Cuatro historias de vida detrás de las estadísticas de pobreza e indigencia

Según el Indec, para comprar alimentos, un grupo familiar compuesto por dos adultos y dos menores necesita unos $ 380 por día. Familias que viven en zonas vulnerables, entrevistadas por LA GACETA, contaron cómo hacen para vivir con ingresos bajos, en un contexto de alta inflación

VIVIENDA. Herrera y su hijastro comparten una pequeña en La Costanera. la gaceta / foto de héctor peralta VIVIENDA. Herrera y su hijastro comparten una pequeña en La Costanera. la gaceta / foto de héctor peralta
02 Octubre 2016
Estirar el “mango” para tratar de llegar a fin de mes y hacer magia con ingresos por debajo de la Canasta Básica de Alimentos (CBA), que el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) estableció en $ 12.500 para agosto, es la preocupación diaria de cientos de miles de tucumanos que viven en zonas urbanas vulnerables.

Juan Lorenzo Herrera, de 73 años, es jubilado y vive en el barrio La Costanera, en Banda del Río Salí. Durante una entrevista con LA GACETA, comentó que por mes cobra $ 6.500. Comparte su casa con su hijastro, Héctor José Heredia, de 62 años, quien percibe una pensión por discapacidad de $ 5.600. Ambos aportan los ingresos del grupo familiar, que completan la hija de Heredia, quien estudia en una escuela de Banda del Río Salí.

“Con lo que juntamos entre los dos (unos $ 12.000) nos alcanza apenas para la comida y para pagar el transporte escolar de la nieta. La comida la compramos en la Banda (del Río Salí), porque es más barata. Por mis problemas de artrosis en las rodillas, no puedo caminar mucho. Pero para ahorrar plata me voy en colectivo a comprar, porque un taxi cuesta $ 100 ida y vuelta”, describió Herrera.

La familia vive en una pequeña casa de La Costanera. Heredia señaló que hace más de un año solicitó ante el Ministerio de Desarrollo Social un subsidio para ampliar la vivienda. Pero hasta ahora no obtuvo respuesta. “La casa es chica. Nos gustaría hacer una piecita en el fondo para estar más cómodos, pero sin ayuda es imposible para nosotros”, expresó.

El mes pasado, Herrera cobró apenas $ 2.500, porque tuvo que pagar un préstamo en una financiera para afrontar gastos médicos. “No me alcanzó para nada. Apenas para comprar algunos remedios”, se lamentó el jubilado. “Por lo general compro pollo, que es más barato que la carne (vacuna). Una cocinera viene a la casa y nos da una mano”, subrayó.

“Hago magia”

Marisa Gaussiun, de 37 años, también vive en La Costanera. Está casada y tiene tres hijos, dos en edad escolar y uno en la universidad. Por el momento está desempleada, aunque tiene en mente poner una verdulería en su casa para ayudarle a su esposo. “Vivimos con el sueldo de mi marido que cobra, de bolsillo, entre $ 9.000 y $ 10.000. No llegamos a la canasta (básica) que dice el Gobierno”, manifestó. Cuando su esposo cobra su salario, la familia separa $ 500 para comprar carne. A este gasto se le suman unos $ 500 mensuales en pasajes de colectivo, para que sus hijos vayan a estudiar. “Hace cinco meses que no compramos nada en el súper. Sólo la carne. El resto de la comida, fideos, arroz, polenta y verdura, la compramos en el día en negocios del barrio, que cobran caro”, describió Gaussiun. “Nunca llegamos a fin de mes. La plata se termina en 15 días. Para comprar la comida hago magia”, ironizó.

En virtud de los datos del Indec, una familia de cuatro integrantes requiere de $ 380 por día para poder comer. Los entrevistados coincidieron en que no cuentan con esta dinero para comprar alimentos.

Raúl Sandoval, de 53 años, vive en Las Talitas y trabaja como vendedor ambulante en el microcentro de la capital. Allí ofrece medias, candados y ungüentos. Según comentó, en un buen día se lleva a su casa unos $ 120. “Mi mujer se la rebusca vendiendo ropa y trae, en el mejor de los días, unos $ 100. Con esa plata comemos. Además, tenemos dos hijos de 9 y de 15 años. Es una realidad triste. No se cómo hace mi mujer, pero la comida no nos falta”, expresó.

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