02 Mayo 2017
Acostumbrado a vivir por y para la pelota, un día como cualquier otro Rodrigo decidió hablar con sus padres, Carlos y Liliana y confesarles que él quería ser futbolistas para vivir de su pasión y hacer realidad el sueño del pibe. Como en todo comienzo repleto de incógnitas, las dudas del futuro profesional se fueron disipando a medida que el menor de los Aliendro comenzaba a ganarse un lugar en las inferiores de Chacarita. Era un gran esfuerzo ir y volver de las prácticas. “Tres horas, entre ida y vuelta”, recuerda hoy el futbolista que participa en la Copa Libertadores y se ríe cuando al recuerdo de aquellos viajes para cumplir con los entrenamientos en el “Funebrero” le agrega los transbordos: “iba en bondi y luego en tren”, dice.
Chacarita fue su lugar el en mundo, donde todo comenzó. Donde también todo era cuesta arriba al principio e incluso después de consolidarse en el plantel superior. “Fue una época en la que el club no estaba muy bien, así que había que trabajar un poco. Por suerte, todo mejoró después”, cuenta el volante del “Decano” con más horas de viaje durante esos seis años de apuesta que varias empresas de ómnibus de corta distancia en la actualidad.
De hecho, al trajín del ida y vuelta le sumó una tarea extra, por necesidad. Repartió pizzas, en su etapa de futbolista cedido a préstamo a Ituzaingó, un club de la D. No fue la única vez que lo hizo. “Estando en Chacarita también tuve que trabajar, pero más que nada haciendo changas y dándole una mano a mi papá”, revela quien volverá a la titularidad (purgó fecha de suspensión) en el partido más importante del semestre para el pueblo “Decano”. Es vencer o vencer a Peñarol. “Es un rival duro. Esperemos estar a la altura”, se ilusiona Aliendro, cuyo presente es muy distinto a lo que fueron sus inicios.
Ahora es un hombre de Primera, juega en la elite argentina y del torneo más importante del continente. Cartón completo. “¿Si mi vida cambió? Uff, sí, mucho. Jugar en Primera es haber cumplido un sueño. Es increíble todo lo que me está pasando”, confiesa quien en junio cumplirá con los 18 meses de vínculo que lo une con Atlético y deberá regresar a Chacarita. O bien Atlético deberá hacer uso de la opción de compra de su ficha, que es la intención de la directiva encabezada por Mario Leito. “No pienso en mi futuro ni me meto en esas cosas. Esperaré a ver qué pasa. Si me quedo o no. Está claro que me gustaría, pero no me voy a maquinar ahora con el tema. Falta. Aparte, yo solo quiero enfocarme en los partidos importantes que tenemos, que son muchos”.
Atlético y la provincia resultan ser un oasis donde los futbolistas se encuentran con su mejor versión. Cuando Aliendro fichó para el “Decano” era una promesa. Hoy es una realidad. “El hecho de jugar en un club grande y siempre a cancha llena hace que eso sume de manera positiva en uno. Hace más de un año que venimos haciendo bien las cosas”, asegura Aliendro, abocado hoy a lastimar la banda izquierda del “Carbonero”. “Es un equipo duro. No será sencillo. Intentaremos dejar los tres puntos en casa para así seguir con chances de clasificarnos a los octavos de final”, insiste con el elogio hacia el rival herido.
Peñarol llega algo desorientado: perdió feo con Palmeiras la fecha pasada y también sufrió la suspensión de tres jugadores por los desmanes que hubo después del partido con el “Verdao”. Y a eso habría que sumarle que Peñarol está contra la espada y la pared. Si pierde, quedará casi eliminado de la Copa. “Estamos ante una gran posibilidad de mantener viva nuestra esperanza de la clasificación, pero para eso hay que ganar. Pasar a octavos es cumplir otro anhelo para los que somos Atlético”, asegura el Aliendro soñador que afirma que nunca olvidará lo pasado, porque todo fue una enseñanza, pero que tampoco le gustaría volver a eso. “Algo cambió. Ya no tengo que trabajar y puedo dormir la siesta, así que estoy más tranquilo en todo sentido, ja, ja, ja”.
Chacarita fue su lugar el en mundo, donde todo comenzó. Donde también todo era cuesta arriba al principio e incluso después de consolidarse en el plantel superior. “Fue una época en la que el club no estaba muy bien, así que había que trabajar un poco. Por suerte, todo mejoró después”, cuenta el volante del “Decano” con más horas de viaje durante esos seis años de apuesta que varias empresas de ómnibus de corta distancia en la actualidad.
De hecho, al trajín del ida y vuelta le sumó una tarea extra, por necesidad. Repartió pizzas, en su etapa de futbolista cedido a préstamo a Ituzaingó, un club de la D. No fue la única vez que lo hizo. “Estando en Chacarita también tuve que trabajar, pero más que nada haciendo changas y dándole una mano a mi papá”, revela quien volverá a la titularidad (purgó fecha de suspensión) en el partido más importante del semestre para el pueblo “Decano”. Es vencer o vencer a Peñarol. “Es un rival duro. Esperemos estar a la altura”, se ilusiona Aliendro, cuyo presente es muy distinto a lo que fueron sus inicios.
Ahora es un hombre de Primera, juega en la elite argentina y del torneo más importante del continente. Cartón completo. “¿Si mi vida cambió? Uff, sí, mucho. Jugar en Primera es haber cumplido un sueño. Es increíble todo lo que me está pasando”, confiesa quien en junio cumplirá con los 18 meses de vínculo que lo une con Atlético y deberá regresar a Chacarita. O bien Atlético deberá hacer uso de la opción de compra de su ficha, que es la intención de la directiva encabezada por Mario Leito. “No pienso en mi futuro ni me meto en esas cosas. Esperaré a ver qué pasa. Si me quedo o no. Está claro que me gustaría, pero no me voy a maquinar ahora con el tema. Falta. Aparte, yo solo quiero enfocarme en los partidos importantes que tenemos, que son muchos”.
Atlético y la provincia resultan ser un oasis donde los futbolistas se encuentran con su mejor versión. Cuando Aliendro fichó para el “Decano” era una promesa. Hoy es una realidad. “El hecho de jugar en un club grande y siempre a cancha llena hace que eso sume de manera positiva en uno. Hace más de un año que venimos haciendo bien las cosas”, asegura Aliendro, abocado hoy a lastimar la banda izquierda del “Carbonero”. “Es un equipo duro. No será sencillo. Intentaremos dejar los tres puntos en casa para así seguir con chances de clasificarnos a los octavos de final”, insiste con el elogio hacia el rival herido.
Peñarol llega algo desorientado: perdió feo con Palmeiras la fecha pasada y también sufrió la suspensión de tres jugadores por los desmanes que hubo después del partido con el “Verdao”. Y a eso habría que sumarle que Peñarol está contra la espada y la pared. Si pierde, quedará casi eliminado de la Copa. “Estamos ante una gran posibilidad de mantener viva nuestra esperanza de la clasificación, pero para eso hay que ganar. Pasar a octavos es cumplir otro anhelo para los que somos Atlético”, asegura el Aliendro soñador que afirma que nunca olvidará lo pasado, porque todo fue una enseñanza, pero que tampoco le gustaría volver a eso. “Algo cambió. Ya no tengo que trabajar y puedo dormir la siesta, así que estoy más tranquilo en todo sentido, ja, ja, ja”.