Nada les hizo perder la sonrisa a los hinchas de Atlético

Los fanáticos viajaron a Brasil para disfrutar el histórico momento y agradecerle a los jugadores lo que hicieron en los últimos años.

CUMBRE “DECANA” EN PORTO ALEGRE. Leito conversa con Lucchetti y “Pulguita” en el hotel, ante la atenta mirada e Efraín Suárez. FOTOS DE LEO NOLI - enviado especial de lg deportiva CUMBRE “DECANA” EN PORTO ALEGRE. Leito conversa con Lucchetti y “Pulguita” en el hotel, ante la atenta mirada e Efraín Suárez. FOTOS DE LEO NOLI - enviado especial de lg deportiva

PORTO ALEGRE (Leo Noli, enviados especial de LG Deportiva).- Los nervios propios de encarar el partido más importante de su existencia no les hacen ni cosquillas a quienes sienten los colores de Atlético. Y en esa bolsa caen jugadores, dirigentes, hinchas. Las horas previas se vivieron con ansiedad, pero con la tranquilidad de saber que se hizo todo. Que nadie se guardó nada.

En medio de tanta calma volvió a asomar la figura de Andrés D’Alessandro, el rey de Inter, que protagoniza el clásico con Gremio, anoche rival del “Decano”. “Pero rivales solo en la cancha, eh”, se adelantaba a decir Mario Leito sin temor a equivocarse. Y no lo hizo. Entre directivas, la armonía fue celestial, entre fanáticos, una maravilla.

Rodolfo, de madre peruana y padre brasileño, habla un español de película. Él es parte del staff de prensa del increíble Arena Do Gremio y es quien acompaña a los periodistas hacia sus respectivos lugares; los ubica y les recuerda que ante cualquier necesidad que no duden en buscarlo.

FELICES LOS SIETE. Hombres y mujeres transmiten su orgullo por el equipo de Zielinski. FELICES LOS SIETE. Hombres y mujeres transmiten su orgullo por el equipo de Zielinski.

Antes de tomar el ascensor hacia el sexto piso de esta mole de cemento, Roberto comenta que sus pares habían quedado maravillados con “Tucumán”. Tucumán es Atlético. “Así nos llaman a nosotros, porque nosotros hicimos conocida a la provincia”, dirá Joaquín, uno de los tantos locos que vino a Porto Alegre con un única misión: “agradecerle al plantel”.

Lo que Roberto quería recalcar con “Tucumán” es el gran trato recibido a quienes profesan los colores de su bandera. “Cuando fueron a Boca tiempo atrás, no fue así; les querían matar”, recordaba el hombre de tez oscura, barba y cabello ceniza. “En cambio, los hinchas de Gremio también volvieron encantados con la gente de Tucumán”, aseguraba.

HERENCIA. La pasión se transmite de generación en generación. HERENCIA. La pasión se transmite de generación en generación.

Y los del “Decano”, con los de Gremio, acá. “Anoche, parte de la torcida nos agasajó con un asado de camaradería. Es más, algunos de ellos están con nosotros ahora”, podrían entenderse estas líneas como que vienen de un barra, pero no. El que lo dice es Juan Ignacio, padre de Juan Ignacio (h) que no debe tener más de 9 años y que vino con otras familias en uno de los varios colectivos que llegaron el domingo a esta ciudad tan parecida al “Jardín de la República”, en clima y costumbres, aunque con la diferencia que a un par de horas de donde Atlético dejó el alma, había mar para disfrutar. “Estuvimos en Sidrera, lindo lugar”, mencionaba Héctor.

A las 20.26, las gradas del Arena comienzan a colmarse. Los primeros en completar su sector son los hinchas de Atlético. “Esto es una fiesta, hay que vivirla como tal”, asegura Juan Pablo, que no se perdió casi ningún partido de los internacionales de Atlético. Es como Gustavo, y cientos de otros locos que siguen a donde sea al equipo. “Estuve, en Colombia, dos veces en Brasil, con esta; en Bolivia, Uruguay, Formosa, Mendoza, en todos los partidos importantes de Atlético”, explica Gustavo, que dice haber encontrado una gran familia entre los hinchas que comparten viaje generalmente con él. “Viajamos los mismos, casi siempre, en el mismo colectivo”, se ríe. Qué locura.

Casi como de la familia

Lucchetti todavía no ha salido a probar el campo de juego, pero el arquero ya lo conoce por lo que pudo haber hablado con D’Alessandro. “Ja, ja, ja... fue a conversar un rato con nosotros, nada más. Es piola y se ve que es buena persona. Mucho de fútbol no hablamos. Justo terminábamos de hacer un entrenamiento liviano y ya nos teníamos que ir a almorzar. Pero estuvo bueno que haya vuelto a visitarnos por segunda vez, ahora en nuestra concentración”, de esa manera, “Laucha” imprimía el agradecimiento generalizado de sus compañeros al “Cabezón”.

AUNQUE GANES O PIERDAS... Los tucumanos disfrutaron cada minuto en Porto Alegre. AUNQUE GANES O PIERDAS... Los tucumanos disfrutaron cada minuto en Porto Alegre.

Punto de encuentro

La lluvia ha sido la cruz de varios tucumanos en Porto Alegre. Casi todo el día, casi a toda hora y en los momentos menos esperados y deseados. El punto de encuentro de los hinchas fue en un Shopping llamado DC, un paseo de compras a cielo abierto cercano al estadio cuyos techos se limitan en un patio de comidas y a las pequeñas galerías que ofrecen los negocios, en su mayoría de decoración interior y de venta de repuestos de motocicletas. El DC no es un shopping convencional, tampoco la visita a este país de los hinchas de Atlético que cruzaron la frontera. Romina, Diego, Paula, Virginia y Luis, por citar a algunos no más, todos estaban fugados de sus trabajos. “Tuve que mentir para venir”, me dijo uno de los involucrados. Otra dijo que estaba operada y tenía certificado médico en mano.

Los tramposos, a decir verdad, fueron los menos. Rebeca se tomó vacaciones para venir tranquila. “Pedí una semana. Era la mejor forma de venir tranquila”, comenta la morocha, que trabaja en un shopping de Yerba Buena. Uno de sus compañeros de viaje también pidió licencia en el supermercado mayorista donde trabaja.

LA BANDERA NO PUEDE FALTAR. Ellos la llevan a todos lados. LA BANDERA NO PUEDE FALTAR. Ellos la llevan a todos lados.

Tan buena es la vibra entre quienes están bajo la lluvia mientras matan el tiempo o lo sedan con unas latas de cerveza, que nada parece entorpecer con el objetivo final de esta gira. “Repito, venimos y estamos acá únicamente para agradecerle al equipo por todo lo que nos dio. Esto es un reconocimiento a los jugadores”, le jura a LG Deportiva Héctor Ruiz, cuya frutilla del postre fue haber visto el partido con sus tres hijos. “¿Qué más se puede pedir?”.

Diego es de Buenos Aires, nació allá, pero su padre es tucumano, de Santa Rosa de Leales. “Viví un año allá, en 1996. El día que conocí a Atlético fue en un 0-0 con Rafaela por el viejo Nacional B. Nunca más dejé de ir a la cancha y cada vez que puedo viajo con la peña de Buenos Aires”.

Diego arde de felicidad, sus ojos lo dicen. La cerveza calma ese fuego que Arturo toma como propio también. Es amigo de Diego, pero vive en Tafí viejo. Lo conoció en un viaje y después comenzaron a compartir kilómetros y anécdotas con otros amigos que se fueron haciendo. Y así sucesivamente.

Los viajes, el momento, el resultado, bueno o malo, no cambian lo que Atlético ha conseguido forjar: que sus hinchas se conviertan en familia, que sus hinchas quieran dar el ejemplo donde estén. Rodolfo, el del grupo de Gustavo fue el que barrió el piso del patio de comidas del shopping DC. “Nosotros tiramos papelitos, un montón en el salón. No podía permitir que la señora que limpia se encargue de eso. Hay que tener don de gente y en esta familia todos los tenemos”.

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