Miguel Julio, el misterioso “cafetero”, cumplió en su debut en Atlético

El colombiano jugó en Puerto Madryn con la convicción de quienes están decididos a quedarse con el puesto.

DEBUTANTE.  Julio, que acompaña a Acosta (7) en su caminata, fue importante en el medio de un Atlético que sigue invicto. foto de maxi jonás (especial para la gaceta) DEBUTANTE. Julio, que acompaña a Acosta (7) en su caminata, fue importante en el medio de un Atlético que sigue invicto. foto de maxi jonás (especial para la gaceta)
23 Marzo 2015
Tal vez porque el último compatriota que pasó por el club, Jairo Castillo, no dejó un buen recuerdo, o tal vez porque su estilo de juego no es fácil de encajar en un torneo con pocos espacios y rivales que raspan mucho, es posible que el hincha del “decano” sea poco paciente con Miguel Julio, uno de los refuerzos más enigmáticos que llegaron a Atlético. Tan enigmático que Julio no es su nombre, sino su apellido. Su cédula dice Miguel Ángel Julio Rosette, así que algunos lo llamarán por sus dos nombres y el primer apellido y otros por su primer nombre y sus dos apellidos, pero nada más sencillo que Miguel Julio.

Sin embargo, ajeno al qué dirán sobre él o con qué nombre lo llamarán, el colombiano jugó en Puerto Madryn con la convicción de quienes están decididos a quedarse con el puesto. Es pronto para sacar conclusiones pero en el 2-2 contra Guillermo Brown, en su primer partido como titular, Julio se mostró como un interesante complemento para Pablo Garnier en la función de doble cinco.

Si el rubio es más un luchador, la cuota de energía que todo equipo necesita, el morocho se mostró como la paciencia para armar juego y la clarividencia para lateralizar la pelota. Uno combatió desde la trinchera. El otro planificó desde el atalaya. “Blanco y negro”, podrían presentarlos los relatores.

“Había jugado cinco minutos contra Ferro, pero éste era mi debut desde el arranque, y creo que las cosas se dieron bien. La grama (césped) estaba bien, el clima también, fue muy bonito jugar así. Tenía una responsabilidad que cumplir, había trabajado mucho en este tiempo y estoy conforme”, dijo Julio después del partido, al pie de las escaleras del colectivo que trasladaría al plantel de Atlético.

- Se suele decir que el fútbol argentino es difícil. ¿Te costaron los rivales, el árbitro?

- No, no, para nada. La pasé muy bien, la verdad.

- Mostraste buena técnica.

- Me gusta el dominio del balón. Creo que soy más técnico que mixto. En Colombia siempre miré mucho a Freddy Guarín. En Argentina me gustan Mascherano, más de marca, y Maxi Rodríguez, que también tiene llegada.

Miguel Julio llegó a Atlético por referencias concretas de Juan Manuel Azconzábal. “El Vasco ahora es el ‘profe’, pero fuimos compañeros en Independiente Medellín en el 2006 o 2007, por ahí. De ahí nos conocemos”, recuerda el “cafetero”, que ahora tiene 24 años.

Eran épocas en que Julio participaba en todas las selecciones juveniles de Colombia: jugó cinco Sudamericanos –un récord- entre las Sub 15 y 21, y dos Mundiales. “El Sub 17 en Corea del Sur, en 2007, y el Sub 21 en Colombia, en mi país, el de 2011. Jugué varios años en Independiente Medellín y ahora vengo de América de Cali, que está en la B, pero no deja de ser un grande del país”, dijo.

Julio sonrió cuando LG Deportiva le preguntó por qué usó la camiseta 9. “Pasa que en la 15, la que yo usé antes, el tallaje era muy pequeño”, dijo, aunque en Atlético el 9 está visto con recelo, como si fuera el culpable de que su portador no convierta goles.

El colombiano seguramente no hará muchos goles, pero quiere quedarse con el puesto. Si Azconzábal repite el jueves ante Instituto en el Monumental el mediocampo del sábado en Puerto Madryn –que les permite jugar a Acosta, Molina y González como un trío de mediapuntas, y a Menéndez como delantero neto-, otra vez será el turno de Miguel Julio. Materia prima tiene: sabe con la pelota.

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