Madre e hija viven una realidad que nunca llegaron a imaginarse

ANGELA Y MAIA ALBORNOZ ANGELA Y MAIA ALBORNOZ
25 Agosto 2017

Cuando sus historias deportivas comenzaron, ni se imaginaban vivir una situación así. “Es un placer único compartir la cancha con mi hija”, reconoce Ángela Barrionuevo. “A veces no puedo creer que juego a la par de mi mamá”, dice Maia Albornoz. Entonces, menos se imaginaban que en Monteros Voley iban a conseguir cinco títulos de los torneos que organiza la Federación Tucumana. El tándem madre e hija, devenido en la cancha en punta y armadora/opuesta, fue uno de los pilares de las “naranjas”, campeonas del Torneo Iniciación “Irma ‘Tita’ de Árquez”.

“Hace dos años que jugamos juntas”, contó la mamá. La explicación de por qué todos los caminos conducen al voley en la vida de ellas la tiene Ángela. “La mejor amiga de Maia era la pared”, rememoró.

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La afirmación parece extraña, sí, pero tiene su fundamento. “Yo entrenaba en Instituto Pellegrini y ella me acompañaba. El entrenador, como no la podía dejar en ningún lado, la ponía contra la pared y le daba la pelota. Hacía tiempo de esa manera esperándome”, comentó. Gustavo Palma, el mismo que dirigió a Monteros Voley al nuevo campeonato, fue quien la hacía sentarse a modo indio perfeccionando el pase de arriba a muy temprana edad. “También le encantaba hacer ataques contra la pared”, destacó mamá. Con esos seis años encima, Maia descubría que el deporte de su mamá no la aburría. “Se la veía entretenida”, recordó Ángela.

“Elegí el voley porque la iba a ver siempre a mi mamá y me encantaba verla jugar”, recordó Maia, que ahora tiene 15. “Es mucho más fácil tener una compañera que es tu mamá, compartiendo la misma pasión. Es algo muy fuerte”, explica la adolescente. “Me llevo igual de bien fuera y dentro de la cancha, pero reconozco que afuera somos más tranquis”, agregó la jugadora, que se siente más cómoda en la posición de opuesta. “Hay cosas que por la edad ya no me salen como antes. Ella me alienta porque ve que me enojo rápido”, contó mamá el gesto de su hija con agradecimiento.

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Barrionuevo no sólo siente el vínculo maternal con su propia hija, sino con varias compañeras. La jugadora de 37 años consideró que eso también es clave para el dominio que viene ejerciendo Monteros Voley en las últimas temporadas. “Es un trabajo que hacemos desde 2011. Fue un proceso largo con la mayoría y está dando sus frutos ahora. Con varias chicas venimos jugando juntas desde Pellegrini y son como mis hijas”, sintetizó Barrionuevo. “Nos miramos y ya entendemos lo que nos queremos decir”, explicó.

Tanto mamá como hija no tuvieron buenos augurios en sus inicios. “Me dijeron que era muy mala”, contó entre risas Ángela su comienzo en Villa Luján cuando acompañó a su hermana. “Nadie pensaba que iba a llegar”, afirmó Maia sobre su convocatoria a la selección argentina Pre Menor. “Pasa que no entendía nada. Ni el reglamento; hacía cualquier cosa. Además tenía un problema en las piernas que se corrigió con el tiempo”, agregó. Estaba escrito: juntas iban a protagonizar algo más que una historia de madre e hija.

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