Cinco motivos por los que Hillary Clinton es favorita

24 Agosto 2016

Nicolás Solari - Columnista invitado

Las cosas pintan mal para Donald Trump. Tras ser formalmente designado por el Partido Republicano como candidato presidencial, el blondo multimillonario no ha parado de caer en las encuestas. Según los sondeos más recientes, Hillary Clinton lidera la intención de voto por entre seis y nueve puntos, una ventaja que promete ampliarse en el Colegio Electoral. En este contexto, el experto en estadística electoral Nate Silver calcula que Clinton tiene un 89% de probabilidades de convertirse en la próxima presidenta de los Estados Unidos frente a un magro 11% de Trump. Nate Cohn, que dirige el blog The Upshot en el influyente New York Times, coincide en el diagnóstico y les asigna 87% y 13%, respectivamente.

Pese a todo, el equipo de campaña de Trump se muestra ajeno a los pronósticos y ha reiterado no estar preocupado por la caída que marcan las encuestas. De hecho, los voceros de Trump han manifestado que la carrera es pareja y que aún resta mucho tiempo para recuperar el ímpetu de las primarias y derrotar a la demócrata Clinton.

Pese a la confianza de Trump, existen elementos objetivos que posicionan a Clinton como la gran favorita. En primer lugar, existe una diferencia notoria en el nivel de cohesión de republicanos y demócratas. En efecto, mientras que Clinton ha recibido el apoyo enérgico de Obama, Sanders y las otras grandes figuras del Partido, Trump ha transitado entre la desconfianza con el líder republicano de la Cámara Baja, Paul Ryan y el abierto enfrentamiento con Mitt Romney, John McCain, el clan Bush y los otros grandes popes del Partido Republicano. Que la unión hace la fuerza es un refrán tan viejo como real en la competencia electoral.

En segundo lugar, las ligeras variaciones en la sociodemográfica del electorado de algunos estados clave como Carolina del Norte, Colorado o Florida puede facilitar la victoria de Clinton. En efecto, el peso cada vez más importante de la minorías, principalmente los latinos, incrementa las chances de los demócratas y hiere a los republicanos, en general, y a Trump en particular. Es que, durante los últimos 18 meses, Trump se ha mostrado particularmente insensible y belicoso con los hispanos y eso le puede costar algunos de los estados que definirán la elección.

En tercer lugar, la votación comienza en rigor mucho antes del martes 8 noviembre. Sucede que en 35 de los 50 estados que conforman el país existe un sistema de voto anticipado -por correo o en centros de votación-, por lo que muchos comenzarán a emitir su voto en pocas semanas más. Según datos oficiales, en 2012 uno de cada tres electores sufragó en las semanas previas al día de la votación. Es una proporción alta que ha venido aumentando en las últimas décadas y que constituye una ventaja para Hillary, hoy por hoy mejor posicionada en encuestas.

En cuarto lugar, Clinton ha recaudado mucho más dinero que Trump. En Estados Unidos, como en el resto del mundo, el dinero es esencial para contratar asesores y estrategas de campaña, organizar a militantes y voluntarios, producir y transmitir publicidades y, en definitiva, incentivar la participación electoral en un país donde el voto es opcional. Hasta ahora, y según la agencia Bloomberg, Hillary ha recaudado unos U$S 400 millones, frente a los apenas U$S 100 millones del neoyorkino.

En quinto y último lugar, la organización de la campaña de Clinton tiene un alto nivel de sofisticación, enriquecido con la participación de veteranos de las campañas de Obama (2008 y 2012).

En este contexto, la luz de Trump amenaza con ir extinguiéndose. Salvo algún fenómeno inesperado en el campo de la política exterior o de la seguridad interna, la campaña parece encaminarse a un triunfo de Hillary que, de concretarse, confirmaría la hegemonía Demócrata en la política norteamericana y la definitiva consagración de los Clinton en el panteón nacional de dinastías políticas que ocupan los Kennedy y los Bush. (Especial)

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