Una espiral de realidad y ficción

La imaginación se cruza con hechos ocurridos en Tucumán

08 Marzo 2015

NOVELA

HUNGRY

SERGIO SILVA VELÁZQUEZ

(Dunken - Buenos Aires) 

Hungry está basada en una historia real, la vida de Andrei Chikatilo, un asesino serial de la ex Unión Soviética, que escapa. Lo primero que hay que pensar, entonces, es cómo hace Silva para narrar una huida. Pienso en los espejos de La dama de Shangai. Quizás la figura de los múltiples espejos sea la imagen que diagrame la forma del montaje para narrar las historias. Casi se podría decir que el libro es la poliédrica roadmovie de un escape, de un viaje. Pensemos en los escapes de policiales clásicos. Pensemos en La jungla del asfalto o en Casta de malditos. En el caso de Hungry, en el centro de la huida, se filtran una serie de episodios (casi infinitos) que incluyen a Tucumán. En segundo lugar, llama la atención cómo Silva explora la vida real del asesino y qué hace con esa historia en su novela. Por un lado, está la historia de Chikatilo y por otro lado está la novela que construye Silva. Silva hace con la vida de este asesino una novela laberíntica y compleja, una historia contada en capítulos que se bifurcan en episodios diversos. El personaje central es, ya dije, Andrei Chikatilo, un asesino serial de la Unión Soviética. En la novela el asesino está fuera de su jaula. La obra cuenta la extraña y febril vida del criminal y postula (desde la imaginación) un escape a la Argentina. En esas rendijas aparece la política. En la larga huida y en la curiosa estancia aparece la política. En concreto: la referencia a los refugiados nazis en nuestro país. Chikatilo tiene una misión: matar a dos hombres acusados de haber robado oro a los judíos.

Se podría pensar al libro como un cruce de extraña crónica y de esmerada ficción. Silva se permite, casi como un demiurgo, mover los hilos de la vida de Chikatilo. El asesino huye de su país para vivir en otro país. En el medio y en el fin le ocurren hechos inesperados. Silva administra el suspenso y economiza la información. Agrega datos, quita otros, mueve las redes. Hungry cruza los hechos imaginados (las conjeturas y las suposiciones) con episodios “reales” que ocurrieron en la provincia de Tucumán.

Hungry mezcla el policial con la política. Pero lo hace de la mejor forma. Deja que la política se filtre como ficción. Y también usa al policial como un filtro para pensar a la condición humana.

(c) LA GACETA

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Fabián Soberón

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