esa semana me puse un traje azul cruzado, me hice anunciar por el edecán y entré. Le pregunté qué le pasaba. Me escuchó y se dio cuenta de que había cometido un error y el problema se subsanó. Si un secretario de Inteligencia no habla con su Presidente, entonces se debe ir a su casa.

- Aparentemente Cristina tuvo muy buena relación con los servicios de inteligencia…

- Cuando vos te encontrás con un secretario de Estado que participa en actos políticos y saluda a los muchachos descamisados como si fuera un dirigente más, te estás dando cuenta que ese muchacho no tiene ni la más mínima noción de dónde está parado. Es el caso de (Héctor) Icazuriaga, un muchacho que no era recibido por la presidenta, sino (Francisco) Larcher con (Jaime) Stiuso, que se cruzaban a la Casa Rosada para llevarle los distintos memorandos y las desgrabaciones de los distintos políticos que ella mandaba a seguir. Allí te das cuenta que la visión de la Secretaría de Inteligencia ha perdido el rumbo. Al presidente hay que darle en pequeñas grageas las novedades del día y dejarlo de molestar. Los secretarios de Inteligencia siempre llevan malas noticias. Las buenas son de los ministros.

- ¿El Gobierno no se percató de lo que hacía en Inteligencia?

- Han pisado un hormiguero y nadie sabe cómo va a terminar. Porque en estas horas están denunciando a Stiuso de cometer contrabando en 2013 y 2014. Yo me pregunto si esta actitud de (Oscar) Parrilli de hoy no es similar a la de María Eugenia Ritó o de Luciana Salazar cuando se pelaban con sus novios y a partir de que se pelearon lo entran a acusar y a descubrir los vicios o los errores que cometieron.

- A usted lo denunció el Gobierno por supuesto espionaje contra la Presidenta.

- Esa causa nació en el 2008 y es una cuestión que siguió atentamente Néstor Kirchner. Ahí operó el propio Stiuso.

- Hace dos años, la oposición en Tucumán había denunciado que José Alperovich había comprado una valija para hacer escuchas, ¿es normal que eso ocurra en un Gobierno?

- Creo que los altos dirigentes deben tener algún tipo canal de información, por no decir de inteligencia. El problema es que por fuera de lo que es el Estado hay empresas que tercerizan ese tipo de tareas.

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