Semáforos y radares para hacer bajar la velocidad

Esta semana se estrenó el complejo de semáforos en la esquina de avenida Perón y calle Las Rosas en Yerba Buena. La medida forma parte de un proyecto para instalar otras estructuras semaforizadas a lo largo de los seis kilómetros de esa autovía, en la que también se están llevando a cabo controles con inspectores, radares móviles y controles de alcoholemia. El semáforo ha sido bien recibido por los vecinos, que han señalado los riesgos constantes que significa la alta velocidad en esa avenida del norte de la “ciudad jardín”, que tiene intensa circulación y en la cual han ocurrido muchas tragedias viales.

La decisión llega en un momento casi límite, debido a que el crecimiento de la zona norte de Yerba Buena la ha transformado en una arteria crucial para la comunicación de nuevos barrios y de un centro comercial pujante que ha ido determinando una urbanización y un movimiento comercial acelerado, al mismo tiempo que se han incrementado las actividades deportivas en la avenida. En ella es característico que la recorran transeúntes, ciclistas, runners y gimnastas, los cuales no sólo han recibido con beneplácito el semáforo y los controles, sino que también desde hace tiempo piden la habilitación de una bicisenda. Todo esto, por supuesto, estaba en gran riesgo debido a las altas velocidades que desde siempre desarrollan los vehículos en la Perón, que se caracteriza por su amplitud, su trazado atractivo (una especie de S que lleva hacia el pie del cerro) y su pavimento en relativas buenas condiciones. Los lomos de burro construidos hace mucho tiempo no lograron que mermen las altas velocidades de los vehículos, sino que había frenadas bruscas y acaso una disminucióon del riesgo en lugares puntuales. Hace un año un estudio municipal determinó que la mayoría de los vehículos circulaba a un promedio de 100 km/h. Hoy se sabe que sólo el 20% respetaba el límite de velocidad de 60 km/h. Llegaron después los lomos de burro enormes -uno fue instalado este año- y eso dio lugar a un accidente tremendo hace poco tiempo.

Las autoridades, que hace un año habían anunciado la radarización y los complejos semaforizados, y que no los instalaban por sus altos costos, por fin han tomado la decisión, que aparentemente sigue un esquema ya trazado, luego de que el Concejo Deliberante aprobara el proyecto de poner mano única en algunas calles y definir varios cambios urbanísticos. Sin embargo, al igual que en San Miguel de Tucumán, los cambios en cuanto al tránsito parecen demasiado tibios frente al drama de los accidentes. Los radares deberían ser aplicados constantemente y sus controles deberían derivar en multas que resulten ejemplificadoras. Un experto del Centro de Experimentación y Seguridad Vial (Cesvi), dijo que la radarización funciona para bajar la veloicidad en todo el recorrido. “Con todas las indicaciones que prevé la normativa y pensando siempre que es una medida para bajar la velocidad, no para recaudar”. Y otro añadió: “con un lomo de burro los conductores, o la gran mayoría, van a reducir la velocidad. Pero si una vez que lo pasaron vuelven a acelerar hasta los 120 km/h... bueno, no estamos solucionando un problema en esa avenida. Habría que pensar en radares en todo el recorrido, además de controles viales que patrullen la zona”. E insistió en los cuatro puntos fundamentales de la seguridad vial: “educación, concientización, control y penalización. En ese orden”. E instalar controles permanentes.

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