El profesional del agro cumple un rol central en la “aplicación”

Fernández Pancelli habla de capacitación y de contar con estudios técnicos específicos.

27 Octubre 2018

Con la aparición de la soja transgénica, con tolerancia al herbicida glifosato a finales de los años ‘90, y con la facilitación que la misma implicó en lo que respecta al control de malezas, si bien la figura del asesor agrónomo a los productores se mantuvo, el agricultor contó con una herramienta que controlaba toda maleza presente, en una sola aplicación y una dosis variable’ de acuerdo a la problemática existente, desconociendo el estado morfológico ideal de la maleza para la aplicación, el volumen de agua a utilizar, y con un asesoramiento profesional más bajo que en el pasado, dijo Ricardo Fernández Pancelli, quien disertó en las Jornadas Fitosanitarias.

Sin embargo, “las resistencias de malezas a la aplicación de un solo producto, la sensibilidad de la sociedad en general a las aplicaciones generalizadas de productos fitosanitarios en cualquier condición ambiental, la falta de controles, y el uso de productos distintos al glifosato, condicionan y crean una necesidad cada vez más marcada del involucramiento de los profesionales de las Ciencias Agropecuarias, en la recomendación, extensión y generación de la ‘Receta agronómica’ de aplicación”, advierte. Así mismo, y cada vez más marcado, “se hace necesario implementar Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), entendidas como el conjunto de principios, normas y recomendaciones técnicas aplicables a la producción, el procesamiento y el transporte de alimentos, orientadas a asegurar la protección de la higiene, la salud humana y el medio ambiente, mediante métodos ecológicamente seguros, higiénicamente aceptables y económicamente factibles”. En este contexto, la Gestión Responsable y Uso Seguro de Productos Agroquímicos involucra no solo una recomendación de acuerdo a la problemática observada en un lote determinado, sino a la seguridad del aplicador y fundamentalmente a las condiciones ambientales al momento de la labor.

Uno de los temas que también hacen a las buenas prácticas, son las ‘zonas buffer’, zonas identificadas como ‘de amortiguamiento’, donde existen limitaciones a los productos a aplicar, y que ha generado propuestas u ordenanzas varias, sin mucho sustento o argumentos técnicos, con áreas superiores a los 1.500 metros. desde el límite de aplicación a una vivienda, escuela o camino.

Este tema también requiere un enfoque profesional basado en la información disponible y los estudios respectivos. Sobre este tema, se ha publicado, como resultado del trabajo de múltiples entidades, el documento “Pautas Sobre Aplicaciones de Productos Fitosanitarios en Áreas Periurbanas”.

Hoy, ya se está trabajando en un Manual II donde se recomiendan, en particular a los municipios, acciones como: aplicación por aplicadores certificados, cajas negras en los equipos aplicadores, presencia de un profesional durante la aplicación, tarjetas verdes identificatorias y monitoreo satelital.

En definitiva, “en el manejo adecuado de los productos agroquímicos se hace necesario el involucramiento de los profesionales, para lo cual es indispensable la inversión en capacitación y el uso y recomendación de tecnologías apropiadas en semillas, maquinarias, fertilizantes e infraestructura”.

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