13 Mayo 2016
LÍDERES. Agustín Pichot junto al nuevo presidente, el inglés Bill Beaumont. Asumirán el 1 de julio y estarán hasta 2020. foto del twitter de @unionargentina
El respeto de ambos por el código de etiqueta es el mismo hasta llegar a los pies. Allí, los caminos del inglés y del argentino se separan: mientras Bill Beaumont acompaña su traje gris con zapatos a tono, Agustín Pichot lo hace con zapatillas deportivas blancas, más propicias para un partido de tenis que para un un acto solemne como es la oficialización de la fórmula que conducirá a la World Rugby, ente rector del mundo ovalado, por los próximos cuatro años. La cuestión va más allá del mero detalle: lo que a simple vista se agota en una violación a las reglas de la moda, bien puede ser interpretado como una verdadera declaración de principios por parte de un hombre a cuyo carisma el mundo se ha rendido irremediablemente. Él es Agustín Pichot, y puede ponerse lo que quiera, que nadie se lo va a reprochar.
En efecto, es tan difícil decirle que no al ex medio scrum de Los Pumas, que su transición de jugador a número 2 del rugby mundial se produjo en menos de 10 años, en los cuales hizo de todo menos estarse quieto. Como representante de la UAR, negoció el ingreso de Los Pumas primero al Seis Naciones y, tras la negativa de las potencias europeas, al Tres Naciones, que pasó a llamarse Rugby Championship. Ese proceso de inserción de Argentina al superprofesionalismo, que lo tuvo como principal promotor, se completó con la entrada de una franquicia argentina al Súper Rugby y la adición de la UAR a la por entonces Sanzar (hoy Sanzaar).
Además, es presidente de Americas Rugby y formó parte de la campaña que convenció al Comité Olímpico Internacional de perdonar al rugby por aquella escandalosa final de 1924 y devolverle su status de disciplina olímpica en los Juegos de Río. Eso además de ingresar al Salón de la Fama de World Rugby en 2011.
Proyección
Quienes lo conocen de cerca, aseguran que sus planes se proyectan hacia un futuro que probablemente él mismo no viva para ver, a pesar de que apenas tiene 41 años. Y su proyección no solo se proyecta en el tiempo, sino también en el espacio. Agustín menciona cada vez que puede la necesidad de que las naciones rugbísticamente emergentes sigan desarrollándose, en especial las de Sudamérica, y de ello se desprende el padrinazgo que la UAR ha comenzado a ejercer sobre Uruguay tras el Mundial 2015.
“Necesitamos del crecimiento de todos, países como Uruguay, Brasil, Georgia o Rumania, tienen que ser cada vez mejores, porque le sirve a todos que el nivel y la competencia se eleve. También hay que continuar con el trabajo de preservación de los valores del juego, en una época como la actual donde el profesionalismo es muy grande”, postula Agustín.
Contrapunto
La figura de Pichot en este proceso que en poco más de seis años llevó a Los Pumas a estar entre los mejores cuatro seleccionados del mundo fue determinante. Sin embargo, como todo personaje trascendente, también tiene sus detractores, que no son pocos. Gente que lo acusa de imponer siempre su voluntad en las decisiones trascendentales del rugby argentino, tildándolo de “Grondona del rugby”, comparación que cobra fuerza con la llegada de Pichot a la vicepresidencia de “la FIFA del rugby”. Por otra parte, también se lo señala como verdadero responsable de la “limpieza” de ciertos referentes díscolos de Los Pumas, como Patricio Albacete, Eusebio Guiñazú y Manuel Carizza.
Pichot asegura que ha aprendido a convivir con las críticas. Mientras tanto, tiene grandes desafíos por delante junto al presidente Beaumont, con el que fue elegido en forma unánime. “Quiero que se respete a los jugadores. Lo más importante es que se los cuide a ellos y que no sea todo una cuestión de jugar más rugby sólo para generar más ingresos. Tenemos que lograr un juego que sea dinámico y atractivo, para atraer a los chicos y así seguir creciendo. Las grandes competencias como los Mundiales, el Rugby Championship o el Seis Naciones tienen que generar que los chicos se enganchen y quieran jugar al rugby”, aseguró Pichot.
Aunque su figura está ligada comercialmente a Nike, su mundo parece regirse por el slogan de Adidas: “Impossible is nothing” (Nada es imposible).
En efecto, es tan difícil decirle que no al ex medio scrum de Los Pumas, que su transición de jugador a número 2 del rugby mundial se produjo en menos de 10 años, en los cuales hizo de todo menos estarse quieto. Como representante de la UAR, negoció el ingreso de Los Pumas primero al Seis Naciones y, tras la negativa de las potencias europeas, al Tres Naciones, que pasó a llamarse Rugby Championship. Ese proceso de inserción de Argentina al superprofesionalismo, que lo tuvo como principal promotor, se completó con la entrada de una franquicia argentina al Súper Rugby y la adición de la UAR a la por entonces Sanzar (hoy Sanzaar).
Además, es presidente de Americas Rugby y formó parte de la campaña que convenció al Comité Olímpico Internacional de perdonar al rugby por aquella escandalosa final de 1924 y devolverle su status de disciplina olímpica en los Juegos de Río. Eso además de ingresar al Salón de la Fama de World Rugby en 2011.
Proyección
Quienes lo conocen de cerca, aseguran que sus planes se proyectan hacia un futuro que probablemente él mismo no viva para ver, a pesar de que apenas tiene 41 años. Y su proyección no solo se proyecta en el tiempo, sino también en el espacio. Agustín menciona cada vez que puede la necesidad de que las naciones rugbísticamente emergentes sigan desarrollándose, en especial las de Sudamérica, y de ello se desprende el padrinazgo que la UAR ha comenzado a ejercer sobre Uruguay tras el Mundial 2015.
“Necesitamos del crecimiento de todos, países como Uruguay, Brasil, Georgia o Rumania, tienen que ser cada vez mejores, porque le sirve a todos que el nivel y la competencia se eleve. También hay que continuar con el trabajo de preservación de los valores del juego, en una época como la actual donde el profesionalismo es muy grande”, postula Agustín.
Contrapunto
La figura de Pichot en este proceso que en poco más de seis años llevó a Los Pumas a estar entre los mejores cuatro seleccionados del mundo fue determinante. Sin embargo, como todo personaje trascendente, también tiene sus detractores, que no son pocos. Gente que lo acusa de imponer siempre su voluntad en las decisiones trascendentales del rugby argentino, tildándolo de “Grondona del rugby”, comparación que cobra fuerza con la llegada de Pichot a la vicepresidencia de “la FIFA del rugby”. Por otra parte, también se lo señala como verdadero responsable de la “limpieza” de ciertos referentes díscolos de Los Pumas, como Patricio Albacete, Eusebio Guiñazú y Manuel Carizza.
Pichot asegura que ha aprendido a convivir con las críticas. Mientras tanto, tiene grandes desafíos por delante junto al presidente Beaumont, con el que fue elegido en forma unánime. “Quiero que se respete a los jugadores. Lo más importante es que se los cuide a ellos y que no sea todo una cuestión de jugar más rugby sólo para generar más ingresos. Tenemos que lograr un juego que sea dinámico y atractivo, para atraer a los chicos y así seguir creciendo. Las grandes competencias como los Mundiales, el Rugby Championship o el Seis Naciones tienen que generar que los chicos se enganchen y quieran jugar al rugby”, aseguró Pichot.
Aunque su figura está ligada comercialmente a Nike, su mundo parece regirse por el slogan de Adidas: “Impossible is nothing” (Nada es imposible).
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