El lamento del padre del niño muerto en Yerba Buena: "¿cómo hago yo para seguir ahora?"

Gustavo Guerrero se quedó hoy sin su hijo de cinco años, cuando el transporte escolar que lo llevaba a su escuela fue aplastado por un eucalipto, que cayó de repente.

LÁGRIMAS. Gustavo (de rayado) no puede creer lo que le pasó a su hijo de cinco años. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO LÁGRIMAS. Gustavo (de rayado) no puede creer lo que le pasó a su hijo de cinco años. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO

Lo llevaban de un lado al otro, abrazado todo el tiempo. Y él, simplemente, se dejaba conducir. Con los ojos hinchados y rojos. Con la mirada de esas que miran sin mirar. Y en un momento, en medio del llanto de todos los demás, él, que no había dicho nada, murmuró: "¿cómo hago yo para seguir ahora?". Gustavo Guerrero se quedó hoy, antes de las 8.30 de la mañana, sin su hijo, Gustavo, de cinco años, cuando el transporte escolar que lo llevaba a su escuela fue aplastado por un eucalipto, que cayó de repente.

La Renault Traffic en la que iba su niño, al que un rato antes le habían puesto el delantal del jardín de infantes y le habían colgado la mochila, quedó convertida en un montón de hierros. Por partes, esos amasijos no alcanzaban el metro de altura. Nadie hubiese supuesto, sin saberlo de antemano, que eso había sido una combi. El árbol se desplomó en momentos en que el vehículo pasaba por la avenida Solano Vera al 1.000, en Yerba Buena. Estaba dentro de una vivienda situada del lado oeste de esa calle.

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A juzgar por las formas, el tronco, en su mayoría, impactó en el centro del vehículo. En esos momentos, Gustavo era el único niño a bordo. El conductor, Domingo Martín Cancino, fue trasladado al hospital Padilla, con traumatismos varios. También el conductor de una moto que venía por detrás, Jorge Herrero, fue hospitalizado. "Yo venía justo detrás de ellos. Cayó de repente. Ví todo. Fue tremendo ver cómo el árbol aplastaba el transporte", le cuenta un hombre a este diario, con los ojos llenos de lágrimas. Y no llega a decir más nada, ni su nombre, porque el llanto le ahoga las palabras.

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Y es que en la zona del accidente, las escenas eran tristísimas. Mojados todos - porque la lluvía no daba tregua- los familiares del pequeño, los vecinos y un grupo de transportistas yerbabuenenses se consolaban entre sí. Del otro lado de la cinta de seguridad, la Policía, los bomberos y los funcionarios de la Municipalidad, encabezados por el intendente, Mariano Campero, iban de un lado a otro. Antes de que sacaran el cuerpo del pequeño, algunas personas comenzaron a insultar, a los gritos, a los funcionarios.


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