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Recuerdo una conferencia de prensa en plenos Juegos Olímpicos de Atlanta 96. Invitaba Nike y estaban, juntas, varias de las principales estrellas del atletismo mundial. Imposible no asistir. La primera pregunta, acaso inevitable, porque era un tema caliente del momento, fue sobre el doping. “No se puede preguntar sobre doping”, cortó de cuajo el organizador. La segunda pregunta tenía que ver con una cuestión política interna de la Federación Internacional de Atletismo. “No se puede hablar de política”, volvió a cortar el organizador. Y la tercera, el orden que describo tal vez no sea exacto, fue sobre la seguridad en los Juegos, que días después serían centro de un atentado. “No se habla de ese tema”. La nueva intervención del organizador dejó a los periodistas ciegos, sordos y mudos. Preguntando con toda formalidad al atleta si tenía confianza en ganar y el atleta respondiendo que por supuesto que sí, que respetaba a sus rivales pero se había preparado para llegar a primero. Nadie objeta más nada y la conferencia siguió previsible, aburrida y a gusto del patrocinador.

Uno de las últimas grandes figuras del deporte, el golfista Tiger Woods, fue estrella de la TV desde los tres años de edad. Fue modelado por IMG, su agente comercial, para ser el primer deportista en superar los 1.000 millones de dólares en ganancias. Casi todo ese dinero fue aportado por patrocinadores felices con la imagen del deportista modelo. Felices con el instituto de educación que abrió la Fundación Tiger Woods, con un programa que incluía un libro sobre la educación del golfista y capítulos titulados “Sé un héroe cotidiano”. “Be like Tigre” (“Sé como Tiger”) y “Go on, be a Tiger”, decían las campañas publicitarias que recaudaban millones. Sabemos que la imagen de deportista modelo entró en crisis cuando estallaron las numerosas infidelidades matrimoniales de Woods. Una crisis de vida privada que fue tema central de todos los noticieros porque también el propio protagonista casi había renunciado a su intimidad. Pero no nos importa tanto aquí la hipocresía del hombre modelo que nos pintaba el discurso de los patrocinadores. Ya antes de que estallara ese escándalo, Woods, exprimido por sus patrocinadores, había protagonizado un muy difundido comercial en el que jugó con su piel negra, cuestionando al racismo que impedía a los negros pisar una cancha de golf. Los periodistas preguntaron a Woods si, ya que cuestionaba al racismo, adhería entonces a un boicot que impulsaban en aquellos tiempos las hermanas tenistas Venus y Serena Williams contra Carolina del Norte porque en ese estado flameaba aún la vieja bandera racista de la Confederación. Woods se atragantó con las palabras y no dio respuesta. “Sólo recuerdas que eres negro para los comerciales”, lo criticó la periodista Christin Brennan, del “USA Today”.

La introducción viene a cuento de lo que sucedió esta última semana con Daniel Osvaldo. El atacante rockstar de Boca y su pareja actriz, sabemos, fue tapa de revistas de moda, actualidad y farándula. “La primera tapa hot de Jimena Barón y Daniel Osvaldo”. La revista “Gente” los tiene como protagonistas: “todas las fotos y lo más picante de la entrevista”. “Tenemos ganas de casarnos”, decía el goleador, guitarra en mano y mujer a su lado, ambos en la cama.

“La producción cool de Jimena Barón y Daniel Osvaldo: se quieren casar y tener otro hijo”, decía, como muchos otros, un conocido portal de la web. “El sex symbol argentino”, lo presentaba la revista “Caras”. Su pasión rockera, sus anteojos con aire intelectual lo hicieron modelo ideal. Y él que accedía a todo. A posar con su guitarra Gibson Les Paul, con el poster de Mick Jagger, con la foto de Jim Morrison, sacando la lengua stone, la novia tentada para bailar el caño por la TV, pero él no la deja, los Beckham de barrio, el hijo que planifican, el matrimonio sin apuro, la TV Fox que muestra a la novia que celebra los goles en el palco VIP ¡Quince agentes de seguridad! “El boom Osvaldo”.

El goleador (lleva seis tantos en nueve partidos) exhibió algo de calidad y también de las actitudes que le valieron salidas precoces de los numerosos equipos previos. En un partido, por ejemplo, formuló un reproche ostentoso al uruguayo Nicolás Lodeiro, que corría por él y por todos. Lodeiro, buena gente, aguantó el reproche y también el desplante luego cuando el uruguayo buscó explicar por qué no había podido pasarle el balón. Otro jugador, tal vez, habría respondido mal dentro de la cancha. También se salvó de una roja cuando invitó a comer pasto al defensor Leandro Desábato, en el partido contra Estudiantes. “Comé pasto, burro”, como si él fuera Diego Maradona, que jamás tuvo un gesto así ante cualquier adversario. Osvaldo en todos lados. Nadie lo objetó. Ni el DT de bajo perfil Rodolfo Arruabarrena, porque tanta exhibición favorecía supuestamente a todos, especialmente a patrocinadores que ponen dinero. Y a los políticos interesados en Boca, porque este año hay elecciones en el club y en el país. Osvaldo en todos lados, menos en uno. Lo supimos esta semana. La revista de cultura villera “La Garganta Poderosa”, que logró entrevistas con Maradona, Lionel Messi, Carlos Tevez, Manu Ginóbili y hasta Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, entre otros, también buscó al delantero de moda.

“La Garganta Poderosa”, claro, no es “Gente”. Y tampoco “Caras”. No hay fotos de mansiones VIP. Sino relatos de la vida en la villa. El agente de Osvaldo había dado el OK, inclusive cuando “La Garganta Poderosa” le dijo si el atacante podía dar una especie de homenaje a Gastón Arispe Huamán, un pibe de 13 años fallecido el 9 de marzo al caer en un pozo ciego de la villa Rodrigo Bueno, Costanera Sur, casi pegada al coqueto Puerto Madero. Gastón murió al caer en un pozo de cuatro metros de profundidad cuando intentaba rescatar a un gato, según explicó su madre, quien comentó también que el pozo en cuestión finalmente fue tapado un mes después de la muerte de su hijo. En la villa Rodrigo Bueno viven cerca de 3.000 habitantes. La mitad de ellos son menores de edad que siguen esperando que el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires cumpla una orden judicial sobre la asistencia de servicios básicos, un tema que llegó hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que por primera vez trató un caso de este tipo, que sirve como testigo de la problemática habitacional en América Latina.

La nota se había pautado en la villa Rodrigo Buenos. Pero Osvaldo, según Boca, no está autorizado a hablar de Gastón. “Si quieren entrevistarlo, en el club, la nota se hará con las normas de Boca. Deben enviar las 10 preguntas por mail, únicamente deportivas”, explicaron desde el club. Mick Jagger, los Stones, el caño de Tinelli, la moda, el amor, hijos, casamiento y lo que fuere tampoco son preguntas deportivas. Pero de eso sí se podía y se podrá hablar.

De Gastón no. Porque hablar de Gastón implica hablar de otras cosas. Ningún ídolo deportivo está obligado a hablar de cuestiones sociales. Osvaldo había dado el ok. Fue Boca, según el comunicado oficial de “La Garganta Poderosa”, de casi nula difusión pública, el que prohibió a Osvaldo hablar de Gastón. Ya no hará falta ninguna prohibición. Ahora se vienen los Boca-River. El atacante rockstar podrá volver a exhibir guitarras siempre y cuando haga goles. Pero de Gastón no. De eso no se habla.

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