El llamado de un amigo le cambió la vida al actual “Profe” de Atlético

El sueño del pibe que hasta los 40 vivía en Uruguay y era guardavidas.

EL BALANCE. Meoni no cree en eso de “fundir” a los jugadores, más bien cree en un trabajo con cargas repartidas. la gaceta / foto de Antonio Ferroni EL BALANCE. Meoni no cree en eso de “fundir” a los jugadores, más bien cree en un trabajo con cargas repartidas. la gaceta / foto de Antonio Ferroni

Alfonso Meoni tenía bastante organizada su vida. Se despertaba temprano; desayunaba unos mates y después salía a ganarse el mango. A las 8, el profesor de educación física marcaba tarjeta y pasado el mediodía cambiaba el jogging oficial de la escuela de turno por unos cortos color rojo fuego que debía utilizar sí o sí cuando entraba en función de guardavida en uno de los paradores de La Paloma, en su Uruguay natal. Si la marea ayudaba, cuando la tarde caía, se daba su tiempo para barrenar las olas. Meoni, Alfonso, el “Profe” como lo conocen todos en Atlético, era surfista. Es surfista. “Desde los 10 años hasta hoy en día”, dice orgulloso el padre de Octavio (6 años) y Lautaro (4), sus hijos nacidos en Paraná, fruto de su amor con Marisol, paranaense ella. El destino le cambió para siempre esa agenda. “Laburando de 8 a 11 de la noche, como todo ‘Profe’”, recuerda.

De un día a otro, Meoni dejó de ser bañero, preparador físico de Rocha Fútbol Club y profesor de educación física parcial. Todos esos rebusques naturales (“había que vivir”, explica) desaparecieron cuando un amigo personal, a quien nombra como “Familia Zapata, de La Plata”, habló con un técnico que necesitaba un preparador físico para Patronato. “Fue en 2010. Este amigo también era amigo de Ricardo. Él me recomendó y acá estamos”, dice el uruguayo, a quien los jugadores del “Decano” tienen en un pedestal, y a quien Ricardo Zielinski eligió desde aquella vez, y nunca más cambió. “Él me ayudó mucho. Se lo agradezco”, reconoce este “Charrúa” de 47 años que empezó a vivir el sueño del pibe a los 40. Suena loco, pero Meoni fue más rápido que las olas que solía surcar en La Paloma: “donde están las mejores playas de mi país”, afirma orgulloso.

OTROS TIEMPOS. Alfonso, en su día libre, y de playa en La Aguada, con un amigo. OTROS TIEMPOS. Alfonso, en su día libre, y de playa en La Aguada, con un amigo.

Ese llamado de su amigo Zapata lo hizo entrar en el mundo del fútbol. Lo hizo jugar en Primera. “En 2008 estuve en Unión por un tiempo, pero igual seguía con mis otros trabajos en Uruguay. A partir de junio de 2010, cuando conocí al ‘Ruso’, todo cambió para mí. Después nos fuimos a Belgrano y todos saben todo lo que pasó con la eliminación a River y nuestro ascenso”, recuerda Alfonso en modo “Pirata”. “Fue muy fuerte eso”, reconoce este tipo amable, de tono pausado, típico de uruguayo, pero con una onda y simpleza infernales. “Ahora estamos disfrutando un poco lo que se está viviendo acá en Tucumán. Sabemos que esto recién comienza y que peleamos por el descenso. Hay que tener los pies sobre la tierra, sí, pero también darse un minutito para disfrutar. El fútbol está cada día más competitivo y difícil”, opina el preparador físico de este Atlético histórico que no cree en las fórmulas mágicas, ni en los encantamientos.

“Se trata de trabajar, no de encantar a nadie”, acepta entre risas, y sigue rompiendo mitos acerca de supuestas preparaciones sobrenaturales. “El secreto es trabajar bien y darle mucha, muchísima importancia a la recuperación del jugador. Una buena alimentación, un buen descanso y respetar los protocolos de recuperación pos partido y entrenamiento son vitales. Como complemento hay que darle importancia a los trabajos preventivos que nos han ayudado a tener pocas lesiones en este proceso. Simplemente eso”, explica.

Ante la famosa frase que se repite en el plantel, con “el ‘Profe’ nos tiene cortitos”, Meoni recurre a otra realidad. “Es importante el mensaje, que se lo capte, además de que uno debe estar comprometido con el proceso. En Atlético todos estamos comprometidos”, sostiene orgullo el “Profe” cuando habla de sus pupilos; de lo que han conseguido clasificándose a copas internacionales; llegaron a jugar final de Copa Argentina y a esperar sin prisa los cuartos de final de esta Libertadores con Gremio, el martes que viene. “En deportes de elite y de conjunto, todos, más o menos, se preparan de la misma manera. No hay demasiados secretos. La diferencia está en la preparación mental. Es determinante, a veces, porque, obviamente, habrá momentos en el año, que es muy largo, que podemos estar un poco más arriba y después podemos sufrir bajones. Todos los clubes lo tienen. Tratar de minimizarlos lo máximo posible, es la idea”.

Un salvador

De los 19 a los 40, “El Uru” se movió por las arenas de diferentes playas de La Paloma como si fuera el propio Poseidón. En la que mayor tiempo pasó fue en la de La Aguada, de la Parada 12. En pleno verano, en una tarde de sol como esas que todo turista sueña, Alfonso logró salvar su primera vida en el mar. “Fue por una corriente de retorno, un trabajo sencillo pero para mí, con 19 años a cuestas, era algo increíble. Nunca me voy a olvidar de ese nene. Fue una satisfacción muy grande haberlo salvado”, reconoce y se toma un respiro antes de seguir con su relato.

“También me tocó la parte fea de un accidente fatal. No fue en mi playa. Sucedió a unos 500 metros. Cuando llegamos al puesto ya estaba todo complicado. Salvamos a los dos hijos, pero no al padre. Habían almorzado y para colmo el señor era una persona muy sedentaria, con problemas. El hombre falleció”, poco más hay que agregar después de lo que Meoni cuenta. La alegría que siente por la actualidad de Atlético, durante esos segundos de regresión, fue borrándose de su rostro. “Una lástima”.

POSTAL. En sus inicios, el “Profe” compartía tardes de trabajo y playa con amigos. POSTAL. En sus inicios, el “Profe” compartía tardes de trabajo y playa con amigos.

La distancia, otro rival

Preciso, el hombre no entra en rodeos. Poco, pero a la vez mucho, extraña de la vida del profesor, bañero y surfista. “Me gusta la adrenalina de este trabajo... Me gustaría estar cerca de la familia, sí, porque se la extraña. También a los amigos, al lugar de uno. Se extrañan momentos, pero pongo en la balanza el crecimiento personal y profesional y todo se inclina hasta el presente. Siempre he soñado con esto”.

Por suerte, cuando la guardia comienza a bajar, Marisol y los chicos vienen de visita. “Es complicada la distancia. Ellos vienen una vez por mes o cada tres semanas. El 16 los voy a tener por acá, por suerte”, reconoce quien a los 47 años vive el sueño del pibe, porque hace lo que le gusta. No habrá olas en Tucumán pero sí varios desafíos por delante con Atlético. “Nada mejor que eso”.

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