Alma, corazón y fuego: Atlético jamás se desesperó ante Independiente

El "Decano" se impuso por 4 a 2 y es el único escolta de Racing. Los goles.

A DORMIR. La pelota yace mansa sobre la red lateral del palo izquierdo del arco de Martín Campaña, el arquero de Independiente que voló en vano en su intento por evitar el golazo del 1-0 de Rodrigo Aliendro. la gaceta / foto de héctor peralta A DORMIR. La pelota yace mansa sobre la red lateral del palo izquierdo del arco de Martín Campaña, el arquero de Independiente que voló en vano en su intento por evitar el golazo del 1-0 de Rodrigo Aliendro. la gaceta / foto de héctor peralta

Entre todos los DT que anoche estuvieron en el Monumental, había un “pelado” que rozaba lo insoportable. Era hasta incómodo estar cerca suyo viendo el partido con Independiente. El hombre era una bocina en estado de emergencia: a cada instante intentaba indicarle a los jugadores de Atlético qué y cómo hacer para prevenir un posible embate de la visita. O viceversa. El hombre estaba a no menos de 70 metros de distancia de cualquiera de los 11 que a su turno volvieron a firmar con fuego que Atlético es grande, por amor propio y sentido de pertenencia.

La diferencia entre uno y otro, entre el conquistador de copas internacionales y el que hace dos años viene abriéndose camino con el pasaporte en mano y también en esta Superliga que lo tiene como escolta de Racing, fue, precisamente, adelantarse a los hechos. Justamente lo que el “pelado” molesto de la tribuna pedía, sin ser escuchado, claro está.

Atlético jugó como este duelo lo requería, con garra, fuego interior, cabeza fría y seguridad. En esas cuatro patas estuvieron los cimientos que construyeron este 4-2 para el recuerdo. Habrá que recordarlo como el partido que Atlético empezó ganando bien dos veces y que también se lo empataron dos veces. Habrá que recordarlo como el que se abrió después de la expulsión de un ex hombre de la casa, Pablo Hernández, porque allí sacó a relucir otro as que quizás antes no se le veía con tanta cotidianidad: la paciencia. Atlético fue el combo perfecto en la cancha, y cuando no lo fue, lo penó con goles en contra, en el penal que Cristian Lucchetti le hace a Maximiliano Meza (Gaibor marcó el 1-1) y en el repliegue de apenas una contra en el complemento que Emmanuel Gigliotti cambió por el 2-2 parcial.

Amén de esas circunstancias amargas, lo que el “Decano” le regaló a su gente fue una nota en movimiento de que su fútbol está preparado para enfrentar a cualquiera. Quiérase o no, Independiente es superior, técnicamente hablando, que Atlético en los papeles. Pero eso no le significó al “Decano” abroquelarse atrás y esperar una contra. No. Eso lo hizo la visita porque, justamente, jamás tuvo tiempo para pensar. Ni habano, ni whisky, como le gusta a Ariel Holan.

Ricardo Zielinski pensó este duelo sabiendo que había que hacer el 3x1. Si uno fallaba el primer corte, había otro compañero pegado, y por las dudas restaba un tercero. Así anuló canales de salida, así obligó a “Rojo” a vivir su propio infierno. El que encendió la llama fue Rodrigo Aliendro, el del corazón en llamas que se fue con doblete, con dos golazos. Aliendro fue con Juan Mercier y Guillermo Acosta el pulmón que todo equipo necesita. Fueron quite, pausa y gol.

El éxtasis llegó sobre el final, cuando Independiente intentó formarse como muralla y Atlético como el joven paciente que no apura el trámite. De tanto rodar, de ir de un lado para otro; de tanto marear, Figal lo bajó a “Pulguita” en el área y después el simoqueño cantó el 3-2. Fue el del deshago, el que abrió la puerta después del triunfo, con un Martín Campaña desesperado yendo a buscar el cabezazo milagroso del 3-3 pero volviendo a su arco a sacar el 4-2 de Favio Álvarez, esa manija que no debe faltar en Atlético. En este Atlético que piensa, analiza, procesa y ejecuta. Como una máquina perfecta.

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