11 Enero 2016
LUCIANO CASTRO. En la pantalla chica todo es cíclico, opinó el actor. clarin.com
“Lo que demostró el éxito asombroso de la novela turca ‘Las mil y una noches’ (El Trece) es que la gente todavía se engancha con historias de amor muy cargadas, conflictos sufridos, dramas intensos. El culebrón es un género fuerte y que todavía tiene lugar en la televisión argentina”, aseguró Luciano Castro, en diálogo con Telam.
“Durante los últimos años -continuó-, se apostó a lo costumbrista pero en la televisión todo es cíclico y hoy ¿quién discute a Migré? Nadie porque el tipo lograba congelar a un país entero frente a la pantalla”.
Luciano Castro, que protagoniza “Los ricos no piden permiso”, se anuncia como una propuesta que apunta a recoger aquel folclore de pasiones denodadas, maldades ominosas, romances tórridos e imposibles, cruzadas por los típicos conflictos de diferencia de clase.
“El título ya es provocador, te está advirtiendo un conflicto entre dos estratos: en una misma estancia conviven los dueños, que son ricos, y los empleados, que somos pobres, y todos estamos vinculándonos y conviviendo en ese espacio. El resultado, lo que sucede, es la consecuencia de esos dos sectores mezclándose en forma cotidiana”, indicó el actor que encabezó la comedia “Valientes” y “Herederos de una venganza” (ambas de El Trece).
El último trabajo de Castro en la pantalla chica fue su rol de galán cuasi perdedor en la tira “Señores papis”, y el actor admite que es el humor el registro en el que se siente más cómodo. “Me gusta el absurdo, el grotesco, la comedia inteligente, me fascina y además me permite improvisar”, dijo.
“Durante los últimos años -continuó-, se apostó a lo costumbrista pero en la televisión todo es cíclico y hoy ¿quién discute a Migré? Nadie porque el tipo lograba congelar a un país entero frente a la pantalla”.
Luciano Castro, que protagoniza “Los ricos no piden permiso”, se anuncia como una propuesta que apunta a recoger aquel folclore de pasiones denodadas, maldades ominosas, romances tórridos e imposibles, cruzadas por los típicos conflictos de diferencia de clase.
“El título ya es provocador, te está advirtiendo un conflicto entre dos estratos: en una misma estancia conviven los dueños, que son ricos, y los empleados, que somos pobres, y todos estamos vinculándonos y conviviendo en ese espacio. El resultado, lo que sucede, es la consecuencia de esos dos sectores mezclándose en forma cotidiana”, indicó el actor que encabezó la comedia “Valientes” y “Herederos de una venganza” (ambas de El Trece).
El último trabajo de Castro en la pantalla chica fue su rol de galán cuasi perdedor en la tira “Señores papis”, y el actor admite que es el humor el registro en el que se siente más cómodo. “Me gusta el absurdo, el grotesco, la comedia inteligente, me fascina y además me permite improvisar”, dijo.
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