Están disponibles las drogas contra el VIH

Los medicamentos son gratis, y se consiguen en el sistema público y en las obras sociales.

27 Septiembre 2017

El VIH, por ahora, no se puede curar. Pero los avances que en poco más de 30 años se han logrado para tratarlo hacen que, según Omar Sued, director de Investigaciones Clínicas de la Fundación Huésped, las expectativas de vida de alguien que es portador de VIH -si logra la adhesión al tratamiento- no son demasiado diferentes de las de aquellos que no tienen la infección.

El tratamiento, desde la sanción de la ley 23.798 en 1990 es gratuito, está disponible para todas las personas que reciben diagnóstico positivo y es provisto por el Estado nacional a través de las unidades ejecutoras del programa VIH/sida de las provincias. En Tucumán, la Unidad Ejecutora, ubicada en avenida Líbano 950 está a cargo de Claudia Lucena, y se ocupa -entre muchas otras funciones- del resguardo y la distribución de los medicamentos desde hace 12 años.

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Largo camino recorrido

Desde que en 1983 un equipo de científicos francés aisló el VIH, pudo establecerse con claridad que se transmite por la sangre, las secreciones vaginales, la leche materna o el esperma, que ataca el sistema inmunitario y deja expuesto al paciente a “infecciones oportunistas” como la tuberculosis o la neumonía.

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Para los primeros tratamientos hubo que esperar un poco más: el famoso AZT fue el primer tratamiento antirretroviral (ART) y se aprobó en 1987; frenaba la extensión de la infección, aunque no garantizaba la disminución de las enfermedades relacionadas con ella, y causaba terribles efectos colaterales.

Las cosas han cambiado muchísimo: en 1996, con las triterapias, la enfermedad mortal pasó a ser una infección crónica.

“Todos los días”

“Hoy hay varios esquemas de ART. Yo tomo cuatro drogas en tres comprimidos. No hay un horario fijo; cambié muchas veces los horarios y las tomaba por separado. Ahora las tomo a las tres juntas antes de dormir. Lo importante es no olvidarse de tomarlas todos los días”, cuenta Nahuel Porta y describe como efectos adversos un poco de ictericia, náuseas y diarrea al principio del tratamiento. Coincide con la descripción Diego Albarracín, solo que para él es más práctico tomarlas con alguna de las comidas. “Hay otras drogas que dan somnolencia, y esas recomiendan tomarlas de noche. Y asegurarse ocho horas de sueño”, explica por su parte Daniel Mendoza, representante de la Fundación Huésped en Tucumán.

“Este tratamiento lo tolero bien -añade Diego-, pero el primero me causó una dura reacción alérgica, y tuvieron que internarme. Para evitar esto se hacen tests de resistencia; así no hace falta ‘andar probando’ tratamientos y quemar esquemas. Porque aunque hay varios, si se va de uno a otro el cuerpo genera resistencia a la droga y esta no surte el efecto necesario”.

Agrega que el cuerpo necesita unos tres meses de adaptación a las drogas:“hay que armarse un poco de paciencia, pero es muy importante no quemar esquemas”. E insiste, como Nahuel y Daniel, en que lo crucial es no dejar de tomarlas, pues eso aumenta el riesgo de resistencia al medicamento y de que fracase del tratamiento. Es lo que se conoce como adherencia.

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