26 Octubre 2017
Desde la Carpa Azul, madres y padres piden volver a ver a sus hijos
Deambulan desde hace años por los pasillos de los juzgados. Aprendieron de audiencias, notificaciones y de mediaciones. Sumaron a sus vocabularios una decena de términos técnicos pero todavía no puede recuperar el vínculo con sus hijos. Envueltos en los entuertos de la Justicia, un grupo de madres, padres y tíos y abuelos decidieron montar una carpa azul frente de los Tribunales de barrio Sur para pedir celeridad en las causas y juicios para ponerle fin a la agonía de vivir un día más sin sus hijos.
"Lo que ocurrió en Santa Fe al 1.800 hizo que nos volviéramos a juntar y que concretemos la marcha del 17 de octubre. No estaba prevista la carpa. Cuando terminamos, decidimos ponerla y quedarnos hasta que se solucionen los problemas. Nos sorprendimos por la cantidad que éramos. Tuvimos problemas con la policía, que nos decía que no nos podíamos quedar. Nos hicieron sentir todo el amedrentamiento posible para que no nos quedemos. Pero no nos vamos a ir. Lo único que queremos es ver a nuestros hijos", explicó Mario Ibarra, uno de los padres que organizó al grupo y que se encuentra imposibilitado de reencontrarse con su hijo desde hace dos años.
Ibarra contó también que todo comenzó en 2015, cuando organizó una marcha para hacer escuchar su reclamo. Así fue como tomó contacto con los primeros integrantes del grupo que, desde la instalación de la carpa hace nueve días ya sumó alrededor de 50 casos. Hay mamás a las que, por su condición de indigencia le quitaron la custodia de sus hijos y ahora, que se reinsertaron en el mercado laboral, pugnan para rescatarlos de la Casa Cuna. Hay papás con supuestas falsas denuncias de violencia de género, que les valieron restricciones perimetrales y hasta tíos y abuelos que buscan recuperar el contacto después de la ruptura de la pareja.
Rocío Corimayo reniega del maltrato de los funcionarios judiciales, de que los trámites son lentos y que en los juzgados se demoran en tomar los casos. Así ella lleva casi un año sin poder ver a sus hijas. Con los ojos llenos de lágrimas resguarda en una carpeta todos los certificados de los cursos de maquillaje y peluquería que hizo para poder tener un ingreso y empezar a construir un hogar para su familia. "Soy de Salta. Lo único que tengo aquí son mis hijas. Y no las puedo ver. Me quedo para poder seguir luchando por ellas", confiesa la mujer que lamenta su poca instrucción para afrontar un proceso judicial que hoy le impide reunirse con su familia.
La carpa azul funciona las 24 horas y es incesar el paso de mamás y papás que, en su mensual recorrida por el Palacio de Tribunales, la descubren y se llegan para hacer preguntas o intercambiar teléfonos. Ahí montaron una pequeña mesa, unas cuántas sillas y hacen postas para que siempre la encuentren abierta. Llegan desde todos los barrios de la ciudad y hasta incluso desde el interior de la provincia. Con un grupo de Facebook difunden sus problemáticas y buscan asistirse.
La falta de información hace que no todos los casos sean iguales ante la Justicia, pero dentro del grupo tratan de darle contención a todos. Ahora planean una nueva marcha para este viernes, aunque esta vez alrededor de la plaza Hipólito Yrigoyen.
"Por culpa de esta Justicia irresponsable, mi hijo pierde tiempo de revincularse conmigo y con sus hermanos. Ese tiempo no lo recupero más. Ese tiempo se lo arrancaron a mi familia, que está incompleta. Mis hijos no pueden contar la historia del tiempo que comparten con su hermano. No puedo porque la jueza me lo impidió", se lamentó Ibarra, que luego de su divorcio formó una nueva familia, en la que tiene cinco hijos más.
Esta mañana, el vocero de la Carpa Azul se entrevistó con representantes de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia. "Hace una semana entregamos un petitotio a la Superintendencia de la Corte Suprema de Justicia y queremos llevarle otro a la Comisión de Derechos Humanos de la Legislatura. Pedimos que alguien haga algo. El amor por nuestros hijos nos permite hacer esto y mucho más. Que alguien tome medidas y si nadie va a hacer nada, le pido al presidente de la Nación (Mauricio Macri) que tenga conocimiento de la injusticia que estamos viviendo en esta humilde carpa", concluyó Ibarra.
"Lo que ocurrió en Santa Fe al 1.800 hizo que nos volviéramos a juntar y que concretemos la marcha del 17 de octubre. No estaba prevista la carpa. Cuando terminamos, decidimos ponerla y quedarnos hasta que se solucionen los problemas. Nos sorprendimos por la cantidad que éramos. Tuvimos problemas con la policía, que nos decía que no nos podíamos quedar. Nos hicieron sentir todo el amedrentamiento posible para que no nos quedemos. Pero no nos vamos a ir. Lo único que queremos es ver a nuestros hijos", explicó Mario Ibarra, uno de los padres que organizó al grupo y que se encuentra imposibilitado de reencontrarse con su hijo desde hace dos años.
Ibarra contó también que todo comenzó en 2015, cuando organizó una marcha para hacer escuchar su reclamo. Así fue como tomó contacto con los primeros integrantes del grupo que, desde la instalación de la carpa hace nueve días ya sumó alrededor de 50 casos. Hay mamás a las que, por su condición de indigencia le quitaron la custodia de sus hijos y ahora, que se reinsertaron en el mercado laboral, pugnan para rescatarlos de la Casa Cuna. Hay papás con supuestas falsas denuncias de violencia de género, que les valieron restricciones perimetrales y hasta tíos y abuelos que buscan recuperar el contacto después de la ruptura de la pareja.
Rocío Corimayo reniega del maltrato de los funcionarios judiciales, de que los trámites son lentos y que en los juzgados se demoran en tomar los casos. Así ella lleva casi un año sin poder ver a sus hijas. Con los ojos llenos de lágrimas resguarda en una carpeta todos los certificados de los cursos de maquillaje y peluquería que hizo para poder tener un ingreso y empezar a construir un hogar para su familia. "Soy de Salta. Lo único que tengo aquí son mis hijas. Y no las puedo ver. Me quedo para poder seguir luchando por ellas", confiesa la mujer que lamenta su poca instrucción para afrontar un proceso judicial que hoy le impide reunirse con su familia.
La carpa azul funciona las 24 horas y es incesar el paso de mamás y papás que, en su mensual recorrida por el Palacio de Tribunales, la descubren y se llegan para hacer preguntas o intercambiar teléfonos. Ahí montaron una pequeña mesa, unas cuántas sillas y hacen postas para que siempre la encuentren abierta. Llegan desde todos los barrios de la ciudad y hasta incluso desde el interior de la provincia. Con un grupo de Facebook difunden sus problemáticas y buscan asistirse.
La falta de información hace que no todos los casos sean iguales ante la Justicia, pero dentro del grupo tratan de darle contención a todos. Ahora planean una nueva marcha para este viernes, aunque esta vez alrededor de la plaza Hipólito Yrigoyen.
"Por culpa de esta Justicia irresponsable, mi hijo pierde tiempo de revincularse conmigo y con sus hermanos. Ese tiempo no lo recupero más. Ese tiempo se lo arrancaron a mi familia, que está incompleta. Mis hijos no pueden contar la historia del tiempo que comparten con su hermano. No puedo porque la jueza me lo impidió", se lamentó Ibarra, que luego de su divorcio formó una nueva familia, en la que tiene cinco hijos más.
Esta mañana, el vocero de la Carpa Azul se entrevistó con representantes de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia. "Hace una semana entregamos un petitotio a la Superintendencia de la Corte Suprema de Justicia y queremos llevarle otro a la Comisión de Derechos Humanos de la Legislatura. Pedimos que alguien haga algo. El amor por nuestros hijos nos permite hacer esto y mucho más. Que alguien tome medidas y si nadie va a hacer nada, le pido al presidente de la Nación (Mauricio Macri) que tenga conocimiento de la injusticia que estamos viviendo en esta humilde carpa", concluyó Ibarra.