“Va progresando, pero no ha salido de las complicaciones. En este momento está llorando por los dolores. A veces son largos, a veces cortos, y suelen ser fuertes”, lamentó Mario Argañaraz, el padre de Paula. La joven, que fue arrollada el 4 de junio por un menor que conducía un auto en la avenida Aconquija, abandonó el lunes la clínica céntrica en la que estuvo internada desde ese momento, con varias fracturas -una de ellas en la cadera, que demandó una operación de ocho horas- y una lesión neuronal. “Dentro de ese cuadro podíamos seguir en la clínica o volver a la casa y que nosotros le administremos los medicamentos. Ella sigue sin poder sentarse siquiera. Apenas hará pequeños movimientos, hasta que estemos seguros de que hay una fijación completa de los huesos”, informó el entrevistado.
Aseguran que el menor que atropelló a Paula Argañaraz manejaba el auto desde los 14 años.
La muchacha de 20 años estuvo más de una semana inconsciente por el fuerte golpe que sufrió en la cabeza al recibir el impacto de un Honda Fit que se dio a la fuga. Por consejo de los médicos, su familia intenta que esté tranquila y no le hablan demasiado sobre el accidente. Cuando estuvo en la clínica los médicos le contaron lo que había pasado e incluso su madre le hizo leer algunas notas de LA GACETA. Su reacción fue escueta: apenas preguntó si el conductor no la había visto. “Estaba bajo los efectos de muchos sedantes en ese momento. No está mal neurológicamente, pero los médicos están expectantes a su evolución y no queremos llevarla a tratar ese tema”, agregó Mario.
Hogar, dulce hogar
Más cómoda en su hogar que en la clínica, Paula pasa el tiempo entre series, televisión y libros de medicina que le pide a sus compañeras de la facultad. Su ánimo, según su padre, está por las nubes cuando no siente dolor. Y aunque el golpe en la cabeza le afectó un poco la memoria, ella puede tener largas charlas con sus visitas y ya le dijo a todos sus allegados que quiere volver a caminar pronto. El pronóstico es alentador: si todo sale como lo esperan, apenas tendrá algunas secuelas mínimas.
Paula evoluciona y ya dice algunas palabras
“Van las compañeras y le hablan de los libros, de los estudios; ese también es un buen ejercicio para su memoria. Cuando arrancó todo el proceso de recuperación, ella no sabía ni que iba a la facultad. A veces le nombrábamos a algunas personas y no las recordaba. Por eso, las chicas le hicieron un video y un álbum con fotos de todas las cosas que ella hacía, para ayudarla. Está progresando bien”, se esperanzó su padre.
En junio, seis conductores se fugaron luego de atropellar
Y si el ánimo de la muchacha está por las nubes, el de sus familiares vuela a la misma altura. “Nosotros estamos mucho mejor. El día del accidente y hoy son dos mundos distintos. Si antes teníamos esperanzas, ahora mucho más. No importa el tiempo, esperamos que se recupere. Quizás puedan quedar algunas secuelas, pero queremos que avance lo máximo posible”, agregó el hombre.
La operación de cadera le dejó 70 puntos de sutura a Paula Argañaraz
La causa
La noche del sábado 3 de junio, Paula fue a un cumpleaños. Sus amigas habían decidido ir a bailar, pero ella prefirió encontrarse con su novio. Cuando cruzaba la avenida para encontrarse con el muchacho, fue atropellada. Gracias a la viralización que le dio su hermana Laura al caso, de inmediato se convirtió en uno de los temas más comentados en las redes sociales en la provincia. Con las cámaras, el fiscal Diego López Ávila identificó el automóvil y pidió la detención de su dueña, la odontóloga María Berta Poliche. La mujer se presentó a declarar, pero López Ávila la frenó y le advirtió que, tarde o temprano, sabría quien manejaba el auto. En ese momento, ya se sospechaba que, tras el volante, estaba su hijo de 16 años.
Finalmente el adolescente admitió que él manejaba, pero una serie de recursos interpuestos por su defensa demoraron su traslado al instituto Roca para menores. Una semana después de su alojamiento, recibió un permiso para pasar un fin de semana en su casa y poco después, la Justicia lo envió a vivir con sus tíos en el mismo country donde vivía con su madre.
En la primera entrevista que había brindado a LA GACETA, Argañaraz dijo que no le importaba quién había manejado, que sólo esperaba que hubiera Justicia y que su hija estuviera bien. Más de un mes después, su postura no cambió: “sigo pensando que en algún momento se hará justicia. Ahora mi problema es la salud de mi hija. Confío en mi abogado (Facundo Maggio) y en el fiscal. Dentro de esta desgracia, la causa fue a parar a manos confiables, aunque no todo dependa de ellos”.