Diego Latorre: fuera de serie

“Gambetita”, ahora periodista, dio una charla y demostró porque es distinto.

 LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO LA GACETA / FOTO DE JORGE OLMOS SGROSSO
28 Noviembre 2015
Ya son más de las 14 y en una parrillada de Barrio Sur esperan por Diego Latorre. Aquel amante del zigzag sobre el campo de juego aterrizó hace una hora en Tucumán mas que nada para dar una conferencia nocturna sobre lo que practicó profesionalmente por 18 años y de lo que ahora comenta, opina y escribe: El fútbol nuestro de cada día. Así se titula la charla que organizó la Asociación de Prensa de Tucumán en uno de los anfiteatros del hotel Hilton y que auspició LA GACETA.

“Ahí está”, dice uno de los organizadores de un almuerzo que le cargará energías para un agitado día. Latorre se asoma entre la gente con una camisa de jean, un pantalón oscuro ajustadísimo y una especie de botinero negro a lunares blancos, en el que seguramente ya no carga botines. Con una sonrisa a cuestas saluda a cada uno de los comensales que llegaron primero que él y no tiene problemas en brindar una entrevista antes de la comida.

Si hay algo que puede notarse -o quizás, confirmarse- durante los 19 minutos en los que habló con LG Deportiva es que sus gambetas ya no esquivan jugadores sino lugares comunes. Latorre dirá lo que pocos ex jugadores y actuales periodistas se animan a decir. Parece el anuncio de que ventilará intimidades de un vestuario o de las oficinas de los medios para los que trabaja, pero no. Él mismo se encargó de decir que a esta altura, eso se ha transformado en lo más común del periodismo.

Latorre tiene miedo

“Después de dejar el fútbol, quería tomarme uno o dos años para buscarme y preguntarme como iba a sobrellevar un vida larga después del fútbol sobre todo en el aspecto humano, psicológico y hasta laboral. Hasta que apareció esto (el periodismo)”, contó Latorre. “Tenía miedo de no saber qué hacer, como le pasa a cualquiera”. Permitámonos sorprendernos gratamente porque un protagonista del ambiente del fútbol admite naturalmente tener miedo, algo que más que una mala palabra parece ser un insulto en el mundillo de la pelota.

Latorre no sabe

La afirmación parece casi una falta de respeto pero no saber algo en el universo de Diego Latorre no lo es. Claro que sabe de fútbol y lo transmite como pocos en radio Del Plata, en sus comentarios en Fox Sports y en sus columnas del diario deportivo Olé y El País, de España.

Pero en ese momento, en el que había dejado el fútbol y planeaba meterse de lleno en los medios, se supo ignorante de ciertas cosas (con lo que ello significa) y con los resultados que tenemos a la vista: es uno de los ex deportistas más creíbles y seguidos de los que ocupan un lugar en TV, gráfica o radio. “Me fui dedicando cada vez más a mi nuevo trabajo. Comencé a comprender el fútbol desde otro lugar sin perder el eje de que fui futbolista”, aclaró.

Latorre tiene frío

En un momento del fútbol donde la dialéctica del hincha y el jugador pasa por agredirse por las temperaturas de sectores del cuerpo, Latorre también la deja en el camino. “Qué hermosa cualidad es ser ‘frío’. Frío para observar y no chocar, frío para definir eligiendo y no al bulto. Qué hermosa cualidad”, escribió en su cuenta de Twitter hace algunos días.

Semanalmente, en esa misma plataforma, manifiesta su fanatismo por el fútbol vistoso, libre de todo apodo peyorativo.

La grieta, esa palabra tan utilizada por estos días en la política, se ve aplicada en el fútbol desde los tiempos de Carlos Bilardo y César Luis Menotti, pero a diferencia de la otra, que parece ensancharse, Latorre ve el efecto contrario en el fútbol.

“Existe pero es cada vez más chica. Nos estamos nutriendo de lo que pasa en el mundo, empezando a ver el fútbol de otra forma, más cercana a Menotti. Está cambiando la metodología de entrenamiento, el jugador tiene más chances de desarrollarse y está más dispuesto a entender varias consignas de juego”, asegura.

“La nueva camada de entrenadores ha estudiado y se ha preparado afuera. Creo que todo esto se ha insertado desde la revolución futbolística que impuso el Barcelona de Pep Guardiola. Porque no solo tuvo un efecto estético sino pedagógico: los equipos han ido extrayendo cosas de este equipo”, prosiguió.

Sobre el final de la charla, hay espacio para más respuestas fuera de lo común que nacen de recuerdos como el gesto de taparse la nariz (como si sintiera mal olor) mirando a la hinchada de Boca jugando para Racing o la frase “Boca es un cabaret”, años antes.

“Sería muy demagógico mostrarme tremendamente arrepentido. Yo aprendí de eso. Fui eso y fui todo lo otro que hice en el fútbol. No saco pecho, ojo, pero tampoco lo niego. A veces lo veo de vuelta y me veo ahí, estoy ahí pero yo ya soy otro”.

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