Atlético maduró y derrotó a Santamarina

El "Decano" fue un equipo serio ante otro de iguales características y venció por 2-1 en un partido clave. Los goles

ESTA VEZ NO PUDO. “Pulguita” Rodríguez corre tras la pelota ante la marca de Scoppa. El simoqueño aportó en la definición. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA ESTA VEZ NO PUDO. “Pulguita” Rodríguez corre tras la pelota ante la marca de Scoppa. El simoqueño aportó en la definición. LA GACETA / FOTO DE HÉCTOR PERALTA
El de ayer era un partido para personas maduras. Individuos que, de conseguir cierta madurez durante 90 minutos, formarían un equipo compacto y darían forma a una victoria superadora. En cada mitad del campo se ubicaron dos equipos que se ajustaron a esas características, pero para suerte de las miles de personas que fueron al Monumental, el local fue el más adulto de los dos.

Gracias a esa madurez, Atlético superó en todo sentido a Santamarina. Por muy poco, pero lo superó al fin. Lo superó en el marcador, a penas por un gol ya que le ganó 2 a 1. Lo superó en el trámite del juego, también por una exigua diferencia y los sustos finales dieron cuenta de eso. Por último, lo superó en la tabla, quizás el triunfo más importante de todos pero imposible de lograr sin festejar en los dos primeros apartados.

En esta pelea de dos de los equipos más consolidados del torneo junto a Patronato, no había lugar para chiquilinadas, golpes o berrinches sin sentido. Si hubo faltas, fueron cometidas inteligentemente. Si hubo quejas, ayudaron pícaramente a condicionar a un Sergio Pezzotta que por momentos exasperó al público. La victoria no llegaría de otro modo.

Juan Manuel Azconzábal prefirió dejar solo a Miguel Julio, de flojo partido, con tal de merodear el área de Leandro Requena con más gente. No pareció dar resultado los primeros minutos pero un adulto no se desespera. Si algo no funciona, esperará lo suficiente hasta que lleguen los frutos o deberá modificarlo. Esto último no fue necesario, gracias a Guillermo Acosta, la figura del partido.

“Bebé” recibió desde la derecha, elevó la pelota para sacarse de encima la marca y la clavó en un ángulo. A partir de ahí, el florecimiento de un equipo que perdió infantilmente en Córdoba apareció. El gol de Emanuel Molina lo confirmó.

Terminar un partido sin sufrimientos ante el escolta de un torneo hipercompetitivo era una utopía por lo que aguantar el 2-1 era una obligación que debía cumplir sin chistar. Y así lo hizo. Quizás más adelante pueda cometer viejos errores pero ayer, Atlético fue un equipo maduro que consiguió una victoria clave.

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