10 Julio 2015
“Hay políticas que ignoran derechos humanos”
El arzobispo de Tucumán, monseñor Alfredo Horacio Zecca, pronunció una dura homilía durante el Tedeum realizado en la Iglesia Catedral. Recriminó al Gobierno por leyes “de dudosa legitimidad jurídica, basadas en un positivismo inaceptable”. También cuestionó la aplicación del protocolo para el aborto en casos no punibles
SINGULAR DUREZA. El arzobispo Alfredo Horacio Zecca instó a los legisladores a que defiendan los derechos humanos con leyes dignas para los tucumanos. la gaceta / foto de Osvaldo Ripoll
Con su Gabinete en pleno y en ausencia absoluta (e inédita) de los integrantes del gobierno municipal, el gobernador José Alperovich soportó la homilía más dura de sus 12 años de mandato. El arzobispo de Tucumán, monseñor Alfredo Horacio Zecca, recriminó al Gobierno actual la puesta en marcha de “leyes de dudosa legitimidad jurídica, basadas en un positivismo inaceptable”, que “se articulan con políticas públicas que ignoran elementales derechos humanos”. Se refería, concretamente, al protocolo del derecho a la interrupción del embarazo y a los proyectos curriculares que avanzan “sin contemplar la libertad de enseñanza ni el derecho de los padres a elegir la educación que quieren para sus hijos”.
Como ocurrió en el último lustro, la presidenta Cristina Fernández no estuvo presente en la ceremonia. A pesar de que rige desde hace 24 años el decreto 81/91 por el cual San Miguel de Tucumán es capital de la Nación los días 8 y 9 de julio, en 2009 fue la última vez que la presidenta asistió al Tedeum. En años anteriores vino a la provincia pero después de la ceremonia, como ocurrió ayer.
Enmarcado en un altar adornado con crisantemos y lilum blancos, monseñor Zecca inició su homilía agradeciendo la presencia de representantes de la Mesa de Diálogo Interreligioso. Lo mismo había hecho en la víspera, en la misa que presidió en el templo de San Francisco, donde destacó las virtudes de la prudencia y la honestidad, que deben regir en la conducta de cualquier mandatario.
La primera parte del sermón estuvo reservada a una reseña histórica del “tortuoso camino a la independencia”, de la intervención providencial de Nuestra Señora de la Merced y de la presencia de la Iglesia con sus 21 sacerdotes, en la declaración de la independencia. Desde sus sillas tapizadas en terciopelo rojo, Beatriz Rojkés de Alperovich mantenía la mirada fija en un punto indefinible del altar, mientras su esposo, con el rostro hacia un costado, no hacía por levantar la vista. Solamente cuando el sermón se elevó de tono, los ojos de ambos se clavaron en el sacerdote. Juan Manzur, en cambio, siguió casi sin pestañear todo el discurso.
“No dejo de valorar los esfuerzos que se hacen desde los gobiernos nacional y provincial, pero reclamo más participación en la gestión de las políticas públicas y, sobre todo, en la elaboración de los diseños curriculares. El apoyo del Estado, aun financiero, debe ser más fuerte y proporcional al compromiso de la Iglesia que ha estado siempre presente, desde los orígenes de nuestra nacionalidad”, advirtió el purpurado. Los ministros Beatriz Mirkin, de Desarrollo Social, y Jorge Jiménez, de Economía, cruzaron miradas y levantaron las cejas. Con el rostro gélido, la primera dama repiqueteó la punta de su bota derecha y su esposo dejó temblar su rodilla en un tic involuntario.
Al terminar, y sólo después de sacarse una foto con sus amigos del Diálogo Interreligioso, Zecca se bajó del altar para saludar con besos y abrazos al mandatario saliente y a su esposa.
Como ocurrió en el último lustro, la presidenta Cristina Fernández no estuvo presente en la ceremonia. A pesar de que rige desde hace 24 años el decreto 81/91 por el cual San Miguel de Tucumán es capital de la Nación los días 8 y 9 de julio, en 2009 fue la última vez que la presidenta asistió al Tedeum. En años anteriores vino a la provincia pero después de la ceremonia, como ocurrió ayer.
Enmarcado en un altar adornado con crisantemos y lilum blancos, monseñor Zecca inició su homilía agradeciendo la presencia de representantes de la Mesa de Diálogo Interreligioso. Lo mismo había hecho en la víspera, en la misa que presidió en el templo de San Francisco, donde destacó las virtudes de la prudencia y la honestidad, que deben regir en la conducta de cualquier mandatario.
La primera parte del sermón estuvo reservada a una reseña histórica del “tortuoso camino a la independencia”, de la intervención providencial de Nuestra Señora de la Merced y de la presencia de la Iglesia con sus 21 sacerdotes, en la declaración de la independencia. Desde sus sillas tapizadas en terciopelo rojo, Beatriz Rojkés de Alperovich mantenía la mirada fija en un punto indefinible del altar, mientras su esposo, con el rostro hacia un costado, no hacía por levantar la vista. Solamente cuando el sermón se elevó de tono, los ojos de ambos se clavaron en el sacerdote. Juan Manzur, en cambio, siguió casi sin pestañear todo el discurso.
“No dejo de valorar los esfuerzos que se hacen desde los gobiernos nacional y provincial, pero reclamo más participación en la gestión de las políticas públicas y, sobre todo, en la elaboración de los diseños curriculares. El apoyo del Estado, aun financiero, debe ser más fuerte y proporcional al compromiso de la Iglesia que ha estado siempre presente, desde los orígenes de nuestra nacionalidad”, advirtió el purpurado. Los ministros Beatriz Mirkin, de Desarrollo Social, y Jorge Jiménez, de Economía, cruzaron miradas y levantaron las cejas. Con el rostro gélido, la primera dama repiqueteó la punta de su bota derecha y su esposo dejó temblar su rodilla en un tic involuntario.
Al terminar, y sólo después de sacarse una foto con sus amigos del Diálogo Interreligioso, Zecca se bajó del altar para saludar con besos y abrazos al mandatario saliente y a su esposa.
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