Un tucumano en la corte del rey William Shakespeare

Serán dos días sin descanso junto al gran bardo inglés en el Teatro Nacional Cervantes, con un desafío inusual. La cita con la dramaturgia completa de William Shakespeare se realizará en jornadas sucesivas de 12 horas cada una, el 14 y el 15 de octubre en el gran escenario porteño, cuando con la dirección general del francés Laurent Berger suba “38 SM (Shakespeare Material)”, que luego seguirá representándose en seis capítulos de tres horas y media cada uno.

El título hace referencia a los 38 textos teatrales que escribió el genial autor a lo largo de su vida. Y en su realización se recorrerá el teatro, la performance, el video, la danza y la música, en una versión contemporánea de su creación.

Dentro del elenco aparece un tucumano. Santiago García Ibañez se presentó a un casting con un monólogo de dos minutos y fue seleccionado para participar de esta inédita experiencia. “En lo profesional, es lo más importante de mi carrera como actor. Es la primera vez que voy a estar con la cabeza 100x100 en lo que amo y para lo que me formé, me formo y me seguiré formando. Es muy especial, no sólo por lo que representa el Teatro Nacional Cervantes para nuestra cultura nacional, sino que además voy a tener el privilegio de formar parte del elenco junto con actores que son referentes en la actuación para mí, como Stella Galazzi, Luciano Suardi e Iván Moschner”, afirma en diálogo con LA GACETA.

Los trabajos ya comenzaron, según explica: “la propuesta está requiriendo mucha dedicación para estar a la altura del desafío, porque es un sueño desde siempre estar en estas tablas; estamos ensayando mucho”. Él es uno de los 21 artistas multidisciplinarios que participará del proyecto.

El actor está en la última etapa de la carrera de teatro de la Universidad Nacional de las Artes (en la UNA está preparando su tesis final de la Licenciatura en Actuación), adonde fue a estudiar con 18 años, emancipado ya de su madre, la actriz y directora Viky Ibañez, y para compartir escenario con su abuelo, Roberto Ibañez. “Venir de una familia de artistas es hermoso... a veces. Si bien algo de desafío especial puede haber, el compromiso es siempre conmigo mismo. Hay muchas cosas que uno puede compartir y debatir para aprender y mejorar. También es cierto que al conocer de esta rama artística, las miradas son más críticas y no siempre me tiran flores por ser parientes míos”, aclara, entre risas.

La distancia golpea en los recuerdos y hay algunas ausencias importantes, más allá de las personales. En su lista de faltantes figuran las tortillas, los sanguches de milanesas calientes, las empanadas de carne picada y las humitas bien hechas. Pero todo se compensa con la posibilidad de “ver en directo a los directores y a los actores que estudiamos”. “Es un orgullo haberme formado en la universidad pública. Creo que me enriqueció mucho el intercambio con compañeros que vienen de otros países, de otras culturas, con formaciones muy diferentes a la mía. Voy a estar siempre agradecido por la calidad de formación que he recibido y considero que es un tesoro que debemos cuidar siempre”, agrega.

No es la única propuesta artística que tiene en carpeta. “Voy a continuar con la obra que fue mi proyecto de graduación en la UNA, que se llama ‘La rascada, un teatrito de las orillas’. Es una obra que disfruto mucho al hacerla, porque plantea un grupo de artistas de variedades que supo tener un poquito de suerte, pero que en el presente está en una encrucijada difícil y la gente no los está yendo a ver por varias razones -explica-. Me causa gracia que justo el personaje que yo hago es un actor que tuvo la suerte de estar en los teatros más importantes y ahora yo esté ahí. Trato de ir paso a paso. Trabajando mucho para hacer de este momento el mejor”.