Una nena de 10 años murió al quemarse su pieza y dos de sus hermanos están graves

El padre de los chicos reventó a patadas la puerta para poder rescatarlos del fuego, pero las llamas ya habían producido serias heridas. Los dos pequeños que están internados en el hospital de Niños serían trasladados a Buenos Aires. Dos hipótesis.

EL COLCHÓN. La abuela de los pequeños muestra los rastros del incendio. la gaceta / fotos de diego aráoz EL COLCHÓN. La abuela de los pequeños muestra los rastros del incendio. la gaceta / fotos de diego aráoz
19 Septiembre 2015
En la heladera de los Oliva hay dos tortas. Las iban a cortar esta noche para celebrar el cumpleaños número 11 de Agustina Ayelén Oliva. Pero en la casa no habrá festejos. La niña perdió la vida y sus dos hermanitos (Lara Nicol Oliva de cinco años y Benjamín Tiago Oliva de tres) están internados, con grandes partes de sus cuerpos quemados.

El incendio en el que quedaron atrapados se desató el jueves a la noche, en la casa de la familia que está ubicada en el barrio Este de la comuna de El Manantial. Lilia Mamaní, la abuela de los chicos, contó que los tres estaban en un mismo dormitorio (un módulo habitacional situado en la parte de atrás de la vivienda), viendo televisión. “En la pieza había una cama cucheta y otra cama chica. A ellos les gustaba tirar los colchones al piso, taparse con una sábana y hacer como una ‘carpita’. Ahí se tiraban a ver la tele”, explicó la mujer.

“No sé qué habrá pasado, solo Dios y ellos lo saben”, dijo la abuela. Lilia maneja dos hipótesis: que se haya producido un cortocircuito o que los mismos chicos hayan provocado el incendio con un encendedor. La mujer recordó que esa noche su nieto más chico le había contado que el foco de la pieza se prendía y se apagaba solo, y que después le pidió un encendedor para que su papá prendiera la hornalla de la cocina.

Una explosión


Mientras los chicos miraban televisión en la pieza, los padres aprovecharon para ir a comprar a un almacén que funciona a pocos metros de la casa. “Mi hijo y mi nuera habían salido a comprar espirales porque había muchos mosquitos”, contó Lilia. “Dicen que cuando volvieron sintieron una explosión y mi hijo corrió porque pensó que a la vecina de al lado se le había explotado la garrafa, pero no. Después vio que salía humo por la ventana”, agregó la abuela.

Lilia dijo que la puerta metálica de la habitación de los chicos se había trabado a causa del calor y que era imposible abrirla. Desesperado por rescatar a sus hijos, Néstor Fabián Oliva comenzó a patear la puerta hasta que consiguió abrirla. La luz se había cortado y era imposible ver algo en medio de las llamas y el humo. “Los vecinos le alcanzaban baldes con agua. Cuando mi hijo apagó el fuego, entró tanteando todo hasta que encontró a los chicos y los sacó”, relató la mujer, que señaló que el olor de los colchones quemados había invadido el barrio.

Los tres hermanitos estaban inconscientes y habían sufrido graves quemaduras. Su mamá, Rocío Anahí Condorí, salió enloquecida a la calle a buscar ayuda. Dos vecinos ofrecieron sus vehículos para trasladar a los chicos al hospital del Niño Jesús, donde quedaron internados.

Posible traslado

Los padres de los niños quemados no se fueron del hospital en todo el día. Los médicos les comunicaron que su estado era delicado. “La más grave es la mayor (Agustina), que tiene más del 90% del cuerpo quemado y afectadas las vías respiratorias”, había señalado Lilia temprano. Pocas horas después, se conocería la triste noticia de su fallecimiento.

Según el parte médico, Benjamín tiene quemaduras en el 30% de su cuerpo y Lara, en el 70%. “Están muy complicados y en la terapia intensiva, por lo que seguimos su evolución minuto a minuto. Por ahora, todos están con asistencia respiratoria mecánica”, había informado durante la mañana Oscar Hilal, el director del hospital.

Por la tarde, a Lilia le comunicaron que Benjamín y Lara debían ser trasladados a Buenos Aires en el avión sanitario. “A la otra nena no la pueden mover porque está muy delicada”, agregó la mujer antes de que la niña muriera, rodeada por los colchones, la ropa y los juguetes quemados de los chicos.

“Agustina había hecho todos los planes para su cumpleaños, había anotado en un cuadernito hasta lo que quería comer ... ya no tengo lágrimas de tanto llorar”, lamentó la abuela; y agregó: “Ha pasado todo tan rápido que parece un sueño”.

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