09 Marzo 2016
Las nuevas tecnologías, y con ellas las redes sociales, se han desarrollado de forma mucho más rápida que el debate acerca de su utilización. Si bien el "sexting" es una de las prácticas que causan más preocupación entre padres y maestros, no son sólo los menores de edad quienes ceden a la presión de sus parejas para enviar fotos íntimas o videos porno a través de mensajes de texto, WhatsApp u otras redes. Si no, que le pregunten a la conductora Ivana Nadal, adulta ella, que quedó envuelta en un escándalo luego de que se difundieron imágenes íntimas.
De esta práctica, que a priori se desarrolla en el ámbito privado, se desprende la posibilidad de correr determinados riesgos que en ocasiones pueden afectar drásticamente a la persona implicada, aunque se intercambien con alguien de confianza, afirman expertos en seguridad informática. "El nivel de conexión es total, global, rápido y viral. Esto es, una foto cargada en un medio electrónico se puede multiplicar rápidamente y llegar a cualquier parte del mundo (aunque haya sido colgada a través de un medio privado)", consignó el periódico "La Web Legal".
No todo el universo del "sexting" forma parte de una metodología consensuada de seducción. La presión, las amenazas y las obscenidades están cada día más presentes, y las principales víctimas son los adolescentes, según publica el diario "Infobae".
Un estudio de una organización de derechos humanos australiana llamada Plan International reveló que una mayoría de chicas de entre 15 y 19 años se sintieron presionadas por sus novios para enviar fotos o videos de ellas desnudas mediante su teléfono celular. Las estadísticas fueron contundentes: 81% de las adolescentes declaró no haberse sentido cómodas cuando sus novios les pidieron que les envíen una foto o video sexual con el celular. De ese grupo, un 35% reconoció haber respondido al pedido de sus parejas con una foto, pero sin estar de acuerdo con la iniciativa.
Los especialistas detectaron que factores como el autoestima, el estrés y el temor al rechazo juegan un papel fundamental en esa suerte de "sometimiento" de las adolescentes ante las exigencias de sus novios.
Las consecuencias emocionales, psicológicas y legales de la difusión de esas imágenes son graves. Pueden ir desde el bullying (acoso que se lleva adelante en forma verbal, física o a través de las redes) por sus compañeros de escuela o entorno social con el objetivo de humillar a la víctima. Ha habido casos en los que la víctima de bullying se siente tan acorralada que toma decisiones extremas, como quitarse la vida.
La "sextorsión" es una práctica delictiva a la que se arriesga quien expone su intimidad en internet. El chantajista, que amenaza con difundir las imágenes si no se cumplen ciertas condiciones (desde la entrega de dinero hasta la exigencia a la víctima para que envíe más fotos o imágenes más explícitas) puede haber conseguido las fotos de manera directa o indirecta, pero las consecuencias son las mismas.
El acoso sexual a menores en la red, con el objetivo de "cercarlos" para cometer un abuso se conoce como "grooming" y está vinculado con las estrategias que desarrolla un adulto en la red con el fin de ganarse la confianza de los menores y conseguir así material de índole sexual.
En el fondo de la cuestión, afirman los expertos, está la cuestión de la privcidad y del control que se ejerce sobre el material enviado. Una vez que ha sido compartido, la persona pierde control sobre lo que sucede con él. Aunque la difusión de videos y fotos íntimas sin consentimiento del protagonista es un delito, para cuando el material ya se ha viralizado, el daño está hecho.
De esta práctica, que a priori se desarrolla en el ámbito privado, se desprende la posibilidad de correr determinados riesgos que en ocasiones pueden afectar drásticamente a la persona implicada, aunque se intercambien con alguien de confianza, afirman expertos en seguridad informática. "El nivel de conexión es total, global, rápido y viral. Esto es, una foto cargada en un medio electrónico se puede multiplicar rápidamente y llegar a cualquier parte del mundo (aunque haya sido colgada a través de un medio privado)", consignó el periódico "La Web Legal".
No todo el universo del "sexting" forma parte de una metodología consensuada de seducción. La presión, las amenazas y las obscenidades están cada día más presentes, y las principales víctimas son los adolescentes, según publica el diario "Infobae".
Un estudio de una organización de derechos humanos australiana llamada Plan International reveló que una mayoría de chicas de entre 15 y 19 años se sintieron presionadas por sus novios para enviar fotos o videos de ellas desnudas mediante su teléfono celular. Las estadísticas fueron contundentes: 81% de las adolescentes declaró no haberse sentido cómodas cuando sus novios les pidieron que les envíen una foto o video sexual con el celular. De ese grupo, un 35% reconoció haber respondido al pedido de sus parejas con una foto, pero sin estar de acuerdo con la iniciativa.
Los especialistas detectaron que factores como el autoestima, el estrés y el temor al rechazo juegan un papel fundamental en esa suerte de "sometimiento" de las adolescentes ante las exigencias de sus novios.
Las consecuencias emocionales, psicológicas y legales de la difusión de esas imágenes son graves. Pueden ir desde el bullying (acoso que se lleva adelante en forma verbal, física o a través de las redes) por sus compañeros de escuela o entorno social con el objetivo de humillar a la víctima. Ha habido casos en los que la víctima de bullying se siente tan acorralada que toma decisiones extremas, como quitarse la vida.
La "sextorsión" es una práctica delictiva a la que se arriesga quien expone su intimidad en internet. El chantajista, que amenaza con difundir las imágenes si no se cumplen ciertas condiciones (desde la entrega de dinero hasta la exigencia a la víctima para que envíe más fotos o imágenes más explícitas) puede haber conseguido las fotos de manera directa o indirecta, pero las consecuencias son las mismas.
El acoso sexual a menores en la red, con el objetivo de "cercarlos" para cometer un abuso se conoce como "grooming" y está vinculado con las estrategias que desarrolla un adulto en la red con el fin de ganarse la confianza de los menores y conseguir así material de índole sexual.
En el fondo de la cuestión, afirman los expertos, está la cuestión de la privcidad y del control que se ejerce sobre el material enviado. Una vez que ha sido compartido, la persona pierde control sobre lo que sucede con él. Aunque la difusión de videos y fotos íntimas sin consentimiento del protagonista es un delito, para cuando el material ya se ha viralizado, el daño está hecho.
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