Ocho años en el cielo

Por Carlos R. Paz - Archivo LA GACETA

EN SU AVION. Carola Lorenzini saliendo de su Focke Wulf monoplaza luego de aterrizar en Tucumán. EN SU AVION. Carola Lorenzini saliendo de su Focke Wulf monoplaza luego de aterrizar en Tucumán.
19 Abril 2015
Carola Lorenzini no fue la primera mujer piloto de la Argentina, pero sí una de las más queridas y recordadas. Dueña de un tesón y una perseverancia notables, quedó en la memoria colectiva por muchísimo tiempo. En abril de 1940 estuvo en Tucumán, y al año siguiente se mató haciendo acrobacias extremas.

Nació en 1899 en San Vicente, Buenos Aires. Practicó varios deportes y en 1925 fue campeona de atletismo. Pero su sueño era volar, ser piloto. Y tal deseo, siendo mujer, en las primeras décadas del siglo pasado, era algo complicado.

Trabajó, reunió dinero y luego de un pesado trámite, en 1931 comenzó a tomar clases de vuelo en un Fleet 51. Puso mucho coraje y decisión, y el 4 de noviembre de 1933 el Aero Club Argentino le otorgó el carnet de Piloto Aviador Civil.

Fue la primera mujer instructora de vuelo en América del Sur; en 1935 batió el récord de altura y meses más tarde atravesó el Río de la Plata en solitario.

Pero su pasión eran las piruetas. Su maestro, Santiago Germanó, la transformó en toda una experta. Desde 1938 planeó un raid por todo el país para unir las 14 provincias de entonces. Algo que concretaría en 1940 y que le valió ocupar nada menos que la tapa de la famosa revista “El Gráfico”. Impensado para una mujer.

Llega a Tucumán

El paseo por territorio nacional la trajo a nuestro “Benjamín Matienzo” el 8 de abril de 1940. La crónica de LA GACETA del día siguiente fue muy generosa: una página casi completa, con título a ocho columnas, bien ilustrada.

Fue recibida por el presidente del Aero Club local, don José C. Posse, además de los dirigentes Emilio Block, Bernardo Racedo Aragón, Carlos B. Uriburu, Luis Mendoza Padilla, los pilotos Carlos Agüero, Pedro Cipitelli, Alfredo Turbay y el presidente de la Caja Popular, Miguel Frías, entre otras personalidades.

A las 17.33 Carola Lorenzini aterrizó su Focke Wulf, de la Fábrica de Aviones de Córdoba y el numeroso público entró en delirio. Nuestro hábil cronista le arrancó jugosas anécdotas. Luego pidió permiso para una sesión de acrobacia. Despegó y se dedicó a hacer trepadas, toneaux impecables, looping the loop y su famoso looping invertido (el avión al revés y casi a ras del suelo). Para el público fue una media hora de asombro. No podían creer que alguien pueda hacer tantas arriesgadas piruetas con un avión. 

La delegación se alojó en el Hotel España y al otro día fueron agasajados en la Confitería Aconquija. Partieron a las 16.20 rumbo a Santiago del Estero.

La tapa de LA GACETA del 24 de noviembre de 1941, decía “Se mató Carola Lorenzini”. Fue en Morón, haciendo exhibiciones.

Desde que se graduó de piloto, hasta su deceso, habían transcurrido sólo ocho años. Para ella la aviación no fue un pasatiempo sino una conquista en un terreno netamente habitado por hombres.

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