Resucitar nuestras vidas, nuestra provincia, nuestra Argentina

21 Abril 2019

Hemos celebrado la vigilia Pascual y hoy domingo es día de Pascua de Resurreccion. Es la fiesta del “paso” de la muerte a la vida, del sepulcro a la calle con vida. Dios no ha muerto, vive entre nosotros. El es el Mesías que debía venir y el Señor de la Historia que triunfara definitivamente,

Jesús resucita y nos invita de modo especial a vivir el paso pascual de nuestra resurrección personal, nos invita a resucitar nuestra realidad provincial y de modo especial nuestra Nación. La resurrección es el triunfo de Cristo sobre la muerte, es la victoria de la Vida sobre todo signo de muerte. Esta nueva realidad nos impulsa a dar gracias a Dios por ser nuestra esperanza en el camino temporal hacia la eternidad definitiva. La resurrección nos impulsa a mirar hacia arriba, a elevar la mirada y las perspectivas de las cosas. Pedes in Terra ad sidera Visus... bien metidos en la tierra, sin ser desencarnados , pero sin olvidar que la vida pasa y la eternidad nos espera. Por todo esto la Pascua es fiesta de alegría del triunfo total y definitivo de Dios sobre la muerte.

Ahora bien, la Pascua es al mismo tiempo corresponsabilidad con la historia temporal. Jesús se hizo hombre aquí y se comprometió hasta la muerte por la Redención de la humanidad. Esto nos obliga y empuja a un compromiso intransferible, tanto a nivel individual como social, con la realidad que nos toca vivir. Tres niveles de consideración:

1. Nuestra realidades personales y familiares. La Pascua nos debe alentar a volver sobre el cambio de nuestras vidas y nuestras familias; es tiempo de renovar fuerzas para sacar de nosotros todo obstáculo moral (pecado) como también todo aquello que me impide estar mas cerca de los hermanos. Es momento de renovar la apuesta sustancial por fortalecer las Familias; si hay familias fuertes habrá un país consolidado.

2. Nuestra Pascua como cristianos nos implica renovar la vida de nuestro contexto, Tucumán. Y mirando la realidad es mucho lo que los cristianos tucumanos tenemos la obligación de aportar y apostar. Una provincia que debe resucitar cuidando la vida de muchos de sus hijos se ven amenazados por la inseguridad, por la violencia verbal, por la perdida del sentido de la vida en los adolescentes sumidos en la droga, por el abandono de nuestros ancianos y de modo especial por una cultura creciente en desvalorizar el valor fundamental de la vida del Niño por Nacer. Cuando no se cuida la vida de la madre y de su hijo no esperemos que podamos cuidar el resto del arco existencial de las demás edades. Fomentar ciertas líneas ideológicas en la educación de los niños y adolescentes no es salvaguardar las futuras generaciones. Tucumán tiene una deuda muy grande todavía con la vida de muchos pobres e indigentes y eso no nos puede dejar tranquilos. Se trata de cuidar las futuras generaciones no las próximas elecciones.

3. La Pascua debe iluminar el compromiso con nuestra querida Argentina. Cuanta riqueza tiene nuestra tierra y cuanta pobreza se ve vivir en ella. Argentina es una Nación que genera el asombro de propios y extraños, un país que no deja de ser paradojal en sus habitantes y en sus modos históricos de pensar y vivir. La Pascua cristiana impele a los propios hombres de fe a no quedar impávidos frente a esos mas de 12 millones de pobres que cada día se consolidan mas en su pobreza; a tantos en los que ya esta muriendo la esperanza de vivir mejor abandonándose en un plano inclinado de tristeza y desaliento. El lucro por el lucro como nuevo dios ha llevado a perder las energías creativas que todo pueblo tiene en sus hombres y mujeres, el talento se va apagando y el deseo de mejorar solo ha quedado reducido a la sobrevivencia mensual de la vida. Esta Pascua es un llamado a cambiar y construir desde lo poco que somos el país que queremos ser.

No podemos quedarnos cruzados de brazos. Hay que sacar adelante cada rincón de nuestras vidas, de nuestra provincia y de nuestra nación lo mejor que somos y tenemos para hacer de esta Nación una Patria de hermanos y no de extraños. Que la Pascua de Cristo nos aliente a seguir luchando la vida. No nos cansemos, ayudemos los unos a los otros a decir que Dios nos da la Vida y vale la pena vivirla!

¡Felices Pascuas!

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