22 Agosto 2016
FUTURO. Japón tomó la posta olímpica como sede de los Juegos de Tokio 2020.
Con un tributo a la diversidad de su música y un carnaval bajo la lluvia, Brasil dijo adiós a sus “maravillosos” Juegos Olímpicos. Pese al frío, el viento y la lluvia, el Maracaná vivió una fiesta llena de música, ritmo y colores.
Fueron 17 días que supusieron un enorme desafío para Brasil, un país sumido en una fuerte crisis económica y política. Imperfectos, pero los primeros Juegos organizados en Sudamérica lograron sortear las dificultades y llegar a buen puerto. “Fueron unos Juegos Olímpicos maravillosos en una ciudad maravillosa”, resumió Thomas Bach, presidente del COI.
Fueron, además, los Juegos de las despedidas con gloria de Usain Bolt y Michael Phelps, de la irrupción de la fabulosa gimnasta Simone Biles y del llanto dorado de Neymar, el gran héroe local que dio a Brasil su primer oro en fútbol. Y en las que el mundo pudo experimentar la exuberancia de la “Cidade maravilhosa”, pero también las dificultades de la región más desigual del planeta.
A diferencia de la ceremonia de inauguración, la despedida tuvo una impronta más nacional y puso énfasis en la diversidad de la música brasileña. Los deportistas gozaron de la samba, la música popular brasileña, el frevo, la música electrónica y el pop de Julia Michaels. Los recitales dieron paso a las danzas del norte de Brasil al ritmo del forró y luego a un video con los mejores momentos de los Juegos, con Neymar y Bolt como los más aclamados.
También tuvo lugar la ceremonia de premiación del maratón, finalizado en la mañana en el Sambódromo, y la presentación de la comisión de atletas del COI. Allí apareció la recientemente retirada estrella Yelena Isinbayeva, quien no pudo participar en Río por la sanción al atletismo ruso.
Fue luego el turno de pasar la posta a Tokio. El alcalde de Río, Eduardo Paes, sonriente pese a los abucheos, entregó la bandera del COI a Bach y éste a la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike.
El momento curioso de la noche estuvo a cargo de Shinzo Abe, el primer ministro japonés, que entró en escena vestido de Super Mario Bros y salió de una tubería montada en el centro del escenario tras una actuación vinculada al popular personaje de videojuegos.
Extinguido el fuego con una final lluvia artificial que cayó sobre el pebetero, la fiesta terminó con las comparsas y un carnaval al ritmo de “Cidade Maravilhosa”, la icónica canción compuesta por André Filho. Río se prepara para recibir ahora los Juegos Paralímpicos, del 7 al 18 de septiembre. Y luego sí, el mundo pondrá la mira en Tokio, sede de los Juegos entre el 24 de julio y el 9 de agosto de 2020. Una cuenta regresiva que comenzó anoche mismo.
Fueron 17 días que supusieron un enorme desafío para Brasil, un país sumido en una fuerte crisis económica y política. Imperfectos, pero los primeros Juegos organizados en Sudamérica lograron sortear las dificultades y llegar a buen puerto. “Fueron unos Juegos Olímpicos maravillosos en una ciudad maravillosa”, resumió Thomas Bach, presidente del COI.
Fueron, además, los Juegos de las despedidas con gloria de Usain Bolt y Michael Phelps, de la irrupción de la fabulosa gimnasta Simone Biles y del llanto dorado de Neymar, el gran héroe local que dio a Brasil su primer oro en fútbol. Y en las que el mundo pudo experimentar la exuberancia de la “Cidade maravilhosa”, pero también las dificultades de la región más desigual del planeta.
A diferencia de la ceremonia de inauguración, la despedida tuvo una impronta más nacional y puso énfasis en la diversidad de la música brasileña. Los deportistas gozaron de la samba, la música popular brasileña, el frevo, la música electrónica y el pop de Julia Michaels. Los recitales dieron paso a las danzas del norte de Brasil al ritmo del forró y luego a un video con los mejores momentos de los Juegos, con Neymar y Bolt como los más aclamados.
También tuvo lugar la ceremonia de premiación del maratón, finalizado en la mañana en el Sambódromo, y la presentación de la comisión de atletas del COI. Allí apareció la recientemente retirada estrella Yelena Isinbayeva, quien no pudo participar en Río por la sanción al atletismo ruso.
Fue luego el turno de pasar la posta a Tokio. El alcalde de Río, Eduardo Paes, sonriente pese a los abucheos, entregó la bandera del COI a Bach y éste a la gobernadora de Tokio, Yuriko Koike.
El momento curioso de la noche estuvo a cargo de Shinzo Abe, el primer ministro japonés, que entró en escena vestido de Super Mario Bros y salió de una tubería montada en el centro del escenario tras una actuación vinculada al popular personaje de videojuegos.
Extinguido el fuego con una final lluvia artificial que cayó sobre el pebetero, la fiesta terminó con las comparsas y un carnaval al ritmo de “Cidade Maravilhosa”, la icónica canción compuesta por André Filho. Río se prepara para recibir ahora los Juegos Paralímpicos, del 7 al 18 de septiembre. Y luego sí, el mundo pondrá la mira en Tokio, sede de los Juegos entre el 24 de julio y el 9 de agosto de 2020. Una cuenta regresiva que comenzó anoche mismo.