Un hincha "decano" ejemplar

Mohamed sufrió una lesión parcial en su médula espinal pero se recuperó y viaja con Atlético.

PADRE E HIJO. Sergio el “Turco” Mohamed y su hijo “Nacho”, en las inmediaciones del hotel de Atlético, en Porto Alegre.  la gaceta / foto de leo noli PADRE E HIJO. Sergio el “Turco” Mohamed y su hijo “Nacho”, en las inmediaciones del hotel de Atlético, en Porto Alegre. la gaceta / foto de leo noli

“En la vida todo es relativo. Si alguien me ve ahora y toma como referencia cómo era yo antes del accidente va a decir, ‘el Turco está re cagado’. Pero si la referencia es hacia cómo estaba yo después del accidente, ahora estoy de 10”. Esta declaración de principios de Sergio Mohamed hace que todo lo que haya dicho antes, durante y después de la entrevista con LG Deportiva, entre como trompada de la mejor versión del mano pesada de Mike Tyson.

Este orgulloso padre de dos hijos, de “Nacho”, 23 años, fiel compañero en sus giras de aliento y aguante a Atlético (”cada vez que se puede”), y de María Florencia (26), curiosamente recordaba ayer el noveno aniversario del día que se cayó en una obra y sufrió una lesión parcial de médula espinal que casi lo deja postrado para siempre en una cama.

“No fue más de un metro 50 desde donde me caí... Lo único que pensé después del accidente era cuál iba a ser el ejemplo que iba a darles a mis hijos, todavía adolescentes, en una situación crítica. Había que seguir, jamás pensé en tirarme y darme por vencido”, agrega al rato el ingeniero civil, cuya especialidad son los cálculos estructurales. Mohamed pudo haberse quebrado de la emoción, pero a Brasil vino a pasarla bien con su hijo; a disfrutar del único vicio que dice tener en la vida: “Atlético”.

En el shopping, casi un anexo del hotel Sheraton donde el plantel “Decano” se concentrará hasta el regreso a Tucumán, los Mohamed pasan el rato recorriendo y mirando las vidrieras de los negocios. “Ignacio se enoja por los regalos que trato de llevarle a su mamá, Lidia, y a mi hija. Él no está casado así que no entiende cómo viene la mano, ja”. Cuando papá habló de casamiento, a “Nacho” casi se le cae la “paletilla”. Su compromiso, aparte del estudio, es Atlético. Punto. “Hasta los 35, nada”, torea al viejo, Sergio Ignacio (h). Hablemos de fútbol.

Felices, pase lo que pase

“Vinimos a Brasil a festejar, pase lo que pase. Este equipo nos ha dado mucho. Lo que estamos viviendo ahora es algo que soñamos siempre. ¿Qué más se puede pedir?”, asegura Sergio, en otra declaración de principios que dice: si Atlético queda finalmente eliminado de los cuartos de final de la Copa Libertadores, cuando juegue mañana la revancha contra Gremio, que tiene una gran ventaja de 2-0, no habrá pasado nada. La felicidad del mundo “decano” no se limita a un resultado. Ni a una serie. Atlético es un todo.

“Y sí, porque este es un proceso que viene desde hace tiempo. Me atrevo a decir que nos hizo bien haber perdido el desempate con Huracán en aquel torneo de Transición de la B Nacional. El equipo se consolidó con Juan Azconzábal; siguió con Pablo Lavallén, con buenas y malas, y ahora continúa firme con (Ricardo) Zielinski. Puede no gustarte cómo juega este equipo a veces, pero nadie puede negar que es cosa seria. Muy seria. Estos jugadores son capaces de hacer hasta lo que parece imposible. Lo han demostrado. Si pierden, nadie puede reprocharles nada -repite Sergio-. Nos han dado alegrías constantes”.

Siempre en familia

Cuenta Mohamed que lo mejor que tiene Lidia, su gran sostén en la vida, es que entiende lo que significa ser fanático de Atlético. Ella lo disfruta por triplicado. Antes de conocer a su esposo y de dar a luz a “Nacho”, Lidia estaba al tanto del “Decano” por su padre, Dardo Romano. “Siempre va con mi hijo, pero si él no puede, el hombre se manda solo a la cancha, y eso que tiene 89 años”, aplaude Sergio a su suegro. Luego entra en el juego de no hablar de los dos máximos ídolos que tiene hoy el club, Cristian Lucchetti y Luis Rodríguez, sino de rescatar a un comensal que pueda subirse al podio. “Guillermo Acosta. Si tuviera 25 años lo veo en Europa y en la Selección. Juega de cuatro, de ocho, de cinco. Se corre todo. Mide menos de un metro setenta pero salta como un canguro. Es un crack. Y después te nombro a Rodrigo Aliendro. Honestamente, su esfuerzo es increíble”, señala.

Sergio fue uno de los integrantes de aquel famoso vuelo de la esperanza que nunca pudo salir de Guayaquil, en aquella noche mágica en Quito. “Nos bajamos del avión y le decía a éste (por su hijo) que corra a buscar dos pasajes para volar a Quito. Había uno solo en una aerolínea. No se animó a ir solo, así que lo vimos junto al resto de los varados, en un televisor que había en el aeropuerto. ¡Qué momento!, Dios. En retrospectiva, vivimos épocas tan complicadas que esas dos o tres horas que nos regala el fútbol nos ayudan a olvidarnos de todo lo demás. Y por eso es que debo darle las gracias a Atlético”, insiste el “Turco”.

Comentarios