Por Carlos Páez de la Torre H
17 Marzo 2015
Como se sabe, la Universidad de Tucumán abrió sus puertas en 1914. Ni bien se formó la biblioteca de la casa, don Eustaquio Morales estuvo a su frente. En noviembre de 1928 le llegó la hora de jubilarse y el rector Juan B. Terán le mandó una emotiva carta personal.
Lo apenaba su retiro. “Es difícil, en verdad, dar con quien representa tan cabalmente como tú, las virtudes de ese hombre profundamente simpático que es un hombre de libros. Las cualidades de modestia, de diligencia, de prolijidad, de fino talento -que el contacto con los libros contagia- se reunían en tu persona, mucho antes que tus funciones ejercieran ninguna influencia sobre tí”.
Elogiaba su conciencia y su laboriosidad. Añadía que “con las condiciones de inteligencia que te distinguen desde la primera juventud, parecería lógico que hubieras buscado una carrera más brillante. No la perseguiste, no por misantropía ni por cobardía; solamente por un concepto filosófico, en el que se mezclaba un poco de pesimismo a una sensibilidad delicada. No has buscado fuera de tu espíritu, en el mundo, las satisfacciones íntimas que una vasta cultura te ofrecía abundantemente”.
Terminaba: “no habrá banquete para despedirte, más porque no lo aceptarías, que por que no te lo ofrecieran. Las palabras efusivas que dijera el orador, las venimos diciendo respecto de ti quienes hemos sido testigos de quince años de labor en la Universidad; y las continuaré diciendo, inspirado por los recuerdos de una larga amistad y los vivos testimonios de la nobleza de un carácter tan puro como honrado”.
Lo apenaba su retiro. “Es difícil, en verdad, dar con quien representa tan cabalmente como tú, las virtudes de ese hombre profundamente simpático que es un hombre de libros. Las cualidades de modestia, de diligencia, de prolijidad, de fino talento -que el contacto con los libros contagia- se reunían en tu persona, mucho antes que tus funciones ejercieran ninguna influencia sobre tí”.
Elogiaba su conciencia y su laboriosidad. Añadía que “con las condiciones de inteligencia que te distinguen desde la primera juventud, parecería lógico que hubieras buscado una carrera más brillante. No la perseguiste, no por misantropía ni por cobardía; solamente por un concepto filosófico, en el que se mezclaba un poco de pesimismo a una sensibilidad delicada. No has buscado fuera de tu espíritu, en el mundo, las satisfacciones íntimas que una vasta cultura te ofrecía abundantemente”.
Terminaba: “no habrá banquete para despedirte, más porque no lo aceptarías, que por que no te lo ofrecieran. Las palabras efusivas que dijera el orador, las venimos diciendo respecto de ti quienes hemos sido testigos de quince años de labor en la Universidad; y las continuaré diciendo, inspirado por los recuerdos de una larga amistad y los vivos testimonios de la nobleza de un carácter tan puro como honrado”.
Temas
Universidad de Tucumán
Lo más popular