Por LA GACETA
30 Marzo 2015
Es la ciencia que utiliza conjuntos de datos numéricos para obtener inferencias basadas en el cálculo de probabilidades. Es el estudio de los datos cuantitativos de la población, de los recursos naturales e industriales, del tráfico o de cualquier otra manifestación de las sociedades humanas. La estadística es una herramienta para relacionar, comparar dichos datos, de gran utilidad para llegar a conclusiones y tomar decisiones, así como para el diseño de políticas específicas para abordar problemas.
El jueves pasado, en declaraciones radiales, el ministro de Economía, Axel Kicillof, dijo que no conoce el número de pobres que hay en la Argentina. “Cuántos pobres hay es una pregunta bastante complicada. Últimamente no tengo el número de pobres, me parece que es una medida un poco estigmatizante”, afirmó el funcionario. Agregó que “hay 500 mediciones” sobre el tema, y acotó: “hay un índice que por los problemas de hacer homogénea la serie y hacerla nacional lleva más tiempo, y cuando esté, se va a publicar”. Por otro lado, negó que el Gobierno pretenda ocultar el índice de pobreza y defendió los planes sociales. “Este Gobierno ha hecho un trabajo muy fuerte, cuando sacamos los planes sociales, creemos que es inversión, reparación y un derecho económico. Son todas medidas de combate contra la pobreza extrema y la desigualdad estructural”, afirmó. Para defender a su par, el jefe de Gabinete criticó la idea de que “definir si un número más o menos me define cuál es la cantidad de pobres... no es la tarea del Gobierno la cantidad. La tarea del Gobierno es ocuparse del hombre y de la mujer de carne y huesos con sus hijos, de un país federal, que tiene que encontrarle respuesta a su gente”.
La última medición oficial de pobreza se remonta al primer semestre de 2013; el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) la estableció en el 4,7% de la población. Según este organismo, se considera indigente a quien no alcanza a cubrir la canasta básica alimentaria; y pobre a aquel que no cuenta con los ingresos para solventar una canasta básica total.
La pobreza es un fenómeno histórico que afecta a todos los países, en mayor o menor medida. Combatirla implica justamente luchar por la dignidad del ser humano, para que este alcance una calidad de vida buena. Y qué mejor modo de combatirla que manejarse con datos fidedignos extraídos de la misma realidad. La verdad no estigmatiza; todo lo contrario, permite aceptar la existencia de un problema en toda su magnitud, estudiarlo y buscar las soluciones convenientes. La distorsión de la realidad, valiéndose de eufemismos, tales como que la inflación era hasta hace poco “una sensación”, no hace otra cosa que confundir o generar la sospecha en el ciudadano de que le están mintiendo o “dorándole la píldora”.
Si no es tarea del Estado saber cuántos pobres tiene, ¿significa que los organismos privados u otras entidades deben ocuparse de esta labor? ¿Cómo luchar contra la miseria y la pobreza si no se tienen datos reales que las cuantifiquen y permitan tomar medidas o diseñar las políticas adecuadas o más convenientes? ¿Cómo un enfermo puede tomar conciencia de su enfermedad y luchar contra ella, si no sabe lo que tiene o qué medicamentos debe tomar?
Si aceptamos la realidad como se nos presenta, posiblemente nos iría mejor. “La verdad nunca daña una causa que es justa”, afirmaba el estadista y pacifista Mahatma Gandhi.
El jueves pasado, en declaraciones radiales, el ministro de Economía, Axel Kicillof, dijo que no conoce el número de pobres que hay en la Argentina. “Cuántos pobres hay es una pregunta bastante complicada. Últimamente no tengo el número de pobres, me parece que es una medida un poco estigmatizante”, afirmó el funcionario. Agregó que “hay 500 mediciones” sobre el tema, y acotó: “hay un índice que por los problemas de hacer homogénea la serie y hacerla nacional lleva más tiempo, y cuando esté, se va a publicar”. Por otro lado, negó que el Gobierno pretenda ocultar el índice de pobreza y defendió los planes sociales. “Este Gobierno ha hecho un trabajo muy fuerte, cuando sacamos los planes sociales, creemos que es inversión, reparación y un derecho económico. Son todas medidas de combate contra la pobreza extrema y la desigualdad estructural”, afirmó. Para defender a su par, el jefe de Gabinete criticó la idea de que “definir si un número más o menos me define cuál es la cantidad de pobres... no es la tarea del Gobierno la cantidad. La tarea del Gobierno es ocuparse del hombre y de la mujer de carne y huesos con sus hijos, de un país federal, que tiene que encontrarle respuesta a su gente”.
La última medición oficial de pobreza se remonta al primer semestre de 2013; el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) la estableció en el 4,7% de la población. Según este organismo, se considera indigente a quien no alcanza a cubrir la canasta básica alimentaria; y pobre a aquel que no cuenta con los ingresos para solventar una canasta básica total.
La pobreza es un fenómeno histórico que afecta a todos los países, en mayor o menor medida. Combatirla implica justamente luchar por la dignidad del ser humano, para que este alcance una calidad de vida buena. Y qué mejor modo de combatirla que manejarse con datos fidedignos extraídos de la misma realidad. La verdad no estigmatiza; todo lo contrario, permite aceptar la existencia de un problema en toda su magnitud, estudiarlo y buscar las soluciones convenientes. La distorsión de la realidad, valiéndose de eufemismos, tales como que la inflación era hasta hace poco “una sensación”, no hace otra cosa que confundir o generar la sospecha en el ciudadano de que le están mintiendo o “dorándole la píldora”.
Si no es tarea del Estado saber cuántos pobres tiene, ¿significa que los organismos privados u otras entidades deben ocuparse de esta labor? ¿Cómo luchar contra la miseria y la pobreza si no se tienen datos reales que las cuantifiquen y permitan tomar medidas o diseñar las políticas adecuadas o más convenientes? ¿Cómo un enfermo puede tomar conciencia de su enfermedad y luchar contra ella, si no sabe lo que tiene o qué medicamentos debe tomar?
Si aceptamos la realidad como se nos presenta, posiblemente nos iría mejor. “La verdad nunca daña una causa que es justa”, afirmaba el estadista y pacifista Mahatma Gandhi.