En Hawai admiten recurso contra el decreto migratorio de Trump

Los firmantes afirman que la norma se sigue basando en cuestiones religiosas ya objetadas. La ONU denuncia denigración de inmigrantes y temor por deportaciones masivas en Estados Unidos. Prevén un mayor número de reclamos.

EN NUEVA YORK. Una manifestante expresa su rechazo a las políticas migratorias del presidente Trump. Reuters EN NUEVA YORK. Una manifestante expresa su rechazo a las políticas migratorias del presidente Trump. Reuters
09 Marzo 2017

WASHINGTON Y GINEBRA.- Un juez federal de Hawai admitió el recurso presentado por un grupo de abogados del Estado contra el nuevo decreto migratorio del presidente estadounidense, Donald Trump, para que suspenda sus efectos.

El mandatario firmó el lunes una orden ejecutiva para burlar el bloqueo judicial contra la dictada el pasado 27 de enero, que prohibía la entrada de ciudadanos de siete países musulmanes y fue suspendida por no respetar las garantías legales. En esta segunda orden ejecutiva, Trump descartó a Irak pero mantuvo el veto para los ciudadanos de Irán, Siria, Libia, Yemen, Sudán y Somalía. La prohibición durará 90 días, plazo del Gobierno para estudiar cómo mejorar los controles de seguridad.

Los firmantes del recurso esgrimen que la orden ejecutiva se sigue basando en cuestiones religiosas, “sometiendo a una parte de los ciudadanos de Hawai a un trato discriminatorio y negando a todos los beneficios de una sociedad plural e inclusiva”.

“Miles de personas en todo Estados Unidos y en Hawai, que tienen familiares directos viviendo en los países afectados, no podrán recibir sus visitas”, enfatizan, de acuerdo con el documento judicial.

Neal Katyal, uno de los abogados del Estado, explicó en una entrevista con la televisión de EEUU que, aunque esta nueva medida “abarca a menos gente que la primera”, “adolece de los mismos defectos constitucionales y legales”.

Angustia y temor

El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid al Hussein, criticó el decreto que impide la entrada de ciudadanos de seis países de mayoría musulmana en Estados Unidos, y se declaró “consternado” por los intentos del presidente, Donald Trump, de “intimidar o socavar” a periodistas y jueces. Al presentar ante el Consejo de Derechos Humanos el informe anual de su oficina con sede en Ginebra, Hussein advirtió que el sistema internacional de derechos humanos está amenazado por grupos extremistas y por gobiernos que, en la lucha contra ellos, cercenan libertades fundamentales, derechos y exacerban abusos.

El funcionario detalló los problemas de derechos humanos en el mundo, entre ellos la “escalofriante indiferencia” de algunos líderes de la Unión Europea (UE) hacia los migrantes, la represión a abogados y activistas en China y una nueva ley rusa utilizada para limitar la libertad de expresión.

Sobre Estados Unidos, dijo que se necesita “un liderazgo mayor y más consecuente para enfrentar el auge reciente de la discriminación, el antisemitismo y la violencia contra las minorías étnicas y religiosas”, y habló del daño causado por “el vilipendio de grupos enteros como los mexicanos y los musulmanes”. “Me siento consternado por los intentos de Trump de intimidar o socavar a periodistas y jueces”, dijo Hussein.

“Estoy también preocupado por las nuevas políticas de inmigración que prohíben la admisión de personas de seis países de mayoría musulmana, así como las políticas que amplían el número de inmigrantes que están expuestos a un riesgo inmediato de deportación “sin tener en cuenta los años pasados en Estados Unidos o sus raíces familiares”, aseguró.

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Reclamos en masa

Diversas asociaciones de defensa de los derechos civiles y de los inmigrantes anunciaron que iniciarán acciones judiciales contra el nuevo decreto antiinmigratorio de Trump. El anuncio fue realizado por diferentes organizaciones, entre las que figuraban la Unión para las Libertades Civiles en América (ACLU) y el Centro Nacional de Leyes de Inmigración (NILC), además de media docena más de grupos hispanos.

“El veto tiene problemas constitucionales y legales y tomaremos todos los caminos a través de los juzgados para que la orden no se implemente. Tenemos la esperanza de que nuestra demanda será satisfecha en los tribunales”, declaró Joanne Lin, la asesora legislativa de ACLU. (Especial-Télam)

Durante muchos años, el famoso cena teatro Crystal Palace en Aspen presentó una canción de cabaret que les encantaba a todos los públicos: “The Peanut Butter Affair”.

Cuenta la historia de un muy alto ejecutivo que salió a trabajar un día sin haberse lavado la cara correctamente y todavía tenía un poco de crema de cacahuate en la barbilla. Sin embargo, ninguno de sus empleados se atrevía a decirle.

Pero cuando llegó a su casa, su esposa se lo dijo y él se sintió horrorizado. Sin embargo, se horrorizó todavía mas cuando fue a trabajar los siguientes días y, al final, “cada imbécil, desde el presidente hasta el oficinista tenía mantequilla de cacahuate en la barbilla”.

Esa parodia de subalternos que estúpidamente imitan a sus jefes me vino a la mente cuando oía a los asesores y aliados de Trump justificar la diatriba del presidente el sábado por la mañana en la que alegaba – sin ninguna evidencia – que el ex presidente Barack Obama había ordenado la intervención de los teléfonos en la Torre Trump durante la campaña electoral del 2016. Parecía que el equipo completo de Trump se estaba embarrando mantequilla de maní en la barbilla. La única pregunta era quién se había puesto más.

Mi voto es para la subsecretaria de prensa, Sarah Huckabee Sanders, quien le dijo a “This Week” de ABC que Trump “estalló por la información que ha visto que lo ha llevado a creer que se trata de un potencial muy real”

¿Información no especificada que ha visto? ¿OVNI que ha visto? ¿Cómo es eso una norma para acusar a su predecesor de un crimen vil? Denle a esa mujer una dotación de Peter Pan para cuatro años.

Sin embargo, Sanders es solo una publicista. Más preocupante fue observar a un soldado honorable, al secretario de Seguridad Interior, John Kelly, dar palmaditas ligeras a la crema de cacahuate y defender la aseveración de Trump en CNN, diciendo que “el presidente debe tener sus razones”.

¿Entonces, por qué el secretario de Seguridad Interior no las conoce y por qué el presidente no las comparte? Y, por cierto, ¿por qué aparece usted en la televisión con mantequilla de cacahuate en la barbilla, diciendo que el presidente tiene razones, pero sin decir cuáles son? Esa es la forma en la que un presidente, moralmente en quiebra, embarra a todos a su alrededor, aun a un hombre tan bueno.

Trump contendió por el cargo prometiendo que protegería a los estadounidenses del terrorismo, los inmigrantes y los acuerdos de libre comercio. Sin embargo, ¿quién nos protegerá de él? Si nuestro presidente está dispuesto a dañar con mentiras nuestros principios más elementales de conducta presidencial – como que no se acusa al predecesor de un crimen muy grave sin tener evidencia, solo para desviar la atención de su desorden más reciente -, tenemos un verdadero problema.

Necesitamos hacer tantas cosas grandes y duras, pero solo se pueden hacer las cosas grandes y duras juntos. Y ello requiere de un líder que nos pueda unir para hacer cosas dignas de nuestras energías y dedicación: como una reforma sanitaria correcta, una reforma migratoria, una reforma fiscal e inversión en infraestructura, o trabajar bien con China y Rusia donde se pueda y trazar líneas rojas donde se deba.

Sin embargo, también se requiere confianza en la integridad de ese líder – que cuando las cosas se pongan duras, el líder no abandone ni les dispare por la espalda a sus asesores y seguidores. No hay ningún congresista del Partido Republicano, ni aliado de Estados Unidos en el extranjero, que no se esté preguntando hoy: ¿puedo confiar en este tipo cuando las cosas se ponen difíciles o Trump publicará alguna diatriba sin hechos sobre mí en Twitter? ¿Siquiera puedo confiar en compartir información con él?

El gobierno se mueve “a la velocidad de la confianza”, observa Stephen M.R. Covey en su libro “The Speed of Trust” (“La velocidad de la confianza”). “Hay algo que es común a todo individuo, relación, equipo, familia, organización, nación, economía y civilización por todo el mundo; una cosa que, si se quita, destruirá al gobierno más poderoso, al negocio más exitoso, a la economía más próspera, al liderazgo más influyente, la amistad más grandiosa, el carácter más fuerte, el amor más profundo. … Esa cosa es la confianza”.

A pesar del extraño número de reuniones con los rusos, no ha surgido ninguna prueba de que el equipo de Trump se haya coludido con Rusia. Lo que nuestros tres más altos servicios de inteligencia han declarado, no obstante, es que Rusia sí ciberpirateo nuestras elecciones en nombre de Trump. Y, conforme más de nuestra vida se muda al ciberespacio, saber exactamente cómo se hizo, cómo es probable que se esté haciendo en las elecciones europeas en este momento, y cómo impedir que se debilite a Occidente con esta arma nueva, que es el objetivo de Rusia, es un problema vital de seguridad. Sin un proceso electoral en el que podamos confiar, estamos hundidos.

Es lamentable que la mayor parte del Partido Republicano hoy está moralmente ausente sin licencia, y prefiere barrer el ciberpirateo ruso debajo de la alfombra en lugar de tener una investigación creíble e independiente. Eso llevará a que la gente cuestione cualquier colaboración que intente Trump con Moscú.

Más aún, algún día pronto, pasará algo – en Corea del Norte, el mar de la China Meridional, Ucrania, Irán – que requerirá que él tome una decisión arbitraria. Trump tendrá que mirar de frente al pueblo estadounidense y decirle: “Confíen en mí; decidí esto con base en la mejor información y asesoría de la comunidad de inteligencia”. O: “Confíen en mí, teníamos que trabajar con Rusia en esto”.

¿Y quién le va a creer? No hay nada más peligroso que un presidente estadounidense que dilapidó su confianza antes de tener que guiarnos por una crisis. Sin embargo, eso es lo que pasa cuando se rodea de personas listas para embarrarse crema de cacahuate en la barbilla. Se facilita la decadencia de compañías y países. O, como advierte la canción “Peanut Butter”: “Es raro pensar en lo que un tipo puede hacer solo porque todos piensan que tiene razón”.


Wikileaks 

La CIA y el FBI abrieron una investigación para determinar el origen de la filtración a Wikileaks de más de 8.000 documentos clasificados de la Agencia de Inteligencia que describían técnicas para espiar a través de dispositivos electrónicos. Las sospechas apuntan a trabajadores o contratistas de la CIA, porque la información estaba en una red interna. Fuentes de CNN confirmaron que el material es auténtico, si bien subrayó que podría haber sido alterado. La CIA intenta averiguar si todavía hay documentos filtrados que Wikileaks no publicó. 

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Espionaje 

Dos senadores reclamaron al Departamento de Justicia y al FBI que entregue a la Comisión de Inteligencia de la Cámara Alta cualquier documento que pruebe que el ex presidente, Barack Obama, ordenó espiar a su sucesor, Donald Trump. Los senadores Lindsey Graham y Sheldon Whitehous aseguraron que se tomará “seriamente cualquier abuso por parte de las autoridades por motivos políticos”. “Estaríamos igualmente alarmados si encontráramos pruebas de actividad o contactos criminales con un poder extranjero”, añadieron. 

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