Ocho miradas escrutan la “no visita”papal

Francisco, que culmina hoy una gira por Chile y Perú, nunca visitó su país natal desde 2013, cuando asumió el papado. Ciertos sectores cuestionan que no lo haya hecho tampoco ahora, que está tan cerca. ¿Tiene sentido esa polémica? Opinan teólogos, sacerdotes e investigadores de la relación entre Iglesia y política.

EN SANTIAGO DE CHILE. El martes pasado, en el Parque O’ Higgins, Francisco oró por la Paz y la Justicia. reuters EN SANTIAGO DE CHILE. El martes pasado, en el Parque O’ Higgins, Francisco oró por la Paz y la Justicia. reuters

La decisión del papa Francisco de haber sorteado la visita a su Argentina natal en su gira por los vecinos Chile y Perú ha dejado abierta una polémica que excede la cuestión pastoral. ¿Tiene sentido debatir acerca de la “no visita” del Pontífice?. Las respuestas son diversas. El teólogo y filósofo jesuita Juan Carlos Scannone (autor de “El papa Francisco y la Teología del Pueblo”) opina que el debate es, cuanto menos, excesivo.

“Creo que el papa va a venir cuando crea que sea lo mejor para el país. Me parece que tendemos a verlo todo como si fuera solo la Argentina. Y él está pensando más bien en el mundo. El vendrá cuando le parezca lo mejor para el país. Si no viene ahora es porque cree que no es el momento”, opina Scannone, un intelectual cercano al Papa que fue profesor de Jorge Bergoglio en el Colegio Máximo de los Jesuitas, en San Miguel, Buenos Aires.

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“Francisco es un hombre de discernimiento espiritual, tanto en lo que respecta al gobierno de la Iglesia como en lo universal. Por ejemplo, la Encíclica Laudato Si, que habla de la “Casa común”, no solo dirigida a los cristianos, sino a todos los hombres y mujeres de buena voluntad”, le dijo el padre Scannone a LA GACETA en una charla telefónica.

El padre Scannone es un referente ineludible de la llamada “Teología del pueblo” , que es el pensamiento teológico que representa al Papa (ver la columna de José María Poirier, en esta misma página).

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En cambio, cuando LA GACETA le pregunta al teólogo y sociólogo José Cañote si vale la pena - o no- debatir acerca de la “no visita papal”, él, que no pone en duda el liderazgo espiritual del Papa, sí opina que Franciso “podría haber venido a la Argentina apenas electo”. “¿Quién es el Papa?. Francisco es el líder espiritual y religioso de cientos de millones de católicos. Es el Vicario de Cristo en la tierra. Es el Obispo de Roma. Como ser humano y ciudadano puede cometer errores y no tenemos que estar de acuerdo con él en todos los temas más allá de lo religioso”, reflexiona Cañote.

“Los ciudadanos -y especialmente los laicos- estamos llamados a ser seguidores de las enseñanzas del Papa y la Iglesia a través de su Magisterio en los temas de la Doctrina de la Iglesia, en particular la Social y ética. Podemos tener diferencias y necesitamos ser tolerantes, incluso con relación al Santo Padre. Tal vez, revisar sinceramente nuestras acciones -y nuestra vida en general- sea una tarea vital hoy en día”, reflexionó Cañete, quien es profesor de Sociología de la Comunicación en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino (Unsta). Sin embargo, no esquiva su opinión sobre la “no visita” papal. “El Papa podría haber venido a la Argentina apenas electo - observa. Tal vez así su imagen fuera más aceptada; y su influencia moral, más grande de lo que es en este tiempo”.


Punto de vista I

“A la tensión entre lo político y lo religioso la dejó zanjada Cristo”

PBRo. Marcelo Barrionuevo, arzobispado de Tucumán

El Papa quiere venir a la Argentina y lo hará en el momento más oportuno. Debemos estar seguros que su corazón anhela volver a su Patria y compartir con los que lo vieron crecer, vivir y trabajar. Lo hará y será para nosotros un tiempo de Gracia. Debemos rezar para que sea en el mejor momento. Los debates son y forman parte del ADN de los argentinos. También este tema entra en el diálogo y debate de todos nosotros. 

Creo que se basa en la realidad del amor y orgullo de tener a un argentino en la realidad máxima de la Iglesia. Es como una petición de clamor que hace el Pueblo que lo quiere y lo ve como Padre en una sociedad argentina huérfana de líderes que marquen el sentido de la Vida. La Iglesia es protagonista de la historia de nuestro pueblo argentino. Guste o no guste, con sus errores y también con sus logros, la Iglesia católica fue contribuyendo a la identidad misma de nuestra cultura. Ante ello, hay quienes se oponen a lo religioso y más también a lo católico. Es parte del debate contemporáneo que debe ser respetado en el marco de la libertad de expresar lo que se cree y en quién se cree. 



Sabemos que el Papa Francisco es el Vicario de Cristo en la Tierra. Es lo que nos enseña la Fe. 
Es cierto que Juan Pablo y Benedicto fueron varias veces a sus países. Francisco también lo hará.  A la tensión entre lo político y lo religioso la dejó zanjada Cristo: Dad a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César. Allí está la síntesis de toda la acción de un cristiano. Reconocer a Dios como tal y contribuir desde su fe a la mejora de la sociedad humana, de lo cuál es responsable. Tranquilos, el Papa vendrá a la Argentina y los argentinos lo recibiremos con alegría y reconocimiento.

Punto de vista II

Un Papa con una increíble capacidad para pensar sus famosas “jugadas de ajedrez”

José María POirier, director de la revista Criterio

Saber si el Papa viajará o no a la Argentina, y cuáles podrían ser las razones en uno u otro sentido es, en realidad, un misterio. Pero, más que aclarar, parecieran confundir las declaraciones de algunos obispos o voceros (autorizados, off the record, verdaderos o falsos) que, no pocas veces, se contradicen. Lo cierto es que Francisco sigue fiel a su estilo de no dar a conocer con anticipación sus programas y menos sus ideas. Nunca juega sus cartas antes de tiempo.

Claro que no deja de sorprender que no haya venido al país aún. Sin embargo, los argumentos esgrimidos por quienes se sienten autorizados a hablar por él no resultan convincentes. Todos son, o pueden ser, años políticos. La “grieta” o como se quiera llamar lo que separa visiones enfrentadas de la política nacional no es de ahora y probablemente no acabe pronto, menos de un día para el otro. Bergoglio, ya Papa, ha visitado naciones en situaciones realmente conflictivas y ha sabido asumir riesgos. No lo mueve el temor. Su prudencia se combina, a veces, con un marcado arrojo, donde da la impresión de no medir las consecuencias de sus arriesgadas decisiones. 



Tendríamos que habernos acostumbrado a su modo de actuar. Jamás permitir que otros le marquen su agenda. Ni siquiera sus estrechos colaboradores. Hagamos memoria. Cuando el  arzobispo emérito de Tucumán, monseñor Alfredo Zecca, se apresuró a anunciar la posible visita del nuevo Papa a su diócesis, Bergoglio ignoró el anuncio. Algunas veces dijo que sus múltiples compromisos le impedían fijar una fecha todavía, que su tarea pastoral es universal, que su mirada está puesta en Asia y en África… Cuando ciertos obispos argentinos dieron a entender que la visita papal era un hecho que se verificaría pronto, en el Vaticano reinó el silencio.

Se trata de una decisión deliberada que acaso busca transmitir un mensaje. En resumen, parecería ser una suerte de “llamado a la conversión” para todos, y un poco un modo de acrecentar el “misterio” en torno a su persona. De ese llamado a la conversión, se excluye él mismo, que  algunas veces ha descendido al terreno de la lucha partidaria. Esa actitud no es sólo una postura personal, sino la consecuencia de un pensamiento teológico que representa: en la teología del pueblo.

En Roma advierten que no conviene preguntarle por su viaje a la Argentina; es algo que pareciera ponerlo de malhumor. Además, este pontífice cuando quiere ser ambiguo en sus respuestas lo sabe ser. ¿Un vicio de viejo jesuita? ¿Una demostración más de su habilidad estratégica? ¿Cuándo será el momento que él juzgará “oportuno” para realizar el tan mentado viaje?

Esforzarse por encontrar motivos de enemistad entre el Papa y el Gobierno, más allá de que algo de eso hay, puede ser un ejercicio estéril. Es un camino que no conduce a ningún lado. Las juveniles simpatías peronistas de Bergoglio, además de ser muy argentinas si nos atenemos a las cifras electorales en nuestro país desde hace décadas, tampoco llevan a buen puerto. Presuntas razones pastorales o espirituales no valen en este terreno. En todo caso, podría pensarse que un viaje polémico, o que agudizara polémicas, no sería provechoso para él y menos para el país. Muchos, en medio mundo, se preguntarían por qué Francisco no es prenda de paz y de unidad en su propia patria. Alguno observa que nadie es profeta en su tierra, pero ello no pasa de un refrán, tan ambivalente y oscuro como toda frase hecha.

No caben dudas de que en lo personal echa de menos su patria, en especial la ciudad de Buenos Aires, y que reza por ambas. Pero, claro, ¿cómo sería un programa de visita a la Argentina, si nos animáramos a imaginarlo? Para un hombre que no ama los protocolos y osa enfrentar cualquier situación -y que tanta atención les dedica a los pobres y excluidos, a las periferias existenciales- su recorrido argentino no podría excluir ciertas visitas, acaso no compatibles todas con el poco tiempo que le concede a cada viaje y que pretendería cualquier Gobierno que fuera.

¿Visitaría las villas de emergencia que tanto conoce? ¿Se encontraría preferentemente con los sacerdotes que allí trabajan? ¿Iría a lugares extremos del norte o del sur? ¿Cuál sería el tenor de sus palabras y cuáles sus gestos una vez en la patria? Nadie puede condicionarlo, ni dentro ni fuera de la Iglesia. Es una persona de una extraordinaria capacidad de trabajo, poseedor de una personalidad deslumbrante, plenamente consciente de su tarea, capaz de elegir sus prioridades y dejar de lado otras. De todas maneras, estas líneas no dejan de ser un mero ejercicio imaginativo, más propio de la ficción que de la realidad. Y Bergoglio es de un realismo a prueba de balas.

A su ya proverbial memoria, se agrega una increíble capacidad para pensar sus famosas “jugadas de ajedrez”. No se pierde en los detalles, tiene siempre en su cabeza el cuadro general, el “barroco teatro jesuita”, y medita la próxima movida de alguna pieza en el tablero. Lo condiciona su edad, su poco amor a los viajes y ciertas dificultades físicas. No se toma vacaciones ni descansos, mas allá de breves momentos. Se concentra en la oración y en la contemplación, que alimentan su alma y sus energías. Nadie que lo haya tratado deja de advertir en su mirada una fuerza y un magnetismo singulares. Si bien sabe administrar los gestos, no es un gran actor como Juan Pablo II, sino mas bien un ser de una inteligencia concentrada y practica; tiene no pocas condiciones del político.



Llama la atención que una personalidad como la suya, tan acostumbrada al mando y tan exigente, al mismo tiempo sea capaz de permitir gran libertad en la vida de la Iglesia y pueda dialogar con todo tipo de personas. Bergoglio no es alguien que impone su voluntad, en todo caso sabe como ganar aliados y conducir las batallas que le interesa librar. Desconfiado de las burocracias, a menudo descoloca a su propia curia. Vive en Santa Marta, lejos de todo ambiente que pueda aislarlo o condicionarlo. Un Papa que dejará señales en la historia y que no será fácil de suceder. 

Un pastor que nos deparará muy probablemente nuevas sorpresas y que no dejará de ser amado por las multitudes, aunque en la Iglesia y en su patria haya quienes no concuerden con él.

Punto de vista III

Entre Jesús y el Papa

Rafael Cúnsulo - Fraile dominico -Prof Filosofía Unsta (Buenos aires)

Sobre la no venida del Papa a la Argentina hay muchas suposiciones socio políticas, que pueden ser elementos considerados por la diplomacia vaticana. Pero creo que alguna pista dio el Papa Francisco cuando dijo que no quería ser usado políticamente. ¿Su venida sería un beneficio pastoral para los fieles católicos o de otras confesiones? ¿quién pretendería “adueñarse” de su presencia?

Sólo algunos interrogantes; pero el equipo papal tendrá muchos más para evaluar la posibilidad de un eventual viaje a la Argentina. 

Una disyuntiva que puede resultar desafiante para los católicos es si la centralidad está en Jesús o en el Papa. La disyuntiva puede ser falsa porque el Papa es el mensajero de Jesús y sucesor de Pedro, con todo lo que eso conlleva. Pero la praxis católica muchas veces parece perder de vista esta centralidad de Jesús y la deriva hacia la figura del Papa. El mismo Francisco en sus primeras palabras dijo: “los cardenales tenían que elegir al obispo de Roma y fueron a buscarlo en el fin del mundo”.

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