San Martín deambuló por la cancha y salvó un punto en el final

Los "Santos" igualaron 1-1 ante Estudiantes de San Luis y recuperaron su lugar en la zona de clasificación. Los goles.

UNA POSICIÓN QUE SIENTE POCO. A González se lo vio muy incómodo jugando por afuera; estuvo inseguro y terminó chocando siempre. Ese será un punto a trabajar en la semana por el DT Forestello. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso UNA POSICIÓN QUE SIENTE POCO. A González se lo vio muy incómodo jugando por afuera; estuvo inseguro y terminó chocando siempre. Ese será un punto a trabajar en la semana por el DT Forestello. la gaceta / foto de jorge olmos sgrosso

Las primeras acciones suelen marcar el desarrollo de un partido. Así como a un jugador le sirven para inyectarse confianza si la primera mano viene dulce, o para cargarse de nervios si la parada no sale como se espera; en la lectura del juego esas situaciones dejan muchas cosas al descubierto.

Y para cualquiera persona que concurre asiduamente a los estadios de fútbol, los cinco primeros minutos del duelo de ayer bastaron para entender que San Martín iba a tener un partido de esos en los que no sale nada bien y donde un punto es casi como un regalo caído del cielo.

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El “Santo” salió del vestuario atado de pies y manos ante un rival que lo complicó con solo parársele delante en el campo. Sí, prácticamente con nada.

Las primeras acciones fueron catastróficas para los dirigidos por Rubén Forestello; no hubo dos pases seguidos; en cambio sí una catarata de errores, dejando en claro que llegar al arco enemigo iba a costarle muchísimo.

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Así, San Martín recién logró cruzar a campo rival cuando el cronómetro marcaba siete minutos de juego. Sí, leyó bien. Y no fue con pelota dominada, con dos o tres toques al ras del piso. No. Fue un pelotazo frontal de Ignacio Arce que Sergio González no pudo parar y el balón terminó en poder del rival. En medio de eso, las dudas en el fondo y los pases errados fueron el común denominador.

Por eso, Estudiantes, tan apático como ordenado, llegó con peligro en dos ocasiones antes de pegar el primer gancho al mentón de un San Martín que parecía un boxeador principiante: sin dominio del ring, ni de los tiempos de combate.

Y tantos errores en tan pocos minutos le costó un gol en contra al local. Facundo Coria corrió al vacío y eso fue un puñal para una defensa lenta, floja en el retroceso y que cada minuto que pasaba iba perdiendo la solidez que mostró durante el primer semestre. Hasta que llegó el golpe inesperado. Arce dudó en la salida; Coria habilitó a un solitario Santiago Aguirre que definió con furia, al medio del arco, mientras tres jugadores locales eran espectadores de lujo de tamaña definición. Gol y 0-1.

Si estando empatado el juego el “Santo” era un alma en pena, ni hablar con el resultado en contra. Ahí se le vino el mundo abajo. La pelota quemaba en los pies. Matías García y Walter Busse eran los únicos que intentaban generar algo para un solitario, pero muy sacrificado Claudio Bieler.

El complemento fue un calco de lo que ocurrió en la primera mitad. No hubo nadie que se pusiera el equipo al hombro y que intentará modificar el final de la historia. Los cambios sirvieron de muy poco y Estudiantes comenzó a bajar la guardia más por cansancio propio que por mérito del dueño casa.

Así, en la última jugada, Bieler encontró un regalo dentro del área y definió con justeza. Fue un grito de desahogo para ahuyentar algo de la pena. Un punto que sirve de poco porque jugando así, el torneo será una piedra en el zapato para San Martín, que camina sin rumbo; como alma en pena.

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