Los devotos de la Virgen de Luján piden paz para la Patria
El sol ya estaba ubicado al Oeste y encendía los globos blancos y amarillos que adornaban el altar. Como hace 116 años, la Virgen de Luján, patrona de aquel poblado que decidió cambiar su nombre– el de Pueblo Nuevo del Oeste - para adoptar el de su protectora, volvía a presidir su fiesta. El arzobispo de Tucumán, monseñor Alfredo Zecca, la invocó ayer, para pedirle que interceda no sólo por aquella comunidad de Villa Luján, sino por toda la Argentina, de la que es también su patrona, “en esta difícil situación” que vive el país. No sólo el arzobispo, sino cada devoto, de los miles que ayer participaron en la procesión, pidieron no sólo salud y trabajo, esta vez imploraron también para que vuelva la paz a la Argentina.
Al terminar la misa presidida por el arzobispo y concelebrada junto al párroco, el padre Alejandro Maceda, el sol se escondía detrás de las montañas. Fue entonces cuando los dos bueyes tiraron de la vieja carreta adornada con flores. Allí, como en los tiempos fundaciones de la historia de la Virgen de Luján, iba la pequeña imagen centenaria. Los imponentes animales, de pelaje negro lustroso, uno, y con manchas blancas y negras, el otro, parecían amaestrados para la misión. Aunque acostumbrados a la tranquilidad de San Javier no se asustaron al ver la muchedumbre que pugnaba por acercarse a la imagen. Tampoco eran los únicos animales. La procesión - que caminó por Don Bosco, Luis Nougués, San Martín, Necochea y Mendoza, hasta volver al templo - terminaba con una larga columna de gauchos a caballo. Eran de distintas agrupaciones, aunque sólo los gauchos que pertenecían al grupo “Nuestra Señora de Luján” tenían el privilegio de acompañar, de a pie, a la imagen desde el interior del templo hasta la carreta que la esperaba en la calle. Un elegante jinete de sólo cuatro años, Mejail Mosre, asombraba a los devotos con su destreza en un caballo que parecía hecho a su medida. La imagen estaba custodiada por los cadetes de la Escuela de Policía con su uniforme de gala.
No sólo salud y trabajo
Las plegarias de los devotos no varían mucho de año a año. Salud y trabajo para la familia es el clásico pedido a la Virgen. Pero este año fue diferente. A la patrona de la Argentina los tucumanos le pedían paz. Menos violencia. Más seguridad. Menos droga. Más tolerancia. “A nuestra Madre le pido paz para el corazón del hombre que está cada vez más violento, y también más unidad en las familias y en la sociedad”, dice Rosita Cosme de Taddei, que hace 30 años sintió el llamado de la Virgen de Luján para ayudar a preparar sus fiestas. Ella junto a muchas otras mujeres y hombres rezan el rosario y van casa por casa invitando a los vecinos a sumarse a la oración.
Claudia Nasul le pide a la Virgen que bendiga “la Patria y a su familia, para que puedan salir adelante”. “Nuestra Madre siempre estuvo a nuestro lado cuando la Patria peligraba y no va a ser la excepción. Hoy necesitamos de su apoyo ante tanta violencia, en todas sus formas. Le pido que los tres poderes del Estado asuman la responsabilidad que a cada uno le toca y que no se invadan unos a otros, que sean independientes”, dice Nasul.
“Le pido a la Virgen paz espiritual para toda la sociedad”, confiesa la pedagoga Patricia Armani, llevaba en silla de ruedas. “Por la paz del mundo y de las familias, que es la solución a todos nuestros problemas”, añade a su turno, Mónica Villagrán, mamá de una de los alumnos del colegio de Luján, que hicieron el cordón de la peregrinación.
En la procesión también caminaban jóvenes como Mateo Avila Burgos con su hijito de la mano: “le pido protección para mi familia y más seguridad”. Luciana, una pequeña promesante de siete años, caminaba con un manto celeste igual al de la Virgen en su cabeza. Junto a su mamá Sonia Fernández, ella agradecía por su vista y le pedía por la paz del mundo.
La enfermera de la Virgen
Irma Villanueva de Espinosa reparó la imagen cuando fue alcanzada por la llama de una vela
A pesar de que es centenaria, la imagen de la Virgen luce perfecta. Irma Villanueva de Espinosa se encarga cada año de dejarla impecable. La pieza de madera estucada no sólo carga con el paso de los años, también tuvo varios accidentes. Según cuenta Irma, hace una década se salvó milagrosamente de destruirse a causa de una vela encendida. “Hubo que reemplazar la luna está bajo sus pies porque se carbonizó. Su carita y sus manos estaban negras y me asusté mucho al verlas, pero luego levanté cuidadosamente una capa y con sorpresa vi que permanecían intactas. No hubo que hacerles ningún retoque. Es Inexplicable”, afirma. “La imagen también fue reparada en su interior porque por el vaivén de la carreta casi se partió en dos y hubo que rellenarla con aserrín y cola”, explica.
Mensaje
El Papa pidió a los nuevos curas que “no hagan carrera” en la Iglesia
El papa Francisco ordenó ayer a 10 sacerdotes en la Basílica de San Pedro y, durante la ceremonia, les dio tres claros mensajes para que los acompañen durante su misión en la Iglesia: les recordó que no están allí para hacer una carrera para escalar posiciones en la estructura eclesiástica, sino para cumplir con un servicio pastoral; que le hablen de forma clara y simple a los fieles, no con homilías intelectuales y demasiado elaboradas; y también deslizó que “la doble vida es una fea enfermedad en la Iglesia”. “Por favor, les pido en nombre de Dios que sean siempre misericordiosos, no carguen sobre las espaldas de los fieles pesos que no pueden soportar”, les dijo.