A la lógica de que el que tiene más estructura se defiende y el más pequeño ataca con todo se agregó en este caso la pelea de los más fuertes. Los extremos, Ariel Osatinsky y Ricardo Bussi, fueron contundentes. El de izquierda, filoso y agudo, unió los casos de Maldonado y de Paulina Lebbos en el marco de la impunidad y anudó en la corrupción Odebrecht, Qunita, IPV y los 600 millones de la Legislatura. El de derecha, duro y con la idea fija de militarizar la seguridad, dijo que “hay más droga que azúcar acá” y que “el paco y los motochorros nos están matando”. Pero los grandes no se dieron por aludidos y prefirieron medirse a duelo entre ellos. Osvaldo Jaldo y José Cano se enfrascaron en una pelea casi personal defendiendo a sus gobiernos. “Para hablar de corrupción hay que tener autoridad moral”, le dijo Jaldo al otro. “¿Qué has hecho en 30 años?... Trancas no tiene cloacas...”, le retrucó Cano. Ambos tienen los flancos criticables de las administraciones nacional y provincial, pero a la vez saben que traccionan los votos. Jaldo resistió mejor, pero Cano venía de larga ausencia en debates. Temas fuertes de Tucumán estuvieron expuestos (droga, coparticipación, jubilados, calidad educativa, violencia contra la mujer, corrupción) aunque el ruido, por momentos, oscureció la discusión.

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