15 Diciembre 2015
RÍO DE JANEIRO. Los manifestantes cariocas utilizaron carteles con la inscripción “Fuera Dilma” del Gobierno. reuters
BRASILIA.- La oposición de Brasil prometió realizar nuevas manifestaciones en favor del posible juicio político contra la presidenta, Dilma Rousseff, a pesar de que los actos del domingo último tuvieron un 70% menos de participantes que en marzo, según un cálculo de la encuestadora Datafolha, y trató de explicar con ligereza esa caída de adhesiones.
“Las protestas fueron un éxito. ¿Por qué?. Porque lo que queríamos era calentar las turbinas” para las protestas del año que viene cuando estará más avanzado el juicio político, dijo el senador Cassio Cunha Lima, titular del bloque opositor Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB).
El congresista sostuvo que la menor participación de opositores al gobierno no es algo “irreversible”, pues el número de indignados irá creciendo en los próximos meses junto con el proceso de “impeachment (juicio político)”.
El Ejecutivo, en tanto, consideró “como un balón de oxígeno” la baja adhesión a las protestas que exigieron la destitución de Rousseff.
Aunque la merma en la asistencia a las marchas trajo alivio, el Gobierno mantiene cautela ante la crisis política. El resultado de las protestas fue analizado por la propia jefa de Estado en una reunión que sostuvo con una decena de ministros, la cual concluyó sin declaraciones a los periodistas.
No obstante, fuentes oficiales consultadas por la agencia EFE reconocieron que la escasa respuesta a la convocatoria fue casi como un “balón de oxígeno” para el Gobierno. “Alivia un poco la presión, aunque no basta para decir que está todo resuelto”, señaló un portavoz de la Presidencia, en alusión a que el trámite de cara a un juicio político contra Rousseff puede ser reanudado esta misma semana.
El proceso está en suspenso hasta mañana, cuando el Supremo Tribunal Federal analizará un recurso que interpuso el Partido Comunista do Brasil (PCdoB) -aliado del Gobierno-, en el que cuestiona la forma como el mismo se ha tramitado en el Congreso.
Movilización
Este domingo, miles de personas inundaron las calles de Brasil para protestar contra Rousseff. Para la oposición, las manifestaciones “probaron que Brasil está indignado y que quiere el fin de este gobierno”. Las marchas, que se realizaron en más de 100 ciudades, fueron convocadas por grupos ajenos a los partidos políticos tradicionales y, según la policía, congregaron a unas 83.000 personas.
El senador Aécio Neves, presidente del opositor PSDB, argumentó que hubo “poco tiempo” para organizar estas manifestaciones, pues los grupos convocantes decidieron salir a las calles después de que, la semana pasada, la Cámara de Diputados iniciara los trámites con miras a un posible juicio político. “Aun con pocos días para organizarlas, las manifestaciones han comprobado que está vivo el sentimiento de indignación y rechazo” al Gobierno, declaró el ex candidato a presidente.
Sin alegría
La jefa de Estado cumplió ayer 68 años, en momentos en que su Gobierno atraviesa el momento más crítico desde que se convirtió en la primera mujer en presidir del país (2011). La máxima expresión de la crisis es el proceso con miras a su destitución que se tramita en la Cámara de Diputados desde el pasado 2 de diciembre, cuando el presidente de la Cámara Baja, Eduardo Cunha, admitió un pedido de impugnación de su mandato por supuestas maniobras contables destinadas a maquillar la situación fiscal del país en 2014. (Reuters-DPA)
“Las protestas fueron un éxito. ¿Por qué?. Porque lo que queríamos era calentar las turbinas” para las protestas del año que viene cuando estará más avanzado el juicio político, dijo el senador Cassio Cunha Lima, titular del bloque opositor Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB).
El congresista sostuvo que la menor participación de opositores al gobierno no es algo “irreversible”, pues el número de indignados irá creciendo en los próximos meses junto con el proceso de “impeachment (juicio político)”.
El Ejecutivo, en tanto, consideró “como un balón de oxígeno” la baja adhesión a las protestas que exigieron la destitución de Rousseff.
Aunque la merma en la asistencia a las marchas trajo alivio, el Gobierno mantiene cautela ante la crisis política. El resultado de las protestas fue analizado por la propia jefa de Estado en una reunión que sostuvo con una decena de ministros, la cual concluyó sin declaraciones a los periodistas.
No obstante, fuentes oficiales consultadas por la agencia EFE reconocieron que la escasa respuesta a la convocatoria fue casi como un “balón de oxígeno” para el Gobierno. “Alivia un poco la presión, aunque no basta para decir que está todo resuelto”, señaló un portavoz de la Presidencia, en alusión a que el trámite de cara a un juicio político contra Rousseff puede ser reanudado esta misma semana.
El proceso está en suspenso hasta mañana, cuando el Supremo Tribunal Federal analizará un recurso que interpuso el Partido Comunista do Brasil (PCdoB) -aliado del Gobierno-, en el que cuestiona la forma como el mismo se ha tramitado en el Congreso.
Movilización
Este domingo, miles de personas inundaron las calles de Brasil para protestar contra Rousseff. Para la oposición, las manifestaciones “probaron que Brasil está indignado y que quiere el fin de este gobierno”. Las marchas, que se realizaron en más de 100 ciudades, fueron convocadas por grupos ajenos a los partidos políticos tradicionales y, según la policía, congregaron a unas 83.000 personas.
El senador Aécio Neves, presidente del opositor PSDB, argumentó que hubo “poco tiempo” para organizar estas manifestaciones, pues los grupos convocantes decidieron salir a las calles después de que, la semana pasada, la Cámara de Diputados iniciara los trámites con miras a un posible juicio político. “Aun con pocos días para organizarlas, las manifestaciones han comprobado que está vivo el sentimiento de indignación y rechazo” al Gobierno, declaró el ex candidato a presidente.
Sin alegría
La jefa de Estado cumplió ayer 68 años, en momentos en que su Gobierno atraviesa el momento más crítico desde que se convirtió en la primera mujer en presidir del país (2011). La máxima expresión de la crisis es el proceso con miras a su destitución que se tramita en la Cámara de Diputados desde el pasado 2 de diciembre, cuando el presidente de la Cámara Baja, Eduardo Cunha, admitió un pedido de impugnación de su mandato por supuestas maniobras contables destinadas a maquillar la situación fiscal del país en 2014. (Reuters-DPA)
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