21 Agosto 2016
RÍO DE JANEIRO.- Los Juegos llegarán a su fin hoy a las 20 en el Maracaná con una fiesta que tendrá como bandera la alegría típica brasileña.
“Queremos lavar el alma del que trabajó, ganó medallas, el voluntario que se quedó en una esquina orientando a las personas sobre cómo llegar a la estación de tren, hasta las de (Usain) Bolt o (Michael) Phelps”, dijo el director de ceremonias del comité organizador, Leonardo Caetano.
“Lavar el alma” significa mucho si se considera el contexto: Brasil hundido en recesión económica, sacudido por turbulencias políticas y con problemas de organización y seguridad. Pero también demostrando, como ya había ocurrido durante la organización del Mundial de Brasil 2014, que a último momento, a las apuradas y tal vez lejos de la excelencia, el gigante sudamericano “da um jeito” (encuentra la manera) y supera obstáculos que por momentos parecieron insalvables. Y acaba deslumbrando más de lo que enoja.
Por eso, el buque insignia de la ceremonia de clausura será un homenaje, precisamente, “a la cultura y la manera brasileñas de hacer (las cosas)”, dijo Caetano.
“Hay una característica más brasileña desde el punto de vista cultural que la que se mostró en la fiesta de apertura”, explicó Caetano. Tanto el director como la carnavalera Rosa Magalhaes, encargada del “lei motiv” de la fiesta, dijeron que los detalles son “secretos”. Lo que no es un secreto es que no estará Pelé, quien tampoco había participado de la apertura.
Magalhaes solo contó que habrá “una sorpresa”, con un elemento que llegará a 20 metros de altura, aún cuando la puerta número cinco del Maracaná, por la cual ingresarán los bailarines, no permite la entrada de objetos con una altura mayor a los cuatro metros y medio. “La puerta número cinco es un problema”, bromeó la ocho veces vencedora del Campeonato de Escolas de Samba de Río.
La “brasileridad” del acto también fue destacada por el escenógrafo Abel Gómes, quien adelantó que la fiesta será “maravillosa”. “El momento de apagar la llama es un nuevo comienzo. Vamos a mostrar lo que el brasileño tiene de mejor, la alegría. Vamos a decir ‘valió la pena’”, concluyó.
“Queremos lavar el alma del que trabajó, ganó medallas, el voluntario que se quedó en una esquina orientando a las personas sobre cómo llegar a la estación de tren, hasta las de (Usain) Bolt o (Michael) Phelps”, dijo el director de ceremonias del comité organizador, Leonardo Caetano.
“Lavar el alma” significa mucho si se considera el contexto: Brasil hundido en recesión económica, sacudido por turbulencias políticas y con problemas de organización y seguridad. Pero también demostrando, como ya había ocurrido durante la organización del Mundial de Brasil 2014, que a último momento, a las apuradas y tal vez lejos de la excelencia, el gigante sudamericano “da um jeito” (encuentra la manera) y supera obstáculos que por momentos parecieron insalvables. Y acaba deslumbrando más de lo que enoja.
Por eso, el buque insignia de la ceremonia de clausura será un homenaje, precisamente, “a la cultura y la manera brasileñas de hacer (las cosas)”, dijo Caetano.
“Hay una característica más brasileña desde el punto de vista cultural que la que se mostró en la fiesta de apertura”, explicó Caetano. Tanto el director como la carnavalera Rosa Magalhaes, encargada del “lei motiv” de la fiesta, dijeron que los detalles son “secretos”. Lo que no es un secreto es que no estará Pelé, quien tampoco había participado de la apertura.
Magalhaes solo contó que habrá “una sorpresa”, con un elemento que llegará a 20 metros de altura, aún cuando la puerta número cinco del Maracaná, por la cual ingresarán los bailarines, no permite la entrada de objetos con una altura mayor a los cuatro metros y medio. “La puerta número cinco es un problema”, bromeó la ocho veces vencedora del Campeonato de Escolas de Samba de Río.
La “brasileridad” del acto también fue destacada por el escenógrafo Abel Gómes, quien adelantó que la fiesta será “maravillosa”. “El momento de apagar la llama es un nuevo comienzo. Vamos a mostrar lo que el brasileño tiene de mejor, la alegría. Vamos a decir ‘valió la pena’”, concluyó.
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