No es un adiós, es un hasta luego para Atlético

Gremio fue letal y eliminó a Atlético, que se fue con la frente en alto y la ilusión de volver.

PRINCIPIO DEL FIN. Tras la roja a Lucchetti, Cícero convirtió el 2-0 de penal y sepultó la ilusión “decana” de otra hazaña copera. Brasil sigue siendo tierra hostil para Atlético, que igualmente peleó hasta el fin.  reuters PRINCIPIO DEL FIN. Tras la roja a Lucchetti, Cícero convirtió el 2-0 de penal y sepultó la ilusión “decana” de otra hazaña copera. Brasil sigue siendo tierra hostil para Atlético, que igualmente peleó hasta el fin. reuters

Marcelo Grohe no abandona el patio de su casa hasta tanto no cumple con su ritual. Su mirada y sus brazos apuntan al cielo del iluminado cielo artificial del Arena Do Gremio. Llueve en Porto Alegre, pero el capitán del actual campeón de la Copa Libertadores solo tiene motivos para agradecerle a Dios y ser feliz.

El agua se ha convertido en goles de su equipo, el gigante que volvió a vencer a Atlético, este Atlético que la pasó mal con el VAR también acá porque volvió a dejarlo con un hombre menos (a Lucchetti, por último hombre en acción de penal) dentro de la cancha, y que jamás pudo encontrar la llave que necesitó para romperle las manos y el arco a Grohe: la llave del gol.

Atlético fue eliminado de los cuartos de final de la Copa Libertadores. Gremio lo hizo posible con esa simpleza que volvieron a regalar sus cuatro hombres del medio hacia adelante, Cícero, Luan, Alisson y Everton, los tres primeros verdugos anoche del “Decano” en un 4-0 cruel que completó el 6-0 global de la serie. Una diferencia que hizo la eliminación aún más cruel todavía.

El marcador general resulta mentiroso por el desempeño de los equipos pero real por la eficacia de Gremio. Eso es indiscutible.

Se puede hablar de la falta de suerte de Atlético. Sus hombres estuvieron cerca de ponerse arriba en el marcador, pero cuando hubo un hueco apareció una gambeta de más, innecesaria. O de que, por ejemplo, Guillermo Acosta asustó con sus remates a los ángulos de Grohe, el impenetrable que en 2015 estuvo 810 minutos sin recibir un gol, y que Atlético se fue en estos 180 padeciéndolo. No pudo marcarle ni un gol.

Sus intervenciones, en especial esa que fue tapar el peligroso latigazo bajo de Acosta, evitaron que Gremio cayera parcialmente, otra vez en un arranque eléctrico y picante del “Decano”. De mano a mano, de puño a puño, de igual a igual.

No era para tanto

Es injusto que el tanteador global diga que Atlético perdió 6-0. No mereció este final en Brasil, acaso la tierra que aún no ha sabido domar en su corta y maravillosa carrera en torneos internacionales. Perdió con Palmeiras en 2017 por la fase de grupos, perdió con Gremio anoche. Perdió, sí, pero siempre con la frente en alto, intentado gambetear las adversidades y a poderosos que solo el dinero y la categoría de los distintos pueden eliminar. El presupuesto, por desgracia, pesa en estas instancias.

Para el análisis final, no hubo una despedida, sino quizás un “hasta pronto” por parte de un Atlético que en la Superliga argentina versión 2018/19 marcha segundo y cosechando puntos que hoy por hoy lo ayudan a escaparse del descenso y, a su vez, a acercarse de a poquito a la Libertadores de 2020.

El premio fue haber llegado hasta cuartos de final y no está mal. Pertenecer al selecto grupo de los ocho mejores clubes de América en la competencia más deseada del continente, vale y mucho.

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