San Martín apenas pudo empatar con Altos Hornos Zapla

El "Santo" jugó mal, repitió errores y se fue cuestionado de La Ciudadela.

PELIGROSO. A Uribe, que complicó constantemente a la defensa de Zapla, le faltó compañía y que le acerquen bien el balón. la gaceta / foto de antonio ferroni PELIGROSO. A Uribe, que complicó constantemente a la defensa de Zapla, le faltó compañía y que le acerquen bien el balón. la gaceta / foto de antonio ferroni
Si la primera fue fea, la segunda rozó lo burdo. Una vez más San Martín se sometió a hacer todo lo que seguramente no practica en la semana. El resultado está a la vista: segundo empate (esta vez fue 0-0) en fila en casa y cero argumento como para pensar que la suerte es culpable de que el equipo no pueda embolsar el mayor botín de un partido de fútbol: los tres puntos.

San Martín volvió a acuartelarse en una pileta de arena movediza. No avanzó en la cancha, apenas si empujó a un Altos Hornos Zapla que tuvo pinta de ser el Manchester United por un día. Pero no porque los jujeños hayan sido una luminaria en La Ciudadela. Lo que lo asemejó a un club de elite, comparándolo con la producción del “santo”, fue que entendió que lo simple es simple y que un pase bien puesto puede romper cualquier barrera. Zapla llegaba a merodear el área de Juan Carrera en apenas cuatro o cinco toques. Si no era una lanza, sus hombres, buscaban complicidad al ras del piso.

El dueño de casa, en cambio, fue por la solitaria idea de que sus individualidades podían ser más que el bloque. Error. Si el objetivo era salir por la banda de Piarrou, habrá que enderezar sus rieles. El lateral no fue salida. La pelota fue un yunque para él. Mucho empeño, poca astucia. De hecho, el medio de San Martín entró a la cancha inmolado. Apenas si Diego Bucci levantó la cabeza sobre el cierre. Lo de Carlos Ponce, Lucas Bossio y Marcelo Castellano fue con más pena que gloria. Demasiado largos entre ellos, demasiado evidentes, demasiado lentos para soltar el cuero.

Y si la intención de triunfo de San Martín alguna vez entró en sintonía fue porque Brian Uribe se las arregló para complicar, con y sin la pelota. Y porque también, cuando la nafta del tanque iba agotándose, los ingresos de Jesús Soraire (por Castellano) y de Lucas Chacana (por Agudiak) algo despabilaron al dueño de casa.

San Martín deberá hacer un examen de conciencia y entender que el fútbol es un todo, no solo ideas colgadas. Si no, hablar de ascenso suena a utopía.

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