11 Julio 2016
ECHARRI: “Tansformarse en un ser político es un camino obligado”
“En lo personal, no me da igual interpretar a un personaje que a otro”, afirma Pablo Echarri, a propósito de su papel de José de San Martín en el filme “El encuentro de Guayaquil”, que se estrenó ayer en Tucumán, en el espacio Incaa que funciona en la sala Orestes Caviglia.
“Interpretar a San Martín no es lo mismo que interpretar a cualquier otro personaje. Y no solamente para interpretarlo, sino para develar, echar luz, de alguna forma recrear ese momento tan significativo en la historia de las independencias de la región. Y mucho menos en este momento- enfatiza, en diálogo con LA GACETA-. Creo que, en este momento, hablar del encuentro de Guayaquil adquiere una relevancia especial ante el significativo viraje de la ideología gobernante en la región. Por supuesto que debemos charlar un poco de los pormenores inherentes a una película, cómo se hace como actor para interpretar a San Martín”.
- ¿Cómo se hace para intentar un San Martín que no sea escapado del Billiken?
- Ja... Cómo hacemos todos los argentinos para escapar del cartoncito de Billiken. Yo, como actor, lo sumo al bagaje de datos que puedo llegar a aportar. Lo que no contaba el Billiken es el personaje histórico que se enfrentó a los poderes establecidos, a aquellos que querían seguir bajo el dominio del imperio. Los hombres que han hecho la historia de la región han dejado mucho de sí en pos de un ideal superior, el ser independientes definitivamente. Y no sólo eso, sino en el marco de la geografía latinoamericana.
- Cuando empezaste a ser actor, que es un oficio tan narcisista, ¿te imaginaste que estarías conmemorando el bicentenario convertido en un hombre en cierto modo político, que recibe cachetazos?
- (Se ríe) No, la verdad que no, no me lo imaginaba. Pero, de alguna manera, lo que me encuentra en este bicentenario es la natural evolución de un hombre, de un padre de familia, de alguien que pasó su juventud cuando salíamos del gobierno militar. Y esos momentos lograron que la población tuviera miedo de elegir la política como herramienta transformadora. En esta vida fui intentando tratar de transformarme en alguien que dejara algo más que una imagen en una telenovela, o en una película. Yo creo que transformarse en un ser político debería ser un camino obligado. Hay mil formas de involucrarse políticamente. Lo que pasa es que en mi caso hay una exposición natural...
- ¿Qué te pasa hoy, ante casos como casos como los de López y Báez, que alcanzan a la ex presidenta Cristina de Kirchner?
- En el comienzo del kirchnerismo veníamos del “que se vayan todos”. Y ya entonces se sopechaba que la política, en unión con el poder político privado, mostraba momentos de corrupción. Y episodios de este tipo no me han provocado sorpresa, pero sí dolor, porque de alguna forma han impactado en mi apoyo desinteresado, y absolutamente apasionado...
- ¿Seguís siendo kirchnerista a pesar de los hechos que están siendo judicializados?
-Sí, absolutamente. Son hechos que la política argentina debe desterrar. No creo que la corrupción sea un hecho inherente al kirchnerismo, ni al peronismo. Los sectores de la oligarquía, los poderes concentrados, han marcado el rumbo con respecto a la corrupción sistemática, a través de la evasión. Por eso, creo que hay que seguir sancionando leyes para contener la corrupción, para que no suceda más. Y que debería haber un sinceramiento para todos, también para aquellos que denuncian. Eso sí, no hay que naturalizar la corrupción.
-Yendo al Echarri artista, ¿te sigue interesando hacer telenovelas?
- Me diste en la tecla. No, la verdad que no. Pero creo que tiene que ver con el inexorable paso del tiempo, que va dando lugar a diferentes intereses. Y uno va donando importancia a los hijos...
- Entonces, la telenovela es un espacio que se acabó...
- Estoy produciendo. Voy abriendo mis horizontes a la producción. Estoy desarrollando... La ficción necesita una etapa de desarrollo muy concreta, que es un poco la base... Es como la infancia de los chicos. Cuando los poyectos están en el momento de la infancia es cuando tienen que hacerse fuertes. Si no, no crecen bien. Creo que yo fui en contra de mi propio narcisismo, entablé el combate contra mi propio ego. Y, más allá de la cuestión laboral, es una cuestión espiritual. No hay vida posible si el ego ocupa los primeros planos.
- ¿ Por qué le dijiste no a la telenovela?
- No me cansó, tiene que ver con una cuestión de edad. Ya me veo viejo para las telenovelas. Me veo en la pantalla, y veo que ya no estoy para ese personaje, para interpretar a un galán.
- Bueno, galán maduro...
- Galán maduro ya lo vengo siendo desde hace un tiempo (se ríe).
- Estás por filmar películas en Brasil y en Uruguay...
- Sí, una es una comedia dramática, otra es un policial. Todavía estoy enterándome de todo. Brasil está produciendo muchas comedias dramáticas, porque es el género que más gente lleva al cine. En las industrias pujantes se filma mucho. Una industria pujante necesita de contenidos que representen inclusive a un sector minoritrio del público. Por más minoritario que sea, le da la posibilidad de reflexionar sobre sus propios universos. La cultura no es un bien mercantilista, es un bien espiritual, de desarrollo, que permite a la gente no sólo reflexionar sobre su propia vida, sino conocer otros mundos, y aprender a soñar. Cuando alguien puede soñar e ilusionarse, ese alguien es feliz.
- Con tu esposa, Nancy Dupláa, trabajan juntos. ¿Cómo es eso de trabajar y compartir hogar?
- Tenemos nuestra productora, “El árbol”, que ya tiene seis años. En cuanto a esto de compartir el trabajo y la casa, no es problemático cuando, como en nuestro caso, uno se ha conocido trabajando. Cuando te conociste con tu esposa en tu lugar de trabajo, y ves cuáles son las cosas que la hacen vibrar, y que son parecidas a las tuyas, es estúpido no juntarse.
- ¿Quién manda en la casa?
- Ella.
“Interpretar a San Martín no es lo mismo que interpretar a cualquier otro personaje. Y no solamente para interpretarlo, sino para develar, echar luz, de alguna forma recrear ese momento tan significativo en la historia de las independencias de la región. Y mucho menos en este momento- enfatiza, en diálogo con LA GACETA-. Creo que, en este momento, hablar del encuentro de Guayaquil adquiere una relevancia especial ante el significativo viraje de la ideología gobernante en la región. Por supuesto que debemos charlar un poco de los pormenores inherentes a una película, cómo se hace como actor para interpretar a San Martín”.
- ¿Cómo se hace para intentar un San Martín que no sea escapado del Billiken?
- Ja... Cómo hacemos todos los argentinos para escapar del cartoncito de Billiken. Yo, como actor, lo sumo al bagaje de datos que puedo llegar a aportar. Lo que no contaba el Billiken es el personaje histórico que se enfrentó a los poderes establecidos, a aquellos que querían seguir bajo el dominio del imperio. Los hombres que han hecho la historia de la región han dejado mucho de sí en pos de un ideal superior, el ser independientes definitivamente. Y no sólo eso, sino en el marco de la geografía latinoamericana.
- Cuando empezaste a ser actor, que es un oficio tan narcisista, ¿te imaginaste que estarías conmemorando el bicentenario convertido en un hombre en cierto modo político, que recibe cachetazos?
- (Se ríe) No, la verdad que no, no me lo imaginaba. Pero, de alguna manera, lo que me encuentra en este bicentenario es la natural evolución de un hombre, de un padre de familia, de alguien que pasó su juventud cuando salíamos del gobierno militar. Y esos momentos lograron que la población tuviera miedo de elegir la política como herramienta transformadora. En esta vida fui intentando tratar de transformarme en alguien que dejara algo más que una imagen en una telenovela, o en una película. Yo creo que transformarse en un ser político debería ser un camino obligado. Hay mil formas de involucrarse políticamente. Lo que pasa es que en mi caso hay una exposición natural...
- ¿Qué te pasa hoy, ante casos como casos como los de López y Báez, que alcanzan a la ex presidenta Cristina de Kirchner?
- En el comienzo del kirchnerismo veníamos del “que se vayan todos”. Y ya entonces se sopechaba que la política, en unión con el poder político privado, mostraba momentos de corrupción. Y episodios de este tipo no me han provocado sorpresa, pero sí dolor, porque de alguna forma han impactado en mi apoyo desinteresado, y absolutamente apasionado...
- ¿Seguís siendo kirchnerista a pesar de los hechos que están siendo judicializados?
-Sí, absolutamente. Son hechos que la política argentina debe desterrar. No creo que la corrupción sea un hecho inherente al kirchnerismo, ni al peronismo. Los sectores de la oligarquía, los poderes concentrados, han marcado el rumbo con respecto a la corrupción sistemática, a través de la evasión. Por eso, creo que hay que seguir sancionando leyes para contener la corrupción, para que no suceda más. Y que debería haber un sinceramiento para todos, también para aquellos que denuncian. Eso sí, no hay que naturalizar la corrupción.
-Yendo al Echarri artista, ¿te sigue interesando hacer telenovelas?
- Me diste en la tecla. No, la verdad que no. Pero creo que tiene que ver con el inexorable paso del tiempo, que va dando lugar a diferentes intereses. Y uno va donando importancia a los hijos...
- Entonces, la telenovela es un espacio que se acabó...
- Estoy produciendo. Voy abriendo mis horizontes a la producción. Estoy desarrollando... La ficción necesita una etapa de desarrollo muy concreta, que es un poco la base... Es como la infancia de los chicos. Cuando los poyectos están en el momento de la infancia es cuando tienen que hacerse fuertes. Si no, no crecen bien. Creo que yo fui en contra de mi propio narcisismo, entablé el combate contra mi propio ego. Y, más allá de la cuestión laboral, es una cuestión espiritual. No hay vida posible si el ego ocupa los primeros planos.
- ¿ Por qué le dijiste no a la telenovela?
- No me cansó, tiene que ver con una cuestión de edad. Ya me veo viejo para las telenovelas. Me veo en la pantalla, y veo que ya no estoy para ese personaje, para interpretar a un galán.
- Bueno, galán maduro...
- Galán maduro ya lo vengo siendo desde hace un tiempo (se ríe).
- Estás por filmar películas en Brasil y en Uruguay...
- Sí, una es una comedia dramática, otra es un policial. Todavía estoy enterándome de todo. Brasil está produciendo muchas comedias dramáticas, porque es el género que más gente lleva al cine. En las industrias pujantes se filma mucho. Una industria pujante necesita de contenidos que representen inclusive a un sector minoritrio del público. Por más minoritario que sea, le da la posibilidad de reflexionar sobre sus propios universos. La cultura no es un bien mercantilista, es un bien espiritual, de desarrollo, que permite a la gente no sólo reflexionar sobre su propia vida, sino conocer otros mundos, y aprender a soñar. Cuando alguien puede soñar e ilusionarse, ese alguien es feliz.
- Con tu esposa, Nancy Dupláa, trabajan juntos. ¿Cómo es eso de trabajar y compartir hogar?
- Tenemos nuestra productora, “El árbol”, que ya tiene seis años. En cuanto a esto de compartir el trabajo y la casa, no es problemático cuando, como en nuestro caso, uno se ha conocido trabajando. Cuando te conociste con tu esposa en tu lugar de trabajo, y ves cuáles son las cosas que la hacen vibrar, y que son parecidas a las tuyas, es estúpido no juntarse.
- ¿Quién manda en la casa?
- Ella.
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