Por Nicolás Iriarte
20 Abril 2015
DE RACHA. Luis Rodríguez, quien escapa de la marca de Ariel Agüero, anotó su segundo gol al hilo y el tercero del torneo. LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO
Es extraño como un partido puede mantenerse aburrido en casi sus 90 minutos aún con dos goles en el medio. Sucedió con la victoria de Atlético sobre Independiente Rivadavia por 2 a 0.
Los verborrágicos goles de Luis Rodríguez y Guillermo Acosta, nuevamente goleadores del equipo, interrumpieron un trámite que casi siempre se hizo lento y por momentos tedioso, sobre todo en el primer tiempo.
Lo bueno para el equipo de Juan Manuel Azconzábal es que ni siquiera esos segundos en los que el Monumental estalló, modificaron las posturas. La “lepra” pareció traer un solo plan y no encontró nada en sus papeles para salir a buscar un gol cuando quedó en desventaja.
La rareza de las acciones en 25 de Mayo y Chile fueron alimentadas por los antecedentes de Atlético que venía entreteniendo a espectadores neutrales con sus partidos. Goles a favor y goles en contra por todas partes.
Pero si en esos partidos algunos quisieron ver el vaso medio vacío (las fallas en la última línea), el de ayer puede servir para ejercitar lo contrario: ver el vaso lleno. Con un aguerrido Franco Sbuttoni a la cabeza, la defensa hizo su trabajo a la perfección.
Y no solo disminuyó a la mínima expresión al andamiaje ofensivo mendocino sino que al ver la pasividad, atacaron muy bien cuando pudieron. Y sea con las patriadas del central o con las proyecciones de sus laterales.
Después de todo, aburrir no tiene que ser un demérito en un equipo que viene haciendo lo contrario y terminó consiguiendo lo que quería. Uno de los grandes responsables en mantener todo en el mismo tono fue Franco Quiroga, que arrancó errático pero luego se levantó como una de las figuras del partido, neutralizando los intentos de los volantes del visitante.
Seguramente no será el partido que Atlético mostrará en el especial de fin de año, pero el 2-0 es tentador desde todo punto de vista. Sobre todo, desde el que se puede ver a Atlético por arriba de todos.
Los verborrágicos goles de Luis Rodríguez y Guillermo Acosta, nuevamente goleadores del equipo, interrumpieron un trámite que casi siempre se hizo lento y por momentos tedioso, sobre todo en el primer tiempo.
Lo bueno para el equipo de Juan Manuel Azconzábal es que ni siquiera esos segundos en los que el Monumental estalló, modificaron las posturas. La “lepra” pareció traer un solo plan y no encontró nada en sus papeles para salir a buscar un gol cuando quedó en desventaja.
La rareza de las acciones en 25 de Mayo y Chile fueron alimentadas por los antecedentes de Atlético que venía entreteniendo a espectadores neutrales con sus partidos. Goles a favor y goles en contra por todas partes.
Pero si en esos partidos algunos quisieron ver el vaso medio vacío (las fallas en la última línea), el de ayer puede servir para ejercitar lo contrario: ver el vaso lleno. Con un aguerrido Franco Sbuttoni a la cabeza, la defensa hizo su trabajo a la perfección.
Y no solo disminuyó a la mínima expresión al andamiaje ofensivo mendocino sino que al ver la pasividad, atacaron muy bien cuando pudieron. Y sea con las patriadas del central o con las proyecciones de sus laterales.
Después de todo, aburrir no tiene que ser un demérito en un equipo que viene haciendo lo contrario y terminó consiguiendo lo que quería. Uno de los grandes responsables en mantener todo en el mismo tono fue Franco Quiroga, que arrancó errático pero luego se levantó como una de las figuras del partido, neutralizando los intentos de los volantes del visitante.
Seguramente no será el partido que Atlético mostrará en el especial de fin de año, pero el 2-0 es tentador desde todo punto de vista. Sobre todo, desde el que se puede ver a Atlético por arriba de todos.