16 Noviembre 2016
Juicio por los saqueos de 2013: lo condenaron, pero nadie se fue conforme
La defensa y la querella prometieron apelar la pena de 14 años que le dieron a un acusado por un homicidio. A unos el fallo les pareció injusto; a otros, insuficiente. No dictaron la prisión preventiva, por lo que el condenado quedó libre.
El lunes a última hora, la Sala II -compuesta por los jueces Pedro Roldán Vázquez, Eduardo Romero Lascano y Gustavo Romagnoli- dictó una pena de 14 años de prisión a Jonathan González por el homicidio de Hugo Herrera. El hecho se produjo durante los saqueos de diciembre de 2013, en avenida San Ramón al 3.000. Ante esta sentencia se dio un hecho particular: tanto la defensa como la querella dijeron a LA GACETA que pedirán la revisión del fallo: a los primeros les pareció injusto y a los segundos, insuficiente.
La defensa de González, a cargo de Pablo Rivera, planteó en todo momento que se había tratado de un acto de legítima defensa. En sus alegatos, el profesional pidió la absolución. “Ahora iremos a Casación porque nos parece muy injusto el fallo. La víctima y su compañero (Abel Villa) querían entrar a robar al taller de motos del hermano de mi defendido”, argumentó.
Para Rivera, en el caso se dieron las tres características de la legítima defensa: “hubo una provocación injusta cuando quisieron ingresar al taller; no había policías; y hubo proporcionalidad, ya que tanto González como Herrera tenían armas de fuego”.
El defensor incluso fue más allá y planteó que el acusado en realidad es una víctima del abandono del Estado. “El poder político se desentendió de la situación en ese momento. El gobernador (José) Alperovich aseguró sus bienes porque sabía lo que iba a pasar y unos días antes sacó los autos de la concesionaria. En Buenos Aires, la presidenta (Cristina Fernández) bailaba en Plaza de Mayo, mientras la gente en Tucumán se mataba en la calle. Porque fue así, a nosotros no nos cierra que hayan sido sólo ocho muertos”, dijo. Esta última apreciación la hizo en relación a la cifra oficial que brindó el Estado sobre quienes perdieron la vida en esos días (8 al 12 de diciembre): seis asesinados y dos fallecidos en siniestros viales.
Por último, Rivera explicó que jamás se pudo encontrar el arma de González porque este se asustó y la arrojó. “En el tumulto, alguien se la llevó”, agregó. El acusado dijo en diálogo con LA GACETA que se trataba de una carabina que no tenía cargador y que, por lo tanto, sólo podía disparar una vez. También dijo que el fallecido y su amigo venían de saquear una pinturería. Villa, durante el juicio, lo acusó de haber estado toda esa tarde haciendo tiros.
“No estamos conformes”
La querellante, Florencia Pachao Medina, explicó que desde su parte también recurrirán el fallo, si es que el fiscal de Cámara Daniel Marranzino adhiere al recurso. Ellos habían pedido una pena de 20 y 16 años, respectivamente. “La familia no está conforme. No se da ninguna de las características de la legítima defensa en el caso porque Herrera jamás quiso entrar al taller de González. Para nosotros hay una circunstancia que es clave: los dos se cayeron de la moto media cuadra antes del taller”, advirtió la querellante.
Según su postura, Herrera y Villa perdieron el equilibrio cuando alguien arrojó un tronco a la calle. “Ellos ya venían sufriendo una serie de golpes de los comerciantes. De entre la multitud apareció González y lo remató”. En cuanto a los presuntos golpes, la defensa aseguró que el cuerpo no tenía más heridas que el balazo.
Pachao Medina explicó, por otro lado, que Villa estaba al mando de la moto y que eligió esa zona para volver a la casa de ambos -en El Colmenar-, porque conocían a la gente, pero “los molieron a palos”. También lamentó que nunca hubiera aparecido la pistola que le quitó la vida a la víctima y juró: “mis clientes no tenían ningún tipo de armas”.
Sobre el final, la abogada se citó a sí misma: “como dije durante el alegato, ‘esa noche muchos cumplieron su sueño de ser Rambo’, como González”.
Si bien el condenado salió de la sala con las esposas puestas -algo que “tranquilizó” a la familia de la víctima, según su representante legal- como no se pidió la prisión preventiva esperará en libertad la revisión del fallo por parte de una instancia superior.
La defensa de González, a cargo de Pablo Rivera, planteó en todo momento que se había tratado de un acto de legítima defensa. En sus alegatos, el profesional pidió la absolución. “Ahora iremos a Casación porque nos parece muy injusto el fallo. La víctima y su compañero (Abel Villa) querían entrar a robar al taller de motos del hermano de mi defendido”, argumentó.
Para Rivera, en el caso se dieron las tres características de la legítima defensa: “hubo una provocación injusta cuando quisieron ingresar al taller; no había policías; y hubo proporcionalidad, ya que tanto González como Herrera tenían armas de fuego”.
El defensor incluso fue más allá y planteó que el acusado en realidad es una víctima del abandono del Estado. “El poder político se desentendió de la situación en ese momento. El gobernador (José) Alperovich aseguró sus bienes porque sabía lo que iba a pasar y unos días antes sacó los autos de la concesionaria. En Buenos Aires, la presidenta (Cristina Fernández) bailaba en Plaza de Mayo, mientras la gente en Tucumán se mataba en la calle. Porque fue así, a nosotros no nos cierra que hayan sido sólo ocho muertos”, dijo. Esta última apreciación la hizo en relación a la cifra oficial que brindó el Estado sobre quienes perdieron la vida en esos días (8 al 12 de diciembre): seis asesinados y dos fallecidos en siniestros viales.
Por último, Rivera explicó que jamás se pudo encontrar el arma de González porque este se asustó y la arrojó. “En el tumulto, alguien se la llevó”, agregó. El acusado dijo en diálogo con LA GACETA que se trataba de una carabina que no tenía cargador y que, por lo tanto, sólo podía disparar una vez. También dijo que el fallecido y su amigo venían de saquear una pinturería. Villa, durante el juicio, lo acusó de haber estado toda esa tarde haciendo tiros.
“No estamos conformes”
La querellante, Florencia Pachao Medina, explicó que desde su parte también recurrirán el fallo, si es que el fiscal de Cámara Daniel Marranzino adhiere al recurso. Ellos habían pedido una pena de 20 y 16 años, respectivamente. “La familia no está conforme. No se da ninguna de las características de la legítima defensa en el caso porque Herrera jamás quiso entrar al taller de González. Para nosotros hay una circunstancia que es clave: los dos se cayeron de la moto media cuadra antes del taller”, advirtió la querellante.
Según su postura, Herrera y Villa perdieron el equilibrio cuando alguien arrojó un tronco a la calle. “Ellos ya venían sufriendo una serie de golpes de los comerciantes. De entre la multitud apareció González y lo remató”. En cuanto a los presuntos golpes, la defensa aseguró que el cuerpo no tenía más heridas que el balazo.
Pachao Medina explicó, por otro lado, que Villa estaba al mando de la moto y que eligió esa zona para volver a la casa de ambos -en El Colmenar-, porque conocían a la gente, pero “los molieron a palos”. También lamentó que nunca hubiera aparecido la pistola que le quitó la vida a la víctima y juró: “mis clientes no tenían ningún tipo de armas”.
Sobre el final, la abogada se citó a sí misma: “como dije durante el alegato, ‘esa noche muchos cumplieron su sueño de ser Rambo’, como González”.
Si bien el condenado salió de la sala con las esposas puestas -algo que “tranquilizó” a la familia de la víctima, según su representante legal- como no se pidió la prisión preventiva esperará en libertad la revisión del fallo por parte de una instancia superior.
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