“Aprender es algo complejo,y hoy se busca que sea light”

El autor de “La tragedia educativa”, Guillermo Jaim Etcheverry, analiza la educación actual

POSTURA CRÍTICA. “En el fondo hay un desinterés de la sociedad por la educación”, afirma el experto. la gaceta / foto de diego aráoz POSTURA CRÍTICA. “En el fondo hay un desinterés de la sociedad por la educación”, afirma el experto. la gaceta / foto de diego aráoz
26 Septiembre 2017

Al autor de “La tragedia educativa” muchos le piden que escriba un nuevo libro sobre la realidad educativa de hoy. Él sólo responde: “¿para qué? No tendría nada de novedoso. Sólo habría que actualizar las cifras. Ahora todo está peor que cuando lo escribí”. La primera edición de esta obra de Guillermo Jaim Etcheverry data de 1999. Hace 18 años.

“Estamos en un momento complejo socialmente, se está produciendo una mutación del ser humano, que tiene su reflejo en la educación”, sostuvo en su visita a Tucumán, invitado por la Facultad de Ciencias Económicas, que cumplió 70 años.

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Etcheverry no oculta su preocupación: “la Argentina tiene poca gente educada, en relación con otros países. Tenemos una gran desigualdad: los de mayores recursos económicos tienen más años de educación que los de menos recursos. Hay una desigualdad dentro del mismo país: en las pruebas se ve un rendimiento muy distinto entre las provincias. Y otro grave problema es la calidad. La mitad de los chicos que terminaron la escuela media no entienden lo que leen, y dos de cada tres tienen dificultades para las operaciones matemáticas. Eso es muy grave. Cada 100 chicos que empiezan la escuela primaria sólo 50 terminan la escuela media, de esos 50 la mitad tiene dificultad para comprender”.

“La situación es sumamente grave pero a nadie parece preocuparle mucho. En el fondo hay un desinterés social. La educación importa poco más allá de lo que se dice en los discursos. La escuela está vista como un lugar de opresión, donde los chicos son torturados, son vistos como víctimas. Y eso es el resultado de la ruptura del pacto, de la alianza de padres y maestros para educar a los chicos. Hoy los padres están aliados con sus hijos en contra de la institución escolar, hay muchas manifestaciones de eso”, apuntó durante la entrevista con LA GACETA en el hotel Hilton, donde se alojó.

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No se sorprende que en Buenos Aires haya 28 colegios secundarios tomados por alumnos, en el momento en que se hacía la entrevista. “Eso revela el malestar profundo que hay en la educación. Nadie es capaz de hacer entrar en razón a esos chicos. Todos se sienten con derecho a protestar y a querer influir en la confección de los programas. Está bien que puedan manifestar su opinión pero de ahí a querer imponerla es otra cosa. Lo más grave es que muchos padres apoyan las tomas”, dice. Etcheverry piensa que la familia tiene mucha responsabilidad en la situación actual de la educación argentina.

Miembro de las Academias Nacionales de Educación, de Ciencias, de Artes y de Ciencias de la Comunicación, Etcheverry observa que la respuesta de la escuela está en la misma sintonía que toda la sociedad: decirle no al esfuerzo, sí a la diversión banal y a la superficialidad. “Aprender es una tarea compleja, que requiere esfuerzo, pero hoy se busca que todo sea liviano, light y que sea divertido. Por eso las nuevas tendencias (corrientes pedagógicas de vanguardia) hacen que sea cada vez más difícil aprender, y esto es lo que se ve en los resultados”. advierte el especialista.

“Me parece a mí que hay que volver a cosas un poquito más básicas, más humildes. Hoy se pretende que la escuela haga todo y no hace lo elemental, lo que tiene que hacer (que es enseñar de un modo que los chicos aprendan). Es un escándalo que después de 12 años un chico normal, como es la mayoría, tenga graves dificultares para aprender, y que no entienda lo que lee. Es porque nadie le ha enseñado, nadie ha puesto énfasis en esto”, señala.

Piensa en las nuevas tendencias que dicen que el alumno debe elegir qué contenidos quiere aprender. “Me parece algo poco vinculado con la realidad -dice al respecto-. El buen maestro era alguien que sabía mucho, que se entusiasmaba con lo que enseñaba y exigía al alumno porque creía que podía dar más. Eso se ha perdido”.

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