“Una buena escuela no repite las desigualdades del afuera”

La pedagoga Claudia Romero asegura que la escuela sigue siendo el lugar donde se van a buscar las oportunidades que la cuna no dio.

CALIDAD EDUCATIVA. Las pruebas de calidad no garantizan una buena escuela, ayudan, dice Claudia Romero. CALIDAD EDUCATIVA. Las pruebas de calidad no garantizan una buena escuela, ayudan, dice Claudia Romero.

La escuela no debería ser una caja de resonancia de los problemas sociales. En la escuela no debería haber violencia aunque la haya en la calle. La escuela ya no está para transmitir contenidos, sino para crear conocimiento. La escuela con mejor puntaje en el ranking no necesariamente es la mejor. Claudia Romero, doctora en Educación por la Universidad Complutense de Madrid, da vuelta los conceptos de la escuela tradicional y propone una nueva forma de ver esta institución, en pleno cambio de paradigma.

Tal vez porque llegar a tener una “buena escuela” fue siempre un deseo buscado mas nunca logrado, su libro “Hacer de una escuela, una buena escuela. Evaluación y mejora de la gestión escolar” ya es un clásico. A 10 años de su publicación volvió a editarse este año, con una actualidad que es la prueba de que los problemas siguen siendo los mismos. En una larga conversación con LA GACETA, en su escritorio de la Universidad Torcuato Di Tella, Claudia fue desgranando los principales temas planteados en su libro.

- ¿Qué es para vos una buena escuela en la Argentina?

- Una buena escuela es aquella donde todos los alumnos aprenden. Pero no sólo alumnos, también los docentes y para esto es importante que tengan buenas direcciones. Eso es en general. En Argentina, en particular, una buena escuela sería aquella donde no haya procesos de discriminación y no haya una brecha tan grande entre los mejores y los peores alumnos de una misma institución. Podríamos decir que una buena escuela en la Argentina es aquella que no repite las desigualdades sociales y las injusticias del afuera de la escuela. Es aquella que presenta un mundo de valores, de prácticas y de vínculos que necesariamente deben ser mejores de lo que hay afuera.

- La escuela, entonces, no debería ser una caja de resonancia de los problemas sociales.

-Dewey, que es un autor a quien yo quiero mucho, dice en su libro “Democracia y educación” que la escuela tiene que ser mejor que la sociedad que la contiene. Si la escuela va a reproducir lo mismo que hay afuera no es una buena escuela. Es cierto que afuera hay desigualdades pero la escuela tiene que ser un lugar donde los chicos aprendan a vivir con menor grado de desigualdad. Donde los que menos tienen reciban más, donde se premie el mérito, cosa que no ocurre afuera. Es decir, en un punto una buena escuela en la Argentina es contracultural. Porque lo que está pasando en el afuera son grandes niveles de injusticia, donde no se cumplen las condenas, donde un ex presidente es absuelto porque es un ex presidente, donde se anulan causas de ministros que tienen probado su delito. La escuela tiene profesionales, un tiempo y un espacio diferentes al afuera para que los problemas de la sociedad no se reproduzcan.

Romero es doctora en Educación por la Universidad Complutense de Madrid. Coordinadora nacional de la Red Iberoamericana de Investigación sobre Cambio y Eficacia Escolar en Argentina. Autora de “Hacer de una escuela, una buena escuela”. Dirige el área de Educación de la Escuela de Gobierno de la Universidad Torcuato Di Tella.

- Una buena escuela, además, debería dar herramientas al alumno para vivir mejor.

- Una buena escuela puede ofrecer a los chicos otras oportunidades sobre todo a los que afuera no la tienen. La escuela es el lugar donde se van a buscar las oportunidades que no te dio la cuna. Esta es la famosa función de la escuela como generadora de igualdad de oportunidades. Esto puede sonar muy abstracto. Pero conozco y veo escuelas y docentes que actúan de manera contracultural, que significa producir igualdad y justicia.

- ¿Cómo se logra dar igualdad de oportunidades?

- La escuela tiene una gran capacidad para producir igualdad de oportunidades, pero bajo ciertas condiciones. En mi libro (“Hacer de una escuela...”) hablo de 10 condiciones y la primera es el tiempo escolar. Aun cuando hoy se habla de escuelas virtuales, la escuela es un tiempo de aprender, con clases todos los días. A veces nos conformamos con decir no hubo paro. Sin embargo, aunque las escuelas estén abiertas, está probado que en América Latina solamente el 65% de la jornada escolar se usa para tareas pedagógicas. Esto equivale a decir que se pierde casi un día por semana en tiempos muertos por horas libres o clases en las que el profesor da una tarea y los alumnos trabajan los primeros cinco minutos y después se ponen a conversar hasta el recreo. En el jardín, se pierde mucho tiempo en las rutinas, se usa una hora para preparar el desayuno cuando se lo podría hacer en 15 minutos. El tiempo se pierde en cuestiones que no son fértiles para el aprendizaje.

- ¿Copiar del pizarrón es pérdida de tiempo?

- Son todas las actividades mecánicas. Ponerlos a buscar información o pretender dar información que seguramente será más desactualizada y de una sola fuente es una pérdida de tiempo. Es decir, cuando se trata de una mera transmisión de información y no de producir conocimiento, que es algo muy diferente. La información está disponible y distribuida, y el mejor modo de acceder a ella, hoy, no es la palabra del maestro. Por ejemplo, si un maestro quiere dar una clase sobre la vida de los delfines, lo mejor será presentar un video de tres minutos. La tecnología pone al alcance de un click la mejor información y le deja a la escuela un trabajo formidable que es hacer cosas con esa información. La clase invertida: los alumnos trabajan individualmente afuera y dentro en la escuela cuando están todos juntos discuten y arman relaciones causales, entre la información A y la B. Pero hacemos al revés: tenemos a los chicos adentro del aula, les damos información y los mandamos a sus casas a que armen un trabajo grupal. Se debería aprovechar que están juntos para trabajar, con la guía y las preguntas provocadoras del maestro. Una buena escuela es la que sabe usar el tiempo y la tecnología a su favor.

- ¿Las pruebas de calidad garantizan una buena escuela?

- Una buena escuela evalúa no sólo a los alumnos sino también a los docentes. Es una escuela que se autoevalúa y se compara con otras escuelas. Las Aprender son una medida para saber cómo está trabajando tu escuela, teniendo en cuenta que las evaluaciones son censales. No se puede mejorar sin contar con información. Sin embargo, puedo obtener muy buenos resultados porque me deshago de los peores alumnos, porque hay deserción o porque no acepto a mis alumnos repetidores, y expulso a los más vulnerables. Entonces, por ahí tengo los mejores resultados en lengua y matemática, pero me pregunto ¿soy una buena escuela? No. Porque una buena escuela es la que hace que todos los chicos puedan aprender, todos los que han entrado. Muchas veces los buenos resultados se hacen a costa de altos índices de abandono, de repitencia y deserción. Entonces para decir que una escuela es buena no alcanza con los operativos Aprender, tengo que tener por lo menos dos o tres indicadores más: cuánto tiempo permanecen en esa escuela, si egresan todos los que ingresan y si lo hacen en el tiempo teórico.

Te diría: una buena escuela es aquella donde todos los alumnos que ingresan, permanecen, aprenden y egresan en el tiempo teórico. A eso le agrego la idea de una escuela formadora de maestros.

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